lunes, 4 de diciembre de 2023

Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para inocentes dedos inquietos mover aquel dial esférico con una plantilla de diagonales cruzadas que rotaban con los nombres de capitales de todo el mundo. Con una rueda frontal se desplazaba la esferita y se sintonizaban sucesivamente diversas emisoras. A veces se oían lenguas extrañas, con un sonido entre metálico y psicofónico; de fondo de mar o de un país muy lejano. Serían el árabe, el ruso, el alemán...

Luego vendría una Lavis gris y finalmente una elegante Grundig. Siempre sonó la radio en la cocina.

En cualquier caso, al comparecer nosotros para el desayuno, tazón de leche con eko y pan "migao", la radio ya estaba encendida. 

- ¡Es muy tarde! decía siempre mi madre mientras no paraba de dar vueltas a nuestro alrededor, jamás con las manos vacías.

Sonaban las noticias, a esa hora y en general, durante el resto del día. Se escuchaba Radio Nacional mucho antes de que empezara el primer diario hablado dirigido por Don Victoriano Fernández de Asís, España a las ocho que remataba con su célebre despedida a la rueda de corresponsales:

- Moscú, Berlín, París, Londres, Nueva York, Roma, hasta mañana.

- (a coro estos) Hasta mañana Madrid!

Ya entonces, en cada diario, en los boletines informativo de cada una de las horas, se repetían los nombres de los personajes de aquella actualidad en la que se disputaban su cuota de protagonismo desde los efectos de la guerra fría, pasando por los rescoldos aún humeantes de la guerra de Vietnam, la casuística del telón de acero hasta la permanente tensión en Oriente Medio. Ahí, en aquel escenario, comparecían los nombres de los líderes árabes, jordanos e israelíes (este plural va por ti, Rosita, monina). Golda Meir, Moshé Dayan, Yasir Arafat, el Rey Hussein de Jordania y otros muchos. 

Han pasado, de todo aquello, más de cincuenta años y ahí seguimos, con las mismas tensiones, las mismas guerras, los mismos partidismos. Se emocionaban muchos ciudadanos, hace unos años, cuando se estrenaron La Lista de SchindlerEl niño del pijama de rayas. Esos mismos ciudadanos, algunos envueltos aparatosamente en la simbólica kufiyya sin tener muchas veces un criterio propio sólido, se vuelven contra los judíos por sus atrocidades con los palestinos pero sin valorar el sinsentido de los palestinos en las matanzas de los kibutzs... a dónde podemos llegar con tantas contradicciones emocionales.

Henry Kissinger estaba permanentemente presente en la cocina de mi casa. Desayunábamos, comíamos y cenábamos con él. De las manos de Don Victoriano, de Cirilo Rodríguez, de Eduardo Sotillos o de Luis del Olmo. Ahí estaba el tío Henry, sentado con nosotros, compartiendo el tazón de leche con eko y pan migao, contándonos sus deliberaciones con los líderes de cada tablero donde se pretendía fumar una pipa de la paz imposible: el tablero soviético, el tablero chino, el tablero hebreo, el tablero árabe...

Sigue humeando esa pipa. A falta de paz, que siga encendida por si algún día....cae por fin.


martes, 14 de noviembre de 2023

El forofo

Fiel a los colores de la camiseta del club de sus sueños, el forofo se sienta para aplaudir al equipo de forma incondicional, juegue como juegue y dispuesto a negar la mayor, negarse a reconocer que no juega a nada, que no se lo pasa bien, que el equipo contrario -cuánto más, el eterno rival- juega con mayor sentido y, por supuesto, mejor. Y te va a ganar, por mucho que te enfundes la misma camiseta en cualquiera de sus versiones o equipaciones. Y va a negarse, ese forofo, a reconocer la diferencia. Y será capaz de aliarse con los más radicales de sus vecinos para hacer más ruido y para intentar que el rival llegue a sentirse insignificante. E imponer la infamia.

En el deporte pasa lo mismo. Ese forofo gritará hasta perder su voz, armará su brazo para reventar el tambor, tomará el megáfono para taladrar literalmente los oídos de cuantos le rodean. Justificará la entrada salvaje de su defensa central al virtuoso rival que ya lo había regateado, al que el propio forofo le deseará con toda su mala idea la peor de las lesiones  -una triple rotura de ligamentos, por ejemplo- para que jamás pueda volver a jugar ni amenazar su hegemonía.

El forofo es así, incapaz de reconocer que lo que hace su equipo es una bazofia infumable, por mucho que sus colegas radicales y supremacistas le empujen y le acompañen en esa errática ruta, enfundados en sus camisetas sin enterarse absolutamente de nada.

Yo, hermano forofo, te compadezco porque tiene que ser muy malo de llevar el afecto ciego y abnegado por tus colores frente a una realidad tozuda que deberías empezar a asumir, aunque te duela y especialmente si te duele. Debe ser muy malo de llevar vivir en una pura contradicción, jalándote como ruedas de molino los argumentos de la mentira, el uso y abuso de paráfrasis imposibles, incluso jurídicas, para ilustrar a los más necios, porque en la intimidad de tus reflexiones toda tu vida supiste lo que era esa realidad. De ese equipo y de ese "deporte" sí puede uno desvincularse y, sobre todo, antes de perder la cabeza. Te compadezco, hermano, porque solo un forofo, con una venda delante de sus  ojos, es capaz de engañarse a sí mismo y de seguir aplaudiendo la demolición de cuanto le rodea.

¿Quién hablaba de fútbol?


lunes, 6 de noviembre de 2023

No nos merecen

Días atrás le escuché decir a Julia Navarro,  en una entrevista radiofónica, lo que es una obviedad muy sonora y contundente: "los políticos son un reflejo de la sociedad actual, ni mejores ni peores".

En realidad podemos estar más o menos de acuerdo con tan gruesa aseveración pero muchos lo pensábamos mucho antes de que lo dijera ella y basta con ser moderadamente observador del entorno en el que nos relacionamos con nuestros semejantes para darse cuenta de ello. "Mirémonos a nosotros mismos",  continúa diciendo la escritora para confirmar su opinión. El resultado canta por sí solo. ¿Engañan las encuestas y los resultados electorales?

En la cola del súper, en el cine, en cualquier transporte urbano, en cualquier establecimiento de hostelería... a poco que uno se fije se advierte claramente el pelaje que predomina en la sociedad. No es solo el aspecto, Dios me libre de manifestar tal criterio de juicio, es la actitud, es el aseo, es la postura, es la manera de hablar, la manera de comportarse, los programas más vistos en la televisión... es el clima de indiferencia que transmite una sociedad asomada permanentemente al tiktok y al dictamen inapelable de los y las influencers.

Paradójicamente se da una especial contradicción: es lo que nos merecemos y sin embargo no nos merecen. Somos, en el fondo y en las formas, una sociedad dócil que vive en una permanente digestión. A cada marrón le sucede otro mayor y no basta un palé de bicarbonato para ayudarnos a pasar el primero (desde aquella moción de censura y las advertencias de las visiones apocalípicas, nos decían, de la que se nos avecinaba) y los siguientes bocados (pandemia con su confinamiento, vacunaciones con sus circunstancias, prelaciones y exclusiones, el precio de la luz, el de los combustibles, el disparado ipc, los impuestos, las paguitas de conveniencia...).... y no pasa nada. 

Y ahí seguimos, entre indignados e incrédulos, sin hacer más ruido que el que produce el tecleo y el pitido de recepción del guasap en nuestros chats íntimos, resignados por el regocijo que a algunos nos ha proporcionado, con el escaso orgullo que todavía nos queda, la solemnidad con la que la Corona ha despachado de un plumazo la vulgaridad e inanidad de buena parte de nuestra clase política. 

Creo que son ellos los que no nos merecen.

Verdinas con marisco.



lunes, 23 de octubre de 2023

Está aquí el otoño, otra vez

El otoño se ha empeñado en barrer las aceras. Primero y auxiliado por las primeras rachas de viento duro, ha empezado a trasquilar con ímpetu el follaje caduco de los árboles convirtiéndolo en hojarasca. Aunque poéticamente se preste a descripciones más líricas, la realidad dista mucho de proporcionarme una contemplación amable. Salvo para algún sujeto con elevados  rasgos de melancolía y de nostalgia, el aspecto de la calle resulta aparatosamente  afeado por montones de hojas secas, sucias, pisadas por peatones, atropelladas por los coches y olfateadas por algún gato callejero esquivo al más mínimo contacto con los seres humanos.

El sonido, sin embargo, sí resulta sereno, como calderilla vegetal, que es lo que es al fin y al cabo. Calderilla de las vueltas de la factura de un verano extremadamente duro, nunca excesivamente largo, que parece rendirse, derrotado, por la ruda aspereza del calendario solar.

Ya sólo nos falta, como un tiro de gracia, el cambio de horario, el cambio de armarios y los niños pintarrajeados por culpa del puto jalogüin. Quedan desterrados y proscritos los felices hábitos estivales, la felicidad de vivir con todas las ventanas abiertas, de dormir despelotao encima de la cama y terracear contemplando, en las tardes y en sus noches, las lucecitas lejanas de un horizonte que se nos muestra, ahora, ya muy oscuro e inhóspito a muy temprana hora.

No es ni la melancolía ni la nostalgia, es sencillamente que me apetecía imprimir esta agridulce sensación de lo efímero que resulta el bienestar de vivir con ropa ligera y descalzo. Pues eso. 

lunes, 16 de octubre de 2023

Se ha ganado los galones

Nos han inundado los móviles y otros dispositivos docenas de fotos de ella, muchas de las cuales se han hecho virales (especialmente entre la gente buena, limpia y aseadita) y han circulado de chat en chat en muy pocos días. Es S.A.R. Dª Leonor (cobra especial belleza, ahora más, este nombre tan ligado a nuestra historia) solemnemente uniformada besando la Bandera de España (con mayúscula todo) en un acto que nos envuelve de dignidad, aunque solo sea a los que respetamos la Institución y sus símbolos y nos devuelve el orgullo de buen ciudadano.

Semanas atrás, en un ámbito doméstico, se me planteaba, entre signos interrogativos, qué necesidad tenía esa chica de meterse en esa Academia Militar, ponerse un uniforme y tirarse al barro entre alambres de espino con una pesada mochila y un fusil de guerra, o tener que levantarse a media noche para iniciar una larga marcha con la cara tiznada por maquillaje mimetizante o tener que estar expuesta todo el día a la orden de un superior, o...qué rollo! (cuánta falta hace y qué bien vendría un poquito de mili a nuestros/as jóvenes y sin necesariamente tener que empuñar un arma, no sea que....)

A estas alturas de democracia, lamentablemente,  nadie puede asegurarnos que llegará un día en que Dª Leonor sea coronada, siquiera que pueda, en caso contrario, seguir residiendo en el país del que acaba de besar y jurar su bandera o si, por el contrario, tendrá que verse obligada a buscar residencia en algún país lejano. 

Lo que sí es cierto es que, si al final llegase a reinar, llevará en la cabeza toda la dignidad y conocimiento de la realidad que cabe en el aprendizaje de su "oficio". Y, como no puede ser de otra manera, nada es mejor, entre otras virtudes y méritos de otros oficios que deberá aprender, que conocer por sí misma el barro en el que tienen que saber moverse los militares y haber asistido a formaciones, desfiles y Homenajes a los Caídos rodeados de jóvenes tan dignos y abnegados como ella misma y sentir que se le empañan los ojos mientras que, en primer tiempo de saludo, suena "La muerte no es el final". 

Que nadie tenga que contárselo. Por mucho que uno lo vea, en directo o en televisión, nada es comparable en emotividad a escucharlo de uniforme y rodeado de sus compañeros, presentes unos y ausentes, dolorosamente recordados los de cada cual, otros.

Dª Leonor,  ahora ya se ha ganado los galones. 

A la orden, Alteza!


lunes, 25 de septiembre de 2023

Yo soy él.

Yo soy él. Soy ese padre que, hace cincuenta años, regresando un domingo por la tarde de una excursión o de un fin de semana en el apartamento de la costa, fumaba un ducados tras otro mientras escuchaba el "carrusel". Los pitidos de los goles en Las Gaunas y del penalti en el Villamarín venían adornados con la publicidad estruendosa del "marcador simultáneo Dardo" o de "Los zapatitos de La Corona".

Los hijos que fumaban el humo de su padre en el asiento trasero del Seat o del Simca y - especialmente las hijas- recuerdan con tedio aquel soniquete radiofónico que precedía al regreso a la normalidad del hogar la víspera de la vuelta al cole un lunes más, perfumada por la incómoda certeza de los deberes inacabados y de la endeble consistencia del conocimiento de la lección de latín que tocaba estudiar para primera hora.

A eso suena ese recuerdo y cincuenta o sesenta años más tarde, yo, papá que no fuma, sigo regresando a casa los domingos por la tarde con el inconfundible sonido del tiempo de juego; el de los goles, el de la emoción, el del espectáculo, el de siempre, el clásico, el único, el veterano y el del sonido im-pres-cin-di-ble!!!

Sigo viviendo, literalmente colgado, de una estación de radio que jamás abandoné y que albergó, en tiempos, angustias e inquietudes, insomnios y desvelos, desde mis primeros síntomas del uso de razón.

Prendidos de esos recuerdos suena también el eco de voces y sintonías que se hicieron familiares y que fueron apagándose definitivamente pero que ahora, a medida que nos vamos incorporando -por edad- a ese nutrido conjunto de ciudadanos mayores en todo, se convierten en balizas en un horizonte que ya no parece tan lejano.

En el asiento de atrás del Seat y del Simca, eran las voces de Joaquín Prats o de Vicente Marco. En mi coche era la voz de Pepe Domingo Castaño, capaz de hacer hablar a un tractor o de ponerle voz a una motosierra.

Otra voz que se apaga pero otra baliza en el horizonte.



lunes, 28 de agosto de 2023

De la plancha de Yoli al picotazo del gañán

Empecé esa mañana de domingo acudiendo al pasatiempos favorito de la yoli en jornada de reflexión: sobre la tabla de la plancha tratando de borrar las arrugas de camisas, polos, (niquis o nikis, como tu quieras, Pedrito), algún pantalón, unas servilletas del último evento y muchas camisetas. La arruga es bella pero hace muy poco favor a quien la viste.

La temperatura subía y antes de licuarme encima y a la espera de que empezara la gran final del mundial de fútbol femenino decidí encender el aparato de aire acondicionado. Los goterones de sudor que resbalaban por mi espalda, por mi nuca, por mis brazos y por mi cara amenazaban con echar al traste todo mi empeño en liquidar la montaña de ropa atrasada. Antes de que se advirtiera la llegada del aire fresco tuve que sucumbir y pase de la yoli a la eva (amaral) y decidí despelotar mi torso; por la libertad, por Rocío, por Zahara, por Rigoberta... por la madre que me parió, a la que recuerdo, años 80, ya levantada antes de las seis de la mañana en la coladuría de la calle Miguel de los Santos Oliver, en Palma, al regresar nosotros de farra, con los diarios bajo el brazo y una hermosa ensaimada. A esa hora y no más tarde, con el fresquito de la madrugada, era a la única en que podía dedicarse a la plancha. (ella totalmente vestida, eso sí).

Pensaba en las imágenes de este feroz verano y en los distintos hitos de foto fija que, como cuentas del rosario, han ido jalonando la actualidad. El bocado en la oreja de Rivera, el niño Sancho sobre el motorino y sus herramientas de descuartizador thai, el gallo frito de Cala Barques (lloro y me emociono con su recuerdo) y por último -o penúltimo, que verás como viene algo o alguien y te lo jode- el pico de Rubiales ("uno de los suyos", no lo olvidemos) a la jenny y su maiqueljackson en el palco junto a SM...pero en qué cabeza cabe y qué necesidad. Y como los chistes malos, lo peor, siempre, la explicación, la justificación, la excusa, el exabrupto que suena como una coz en la boca, como un eructo al oído. Y por supuesto las reacciones de los/las/les políticas de guardia en las redes sociales.....

Estamos muchos ciudadanos tan cabreados y hemos acumulado tanta inquina -justificadamente- en las últimas semanas que este gañán se ha llevado los palos propios y los que les pudieran corresponder a otros gañanes y gañanas como él o peores (si cabe).

Si algo positivo hubiera que destacar de este bochornoso espectáculo global es que parece que no está todo perdido y que todavía conservamos, aunque sea por lo que sea y en pequeña cantidad, capacidad de sorpresa e indignación ante la ordinariez y el mal gusto.

Y, finalmente, al margen de todo lo anterior y en el marco actual, yo como súbdito leal, eso es lo que esperaba de S.M. ¡Gracias!

Ay Dios mío, pero qué te hemos hecho? Qué lejos me quedan las Islas Cook!!!

lunes, 21 de agosto de 2023

Un excelente gallo de San Pedro.

Fue una ensoñación. O, tal vez, no del todo. Sobre un frondoso lecho de aritos de cebolla fritos y de idéntico modo, cubiertos por otra densa capa de más aritos, emergían maravillosos tajos de un excelente gallo de San Pedro. Fresco, crujiente, frito con maestría...y luego el suculento y magistral arrocito negro de la casa. Un excelente menú, a la sombra y bajo el auspicio de la amabilidad y del buen hacer de Miquel y sus leales colaboradores. Un blanco de godello (Ribeira Sacra) y rematado con una viudita (Graciosa Majestad), un gintonic, a medias, de postre. Restaurante Cala Barques, en la Cala San Vicente, Pollensa






Apuntaba con mi mirada a los altos peñascos del imponente Cavall Bernat, la fantasmagórica silueta de un águila con sus alas desplegadas sobre embarcaciones fondeadas y bañistas, al tiempo que la leve brisa mecía los algoritmos digestivos y las divagaciones del merecido sesteo.



Apareció la chica de la tabla de paddle surf y se insinuó con un ligero contoneo de sus hombros, un algo así como ¿me acompañas con la pala? Se fueron caminando descalzos sobre la arena hasta la línea del embarcadero y, respetuosamente, sin sobrepasar el margen del canal de salida de la playa fueron alejándose lentamente, palada tras palada, hasta el exterior de la cala, donde las turquesas y las esmeraldas aguas resguardaban de miradas próximas el lenguaje de sus cuerpos. Desde la orilla una sola silueta se definía sobre el horizonte. Sin palabras se dijeron todo lo que cabía hablar y tras el éxtasis zambulleron sus cuerpos en un mar de fondo arenoso, un cristal líquido y casi gelatinoso, entre azul celeste, verde esmeralda y añil. El aire limpio dejaba al detalle la contemplación de los arbustos y matorrales que cubrían aquellos peñascos. A última hora de la tarde se respiraba el aroma del ocaso de un verano que empezaba a fundirse como una loncha de queso sobre una plancha en el fuego.

Una jornada épica, gastronómica....espectacular.

P.D. no existe registro fotográfico de la tabla de paddle surf 





lunes, 14 de agosto de 2023

Las nancys la tocan bien

Sobre el duro cemento de la pista de deportes del Colegio Burgos nos jugábamos el prestigio, cuando no la barbilla, los jóvenes colegiales de doce, trece y catorce años, poco antes de que nos diera por dejar la pelota y empezar a escondernos en algún rincón donde echar unas caladas furtivas a un celta sin filtro o un ducados.

Con el calzado de vestir, aquellos primorosos (siempre color burdeos) Pielsa, o Sebago  -lo más pudientes- y todavía con el pantalón gris corto del uniforme, jamás dudábamos en poner el pie. La lucha -fraticida y sin rendición- era entre los que estudiábamos inglés y los que estudiaban francés. Ni el Profesor Cagbó ni mucho menos el cursi e indigerible Salamano sospechaban que sus respectivas secciones de idioma de aquellos cursos de bachillerato expusieran tanta épica en los recreos de esas mañanas setenteras.

Por entonces muy pocas niñas estudiaban en aquel centro, masculino en su origen. Y las pocas que había lo más cerca que estuvieron del fútbol sería al recibir algún balonazo, jamás intencionado, por supuesto.

La incorporación del deporte femenino a las portadas de actualidad fue muy tardía. Es cierto que de aquellos años sonaban nombres como Mari Paz Corominas (natación), Carmen Valero (atletismo) y poco más. Nadie imaginaba, por entonces, que un buen día las niñas cambiarían las muñecas por un balón de fútbol.

Sí es cierto que en algunas películas americanas taquilleras de los ochenta, repentinamente, en un campo de deporte aparecían niñas persiguiendo uno de los balones de la época. Supongo que formaba parte del marketing que obtuvo como resultado que EEUU haya sido la más galardonada de las selecciones femeninas de fútbol mundial, más exitosa incluso que el masculino.

En los últimos años por mi desmedida afición por casi todo tipo de deportes televisados, me ha llamado la atención el crecimiento y auge del futbol femenino y he sido testigo del meritorio (cómo ignorarlo) recorrido del Barça, vigente campeón de Europa. Sin ánimo de profetizar creo que en los próximos años va a pisarle los talones, en cuanto a atención mediática, al masculino. 

En el Mundial que se está celebrando en nuestras antípodas se está viendo fútbol de gran nivel; las jugadoras no son marrulleras, dominan el balón, se posicionan correctamente y hay equipos que juegan realmente muy bien, destacando jugadoras que podrían jugar perfectamente en más de un equipo masculino.

Las niñas que cambiaron las nancys por el balón de reglamento, la mayor parte de ellas con vistosas coletas rubias o morenas, han aprendido a tocarla y lo hacen bien.

jueves, 10 de agosto de 2023

Bocados en la oreja y besos apasionados

Cada cual a lo suyo. Intentaba concentrar mi atención exclusivamente en las últimas páginas de una de las lecturas de este verano. Era misión imposible. Si me calzaba los auriculares suponía una descortesía con mi compañera de orilla. Por contra y en la más absoluta de las maldades, los vecinos de toallas tendidas en la arena, los fumadores de costo, los desconocidos parlanchines de verborrea incontenible y demás semejantes amenazaban a mi comprensión lectora. Y eso que no tenía entre mis manos un artículo de física cuántica (Oppenheimer).

No me quedó mas remedio que echar mano del veterano ipod y rendirme a los malévolos algoritmos por los cuales se suceden las canciones en una secuencia aleatoria. La vieja música nunca falla y jamás te abandona.

Bailaba la aguja mágica e imperceptible de un tocadiscos imaginario, rehén de una memoria trasnochada y caduca, lo sé, y volvían a mis oídos ritmos poperos de las noches de los ochenta y noventa. Clásicos de las pistas de baile,  mediterráneas unas y atlánticas las otras, latían con fuerza renovada y las acompañaba yo percutiendo con mis pies sobre la arena, desinhibido de mi entorno y liberado de las agresiones acústicas del vecindario.

Y lograba leer y entender con el ritmo adecuado para liquidar esa novela y afanado en descubrir el autor de aquel doble crimen.

Y a quien le importa, pienso, los bocados en la oreja entre lascivos y horteras de la vampi al ex-político o los besos apasionados de esa parejita de cantantes reguetoneros....la vida, mi vida, está ahora en la orilla, en unos deliciosos días de tregua agosteña que amenaza con acabar, sincronizando el final de esta calma térmica al remate de mi novela. Y antes de que vuelva el bochorno a pocos días de culminar el ascenso del verano, advirtiendo ya la proximidad del ferragosto y de las rampas de descenso hasta septiembre.

Se vaciará la playa, a última hora de la tarde, contra un sol que empieza a ocultar su fachada y que deja sin tonos el horizonte, de un monocolor pardo en el que solo se advierte la ligera cresta espumosa de unas olas que apenas suenan, apagado el rumor por las canciones de mi viejo ipod.



miércoles, 21 de junio de 2023

Del "burotatxo" a las derivadas

Miércoles 21 de junio de 2023, 07:30 h. Acabo de dejarte en el cole. Como cada mañana. Como casi cada día lectivo de los últimos dieciséis cursos/años. Te dejamos, en tu primer día madrealbertiano de un lejano septiembre de 2007, peinada con una coleta a cada lado de la cabeza, con la falda peto del uniforme de verano y un mohín de incertidumbre pintado en tu cara. Inquieta, como eras, te revolvías en tus inseguridades como el rabo de una lagartija momentos antes salir de casa. Te llamaba, por entonces, cariñosamente "barullo" con la intención de que tú me lo repitieras a mí y tratar de quitar hierro a ese primer día de cole que teñía de temor tu semblante y te provocaba ese angustioso dolor de barriga....esos nervios.

Te enseñaron a trazar en el papel, ya con cierto orden, los primeros burotatxos (garabatos) de colores y daba igual lo que a los demás les pareciera porque sabíamos que allí estábamos retratados nosotros, en casa, en la piscina o en la playa y nos veíamos reflejados, cada cual en su color, en el rojo o en el verde o en el azul.

Han sido casi veinte años haciendo el trayecto de casa al cole, primero con María y contigo, y más recientemente solamente contigo, jugando a acertar la temperatura al llegar a la rotonda los primeros años, y más recientemente con la ilusión de pillar una de Rosalía en programa de Carmona, pero siempre con tus temores, con tus nervios, con ese dolor que se plantaba en tu barriga los días de examen o, que más daría, el día de una excursión. Lo desconocido, lo incierto y lo temible te generaban un malestar que hacían muy largo ese camino.

Has llegado, Ana, y desde los burotatxos has transitado por esa senda escolar hasta llegar (y resolver) derivadas e integrales. Has padecido (hemos compartido ese sufrimiento) las tablas de multiplicar, las raíces cuadradas, las sumas de quebrados y fracciones, la historia de los íberos y de los cartagineses, las guerras púnicas, la formulación orgánica y hasta los padrenuestros y las avemarías.

Te impusiste un reto muy exigente en el bachillerato -mates, física y química- y, mírate, ahí estás, bajando del coche musitando un adiós, te quiero que me perfuma el aire del interior del coche hasta que llego al trabajo,  y dejo tu silueta en el retrovisor encaminándote, por última vez, a esa clase que representa a todas las aulas en las que has ido superando la primaria, la eso y ahora el bachillerato.

Quise y decidí estar siempre ahí, desde primera hora de la mañana, desde el primer pie en el suelo, desde el momento de prepararte "la merienda" y meterla en la mochila, con el baby y con la agenda...que no se quede en casa (ni en el pupitre, por Dios)..

Solo me queda darte las gracias por no haberte rendido jamás y por haber hecho que mi presencia en todos esos momentos cobren hoy tanto sentido porque creo que un buen padre nunca debería dimitir, nunca debería abandonar. Y esa era mi misión.



 

lunes, 27 de febrero de 2023

Icono de adolescencia

 - ¿Y no me dices nada de Raquel?

- No. Lo siento. Tal vez estaba despistado. 

Se nos están yendo nuestros mitos eróticos de la adolescencia. El cuerpo: sus fotografías, siempre con ropa, en actitud insinuante y dejando ver poco más que el canalillo las contemplábamos como si fuera un bálsamo de paz en el que sofocar los ímpetus propios de nuestra edad.

- Era muy guapa. Y estaba cañón.

No recuerdo haberla visto en ninguna película a pesar de que, repasando la necrológica, se dice que figuraba en el reparto de un bodrio de la época: Hace un millón de años.

- Sí, es cierto. La vimos. Tal vez fuimos al cine con papá o la vimos en televisión. Era muy mala -la peli-.

- ¿Te acuerdas del movimiento artificial de los dinosaurios? Los efectos especiales de aquella época del cine eran lamentables. Durante un tiempo cuando jugábamos a pelearnos lo hacíamos con movimientos articulados inverosímiles, atacándonos con las manos como garras y girando el cuello como aquellos muñecones y abriendo la boca como fieras. El movimiento similar al de los marionetas animadas de esa época.

- Era muy guapa, cañón. Esa foto icónica que todo adolescente de la época tiene en su mente, sex-simbol de toda una generación -la nuestra- cuyos brazos y piernas crecían mucho más rápido que lo que se tardaba en reponer camisas, jerseys y pantalones en El Dique Flotante. Eso, si no tenías que esperar a heredar los de tu hermano mayor...pocas veces se estrenaba. 

Cuando hojeábamos una revista de chismorreos siempre nos pedíamos las chicas guapas que salieran en las fotos -incluyendo publicidad- como novias, para llevarlas a la playa o a la piscina y pasar una tarde con ellas, o para llevarlas a cenar en un impresionante descapotable (hoy, cabrio). 

Aquí, en esa época, todo era mucho más bizarro: O Nadiuska o Susana Estrada, o sea, o la seda de Holliwood o el pantalón de pana de Prado del Rey, o el Levis 501 de Nueva York etiqueta roja o el Lois de Sans.

- Tal cual.


lunes, 20 de febrero de 2023

El güisqui con mucho humo

Pues efectivamente, el güisqui, como el del chiste:

- Oye, a tí, ¿cómo te gusta el güisqui?

- A mí, con p...,s  y mucho humo.

Se está despachando la aniquilación de un Estado (qué larga se me está haciendo esta legislatura) y sobre una panorámica inquietantemente distópica destacan columnas de humo que se elevan desde la superficie. Solo falta la música tenebrosa, que no tiene por qué ser necesariamente mala. Valdría un  himno ya evocado aquí en otras ocasiones, el afamado The End, de The Doors, de la mítica Apocalypse Now. Total, el efecto especial es muy coincidente: bastaría añadir el aroma del napalm por la mañana. Cada cosa a su tiempo, todo llegará.

Esa metafórica imagen, que sorprende a mi vista todos los días cuando sirvo el desayuno al gato que vive en casa, es la que acompaña al eco de las noticias que suenan en la radio de la cocina. Una permanente sucesión de humaredas amueblan mi visión del skyline. 

Cuando no es el humo de la ley del "sí es sí", es el de la ley de lo trans, o la del aborto, o .... O bien, ahora, de lo que más se habla es del barçagate. Humo, humo, humo, como el villancico pero todo el año y por no hablar, pese a la terrible gravedad de los hechos humeantes, de la desastrosa realidad de la situación económica, social y política que nos ha tocado vivir.

The End


lunes, 13 de febrero de 2023

El vuelo de Marcos (con música de Burt Bacarach)

Era 1983. El Barça todavía era incapaz de llevar a sus vitrinas la ansiada Copa de Europa y -hay que reconocer los hechos- celebraba como éxitos existenciales las ligas (escasas), las copas y las copas de ferias. Y por supuesto, como muestra de excelencia -el oro de los pobres-, una victoria ante su máximo rival.

En esa época todavía vivía yo en Barcelona y era asiduo de las tardes de fútbol en el Nou Camp. Como ya dije con anterioridad, desde mi asiento en una de las gradas bajas (cubiertas), desde pequeñito, junto a mi padre había visto jugar a todos los jugadores cuyos cromos atesoraba e intercambiaba con mis compañeros de colegio. Corrían por la banda al alcance de mi mano Rexach, Rifé, Ramos, Marcial, Pérez y un largo etcétera de las alineaciones que recitábamos de memoria. Y había visto debutar a Cruyff con la camiseta azulgrana, frente al Granada. Y luego a Maradona, más tarde a Schuster, a Simonsen, a Archibald...

Aquel 83, final de la Copa del Rey ante el máximo rival. Creo que se jugaba en La Romareda (Zaragoza) e imagino que la rivalidad había condicionado tensión suficiente como para que ambos equipos estuvieran dispuestos a vender muy cara la derrota. 

En los últimos instantes de aquella retransmisión, en blanco y negro y con el tono anodino habitual del locutor de turno, Julio Alberto se desprendió de la férrea marca del defensa y llegando a la línea de fondo, con aquella izquierda enguantada dibujo un centro perfecto que, tal vez, parecía largo. Pasado el segundo palo apareció la silueta voladora de Marcos Alonso que en escorzo imposible y giro inverosímil de su cabeza alcanzó el balón para alojarlo en la portería del Madrid.

Schuster, atento testigo de la evolución de la jugada y casi sobre la línea de cal de la portería, contempló atónito, como todos los espectadores, que la pelota iba para adentro.

Tal era la tensión, la rivalidad, los temores y los miedos que, en liberación de todo ello, ejecutó aquel visible y ostentoso corte de mangas al portero y resto del equipo del Madrid mientras corría como un loco para abalanzarse sobre Marcos Alonso.

Fue una butifarra  de consumo colectivo, el de toda la afición del barça, herida por sus propios fracasos históricos, pero eufórico por aquella victoria.

El héroe fue Marcos Alonso. El villano, Schuster, que, curiosamente, creo que la temporada siguiente acabó fichando por el Real Madrid. Ya no volvería jamás a romperse los brazos.

Volverá a volar Marcos Alonso y la banda sonora correrá a cargo de un elegante compañero de viaje: Burt Bacarach. Su música forma parte del cordón umbilical que nos une a la generación de nuestros padres. Queda la ardua tarea de explicar a las nuevas generaciones lo difícil que era entonces que el Barça ganara títulos y lo que es música. No sé si merece la pena tanto esfuerzo

lunes, 6 de febrero de 2023

Comer, sí, pero bien.

Comer es un placer. Cierto. Pero lo es de manera muy especial, al menos eso es lo que a mí me parece, si además de tener gusto por la buena cocina se es capaz de combinar sobre una cazuela o sartén cuatro o cinco ingredientes y se sirve en un plato que sea digno de ser retratado.

Empecé, muy joven, perdiéndole miedo a los fogones. Entonces, esos fogones eran los de una vieja cocina Fagor en la que se habían cocinado miles de recetas domésticas por unas manos cálidas y expertas capaces de guisar todos los días, sin librar ni al mediodía ni por la noche, para toda la familia (hasta siete comensales). Aquellas mismas manos, antes de enfrentarse a las llamas de los quemadores, habrían envuelto cincuenta o sesenta croquetas de tamaño de verdad pero de vida efímera y consumo inmediato. Pocas veces se presentaba la ocasión de comer, a media tarde y a hurtadillas las que hubieran sobrado. Con lo buenas que están esas croquetas frías y un tanto deshinchadas pero con la bechamel aún cremosa.

Recuerdo la inmensa cazuela de barro en la que mi madre igual confeccionaba un primoroso arroz de pobre que un pollo a la campurriana que cortaba el aliento.

Aquellas sabias y cálidas manos también preparaban, entre otras exquisiteces cotidianas, una excelente escudella y carn d'olla con la imprescindible presencia de la pilota. Sabores que se han ido extraviando de las rutas que nos han llevado a estos días pero que permanecen inalterables en la memoria, como la longitud del viejo tobogán o la altura del columpio de nuestra primera escuela.

Huérfano de aquellas recetas fui descubriendo el gusto por la cocina a medida que me saturaba cada día más la rutina de comer de restaurante o en casas de comidas para resolver la necesidad de comer entre el trabajo y la universidad.

Me lancé a lo más sencillo y llegué a comerme muchas bazofias perpetradas por mi torpeza hasta que logré alcanzar el punto de los arroces y otros guisos.

No es tan difícil y me ha proporcionado muchas satisfacciones cuando, enfrentado a comensales de morro fino, en la mesa de casa, queda vacía la fuente y solo queda el recurso de echar mano de la miga de pan para dejar el plato sin necesidad de aclarado previo al lavavajillas.

Da gusto comer bien y dar de comer (bien).

lunes, 30 de enero de 2023

Vuelta a la era

Ha sido un breve receso a pesar de que si lo computara de fecha a fecha parecería mucho mayor. Normalmente este pequeño recreo de enero me sirve para, entre otras cosas, degustar con mayor relajación el primer café de la mañana y esa tostadita de pan crujiente. Y al abrir el ventanal del salón dejar que la suave brisa de la mañana ventile la casa los diez o quince minutos de rigor.

Y así venía siendo hasta que una feroz ola de frío polar ha invadido nuestras vidas y, aterrados y ateridos por las bajas temperaturas, nos ha costado un mundo asomar la punta de la nariz por encima del edredón y mucho más de lo normal echar un pie a la alfombra y acobardado por las bajas temperaturas no he sido capaz de salir del dormitorio sin echarme encima un par de capas, no fuera que...

Y claro llegó el catarro días después de uno de los primeros baños en el mar del nuevo año. El último día que me asomé a la orilla ya advertí que cambiaba el tiempo. El mar empezaba a revolverse y su color, gris verdoso y muy turbio, desaconsejaba el remojón. No me resistí, eché unas brazadas pero a los cuatro o cinco días empezó a molestarme la garganta. 

Bueno, no ha sido tan grave pero sí muy molesto. Desde antes de la epidémica covid no había tenido ni siquiera necesidad de aproximar un kleenex a mi nariz. En fin, como dice Ion, emprendedor, cocinero, hotelero, autónomo y vasco, caen los mitos y ya nada es como era. Catarritos a la mar.

Vuelvo al despacho, decía, como el burro a la era y valga el símil para equiparar mis primeras jornadas de trabajo del nuevo ejercicio a regresar al bucle de los trabajos acabados y la programación de lo que me deparan los próximos meses. Poco excitante, en principio, si echando la vista atrás, recuerdo la tensión del último trimestre. Ya llegará la exigencia de ver acabados los nuevos proyectos.

Como el burrito amarrado en la puerta del baile

lunes, 23 de enero de 2023

Derrota dolorosa

Gracias a su reconocido pundonor (término viejuno y esencia de valores olvidados), al final van a ser las lesiones físicas los peores enemigos de Rafa Nadal en su carrera profesional. Y nosotros, nos haremos expertos en su diagnóstico, tratamiento y evolución, según los torneos en los cuales no pueda participar hasta que esté plenamente recuperado.

Me dice Jaime B. (el hombre que nunca iba al médico) que ya no tengo edad para machacarme con el tenis. Parte de razón no puedo negarle pero el veneno de este deporte no conoce de edades. Es cierto que el afán por jugar cuantas más veces a la semana mejor, me ha castigado severamente la espalda, la rodilla y últimamente el hombro derecho, pero es entrar yo en el garaje y ver tan apalancado el raquetero que no puedo dejar de dibujar en el aire reveses cortados y voleas primorosas.

Rafa Nadal, con casi treinta años menos que yo, tampoco se debe imaginar su vida fuera de las pistas y aunque acaba de ser padre ha logrado que sea su nueva familia la que se incorpore al circuito antes de plantearse él quedarse en Porto Cristo junto al moisés en el que arrullan al bebé Nadal.

No tengo ningún derecho a cabrearme, pero esa nueva lesión ha frustrado mi taller ocupacional de alguna de las mañanas de este mes de enero: madrugar, cumplir con mis primeras tareas y asistir a la cita con la central de Melbourne. Así hice hasta que en una carrera por el fondo de la pista, Nadal se encogió dolorido y se quedó un buen rato agachado. Las imágenes de los primeros planos de su cara, con expresión preocupante, no anticipaban nada bueno como al final ha resultado. Eso y las amargas lágrimas de "Mary."

A pesar del dolor y como si fuera una consigna y un deber inexcusable, por eso es uno de los mejores deportista de todos los tiempos, lejos de rendirse y abandonar el torneo con un partido inacabado, lo disputó hasta el final, por respeto al rival y también al público. Pocos jugadores están al alcance de entender este concepto.

Hemos aprendido la localización y función de un nuevo músculo: el psoas ilíaco. Ese también  se lo ha reventado Rafa Nadal.

Esa nueva lección de anatomía parece que va a marcar un nuevo y desagradable hito en la carrera de Nadal. 

Del resto del cuadro superviviente lo que aprecio es, además del sonido, la velocidad a la que juegan los puntos los más jóvenes jugadores. La aceleración del golpe y de la bola llevan camino de cambiar definitivamente las claves de este deporte. Qué ritmo de juego!!!



lunes, 16 de enero de 2023

Será muy agradable.

Fue, efectivamente, muy agradable poder abrir la ventana el primer día del año, desayunar en el balcón y contemplar toda la ciudad donde uno vive a pleno sol y con temperaturas muy próximas a los veinte grados. Mientras se sucedían valses y polkas, en la otra Europa, que muy probablemente, sí padece el rigor de los viejos inviernos, mi frágil voluntad se debatía internamente entre soltar la batuta y coger la mochila de la playa.

Otra cosa es que estas temperaturas primaverales en principio de enero resulten saludables para las personas y para el entorno y surge, cómo no, el eterno debate del cambio climático. Y ciertamente es anormal y preocupante pero si nuestra capacidad de reacción está resultando tan estéril, qué vamos a hacer, quedarnos en casa lamentándonos o tratar de disfrutarlo porque, al fin y al cabo, es lo que nos queda.

El cuerpo trata de recuperar el equilibrio y la serenidad de los excesos gastronómicos (no etílicos, que ya tenemos una edad y sabemos controlarnos) y no hay mejor manera que envolverse de la más amable naturaleza que, al fin y al cabo, está al alcance inmediato. Desde las cumbres no tan nevadas este año de los Pirineos hasta el nivel del mar balear. Un descenso en pocas jornadas, de un día para el otro, que proporciona el cambio brusco de escenario. 

La imagen de las pistas de esquí cubiertas con escasa nieve artificial (dura y helada a primera hora del día y pastosa como una rebanada de pan con nocilla a media tarde) y la contemplación de todo el Valle de Arán con un aspecto inédito en esta época del año es entendible observando los pronósticos meteorológicos. Temperaturas por encima de los diez grados en las horas puntas del día.

El recorrido del telesilla hasta las más altas cotas, sobrevuela laderas verdes y rocosas, despojadas de su habitual manto blanco. Al alzar la mirada por encima de Cap de Baqueira solo en las cumbres de toda la cadena montañosa se advierte presencia de nieve y nos devuelve la imagen infantil de picos nevados como horizonte de ingenuos dibujos.

El drama de este retrato, amén del económico de todo un sector dedicado casi exclusivamente al deporte blanco, es el medioambiental. Sin intensas nevadas, el agua procedente del deshielo de todo este inmenso valle, que debería regar todas las cuencas y campos de cultivo a partir de la primavera, será más escasa y se prolongará el azote de una severa sequía.

Será, es, muy agradable salir de casa una mañana de enero con apenas un jersey. Otra cosa es que sea saludable y beneficioso a medio plazo.


lunes, 9 de enero de 2023

El aroma de la normalidad

El inconfundible aroma de la normalidad vuelve a tocar con sus nudillos en la puerta de nuestras casas. Se disipó la estela de la Estrella de Belén, se alejan los Reyes Magos dejando tras de sí las huellas de las viejas tradiciones, que les guste o no a los más críticos, sigue amueblando de recuerdos imborrables las paredes de nuestra memoria. Y las de los nuestros, mayores y menores.

Necesitamos cargar la cafetera y afrontar el mes más largo del año. Si después de la noche de la Pedroche se ausenta uno de la rutina doméstica y decide poner rumbo a nuevos horizontes, al regresar, mejor haber borrado cualquier rastro de la Navidad. No se puede volver a casa el 8 de enero y encontrarse ni con el árbol ni con el resto de adornos navideños. Es muy cruel.

Regresando del habitual recreo familiar pirenaico, después de cuatro días de esquí casi tropical, hay momentos de cierto ensimismamiento, mientras conduzco por la carretera, mientras arrastro en silencio el troley en un aeropuerto semi vacío o mientras me acomodo en la butaca del avión que me devuelve a Palma.

Reflexiones encontradas respecto del año finalizado, carpetazo a muchas historias concluidas y repaso pormenorizado de demasiadas causas abiertas. No se pasa de la noche a la mañana de la oscuridad total a la claridad absoluta. Poco a poco, a ritmo de los recibos que vayan llegando, volveré a tratar de edificar un nuevo año. Sin grandes propósitos, ni nuevos retos, ni arriesgados proyectos, me conformaré con dejarme llevar por el día a día. Primero las vacaciones de enero, con las manos en los bolsillos cuando entre en la cocina y sin caer en la tentación de seguir entregándome totalmente a la voracidad de exquisiteces gastronómicas. Mejor calditos depuradores y curativos, verduras y hortalizas y alguna cosa ligera a la plancha.

El aroma de normalidad se respira también en la vuelta a la actualidad informativa, con la autocomplacencia feliz de quienes se solazan con sea lo que sea que publique el boe y con el cabreo permanente de quienes contemplan, impotentes, la demolición y liquidación total del Estado. Sigo esperanzado, ingenuo es lo último que quisiera ser, en que las urnas salven el destino de este país. Viajar, aunque sea sin despegarse mucho de lo habitual, ayuda a contemplar panorámicas que no son tal y como nos las cuentan. 

Ahí lo dejo, de momento.



Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...