lunes, 6 de noviembre de 2023

No nos merecen

Días atrás le escuché decir a Julia Navarro,  en una entrevista radiofónica, lo que es una obviedad muy sonora y contundente: "los políticos son un reflejo de la sociedad actual, ni mejores ni peores".

En realidad podemos estar más o menos de acuerdo con tan gruesa aseveración pero muchos lo pensábamos mucho antes de que lo dijera ella y basta con ser moderadamente observador del entorno en el que nos relacionamos con nuestros semejantes para darse cuenta de ello. "Mirémonos a nosotros mismos",  continúa diciendo la escritora para confirmar su opinión. El resultado canta por sí solo. ¿Engañan las encuestas y los resultados electorales?

En la cola del súper, en el cine, en cualquier transporte urbano, en cualquier establecimiento de hostelería... a poco que uno se fije se advierte claramente el pelaje que predomina en la sociedad. No es solo el aspecto, Dios me libre de manifestar tal criterio de juicio, es la actitud, es el aseo, es la postura, es la manera de hablar, la manera de comportarse, los programas más vistos en la televisión... es el clima de indiferencia que transmite una sociedad asomada permanentemente al tiktok y al dictamen inapelable de los y las influencers.

Paradójicamente se da una especial contradicción: es lo que nos merecemos y sin embargo no nos merecen. Somos, en el fondo y en las formas, una sociedad dócil que vive en una permanente digestión. A cada marrón le sucede otro mayor y no basta un palé de bicarbonato para ayudarnos a pasar el primero (desde aquella moción de censura y las advertencias de las visiones apocalípicas, nos decían, de la que se nos avecinaba) y los siguientes bocados (pandemia con su confinamiento, vacunaciones con sus circunstancias, prelaciones y exclusiones, el precio de la luz, el de los combustibles, el disparado ipc, los impuestos, las paguitas de conveniencia...).... y no pasa nada. 

Y ahí seguimos, entre indignados e incrédulos, sin hacer más ruido que el que produce el tecleo y el pitido de recepción del guasap en nuestros chats íntimos, resignados por el regocijo que a algunos nos ha proporcionado, con el escaso orgullo que todavía nos queda, la solemnidad con la que la Corona ha despachado de un plumazo la vulgaridad e inanidad de buena parte de nuestra clase política. 

Creo que son ellos los que no nos merecen.

Verdinas con marisco.



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