lunes, 26 de diciembre de 2016

Triste wpp

 Feliz semana también para ti. Me quedo con el cacho...( y varios emotibesos)

Sé de un portal en el que en esta Navidad ha faltado la figurita materna representada por la Virgen María. Y es que, a pesar de haber luchado muy duramente -especialmente los últimos meses- acaba de fallecer Maribel.  Cayó enferma hace poco más de un  año y medio. Hasta ese momento hablábamos unas cuantas veces al año; los respectivos santos y cumpleaños, en Navidad, en fin de año y en alguna otra ocasión, cuando a ella o a mí nos apetecía saber cómo nos iban las cosas, pues nos llamábamos. Eso era todo, pero era mucho. Había sido más; cosas de juventud.

Ese ritmo de contactos fue disminuyendo según avanzaba su enfermedad porque llegó el momento en que a mí no me salían las palabras adecuadas. Se atascaba mi mente y se me formaba un nudo en la garganta. No sabía qué decirle sin que se notara mi desánimo ante el fatal progreso de su dolencia ni mucho menos mi total incapacidad para sacar unas palabras de aliento que no sonaran a lata de conserva.

Le diagnosticaron la misma terrible enfermedad por la que había fallecido primero su madre y más tarde su hermana. En el servicio público de salud de su Comunidad Autónoma se topó con una excelente profesional pero que no dudó en descerrajarle el diagnóstico sin rodeos retóricos ni almibarados. No daba crédito y confió, según me contó ella misma,  en que pudiera tratarse de un error. Ella solo se notaba cansada, aturdida y padecía continuas y dolorosas jaquecas.

Le recomendaron someterse inmediatamente a un tratamiento de choque previo a cualquier solución quirúrgica pero ella prefirió, en primer lugar, organizar la vida de su padre, de edad y estado mental muy delicado, y preparar a sus hijos de manera que pudieran encajar de la forma menos traumática ese pésimo diagnóstico.

Durante esos primeros días fue cuando más traté de hablar con ella e intentar infundirle mis modestísimos ánimos. Luego reconocí que poco más podía hacer y de muy poco le iban a servir ya mis mejores palabras.

Empezó su tratamiento, ingresó a su padre en una residencia, mandó a sus hijos de viaje, a colonias y campamentos y afrontó los primeras tandas de tratamiento con envidiable entereza y gran fortaleza moral. Siempre se reía de sí misma. Si me vieras -me decía- sentada en el sofá tranquilamente...¿pero cuando he estado yo sentada tanto rato en el sofá? Pasmá!, gritaba con su acento de San Fernando, Cai.

El tono de su voz comenzó a reflejar su deterioro físico a pesar de lo cual seguía haciendo planes y se sacudía los dolores y las náuseas como quien espanta una moscarda molesta. Al final ya hablaba con mayor dificultad, le prescribieron el uso de un corsé y empezó a circular por su propia casa en silla de ruedas y seguía padeciendo terribles dolores de espalda. Aún así echaba cuentas para volver a sus clases de pilates, de aerobic, a patear la calle, etc...

En mayo de 2015 escribí el post Pegado a tu dolor. Esa Maribel G.L a la que trataba de animar me contestaba todos los lunes con un madrugador whatsapp desde su móvil con las palabras que reproduzco al inicio de este otro post. Feliz semana también para ti. Y a continuación un montón de emoticonos de corazones palpitantes y besos. Lo hacía casi al instante de colgar yo mi entrada. Según su disponibilidad se extendía un poco más y establecíamos un fugaz intercambio de mensajes, regalándonos piropos y alabanzas. 

El domingo 18, antes de las nueve de la mañana - demasiado temprano para que Maribel me mandara un wpp desde su móvil- sonó en el mío el pitidito fatal: Isabel ha fallecido.

Ya no volveré a recibir ni su wpp ni todos esos emoticonos. Descansa en paz, Maribel. Un beso.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Navidad sí, pero...

Hace dos mil y pico años (a estas alturas todavía no parece que haya opinión unánime sobre la fecha exacta) nació Jesucristo, en un portal de Belén. Este es el hecho que desde pequeñitos nos han contado nuestros padres, nuestros abuelitos y las monjitas del Colegio, primero y después, superada la fase de los primeros pasos, hemos seguido creyendo, año tras año, navidad tras navidad, a medida de que nos hemos ido haciendo adultos. Ahora se lo contamos a nuestras hijas y a nuestras sobrinas y, además, también en casa, en representación de tal creencia, colocamos un portal en un lugar especial de nuestras casas para que los más pequeños crezcan en la celebración de esta bonita historia. Nos lo han recordado  en la Parroquia este pasado domingo y aunque, solo por unos días, hasta los más excépticos o descreídos hacen lo propio, tal vez por el afán de celebrarlo como siempre lo hicimos. Y no hay nada malo en ello.

El viernes pasado, después de compartir mesa y mantel con un montón de personas de orden, aseados y saludables en lo moral, aún con sus achaques en lo físico,  cada cual los suyos, porque había algunos compañeros octogenarios y septuagenarios, todos ellos veteranos servidores del Estado,  salí de la Comandancia con la sana sensación de haber culminado un año de mi trabajo con motivo suficiente para justificar un alto grado de satisfacción y orgullo. No es autocomplacencia, que dicho sea de paso, como ya dije anteriormente, como la vanidad y la ropa interior; la justa y en la intimidad. Después de cuatro años, dos proyectos, mil visitas, mil complicaciones, muchas horas de sueño y otros tantos desvelos, hemos logrado poner en funcionamiento las renovadas dependencias del viejo Cuartel. Si el agua nos respeta...

Saliendo por la rampa del aparcamiento se me vino abajo ese entusiasmo. Escuchaba las noticias de la radio y daban cuenta de que en Damasco, una niña de siete años había detonado un chaleco explosivo que ella misma llevaba adherido a su pequeño cuerpo, en una comisaría de Policía. Unas horas antes, en Alemania, la policía había detenido a un niño de 12 años cuando pretendía hacer lo propio en un mercado navideño. Y unos días antes, en un mercado de Nigeria, dos niñas habían hecho detonar sus cinturones explosivos. Fatal y desolador balance

Infancia y navidad son factores de combinación positiva y optimista pero que pueden alterar el sentido cuando añadimos valores negativos como pobreza, hambre, dolor y guerra. Desgraciadamente tenemos descontadas esas combinaciones porque pese al confort en el que habitamos, somos conscientes de que en muchos hogares y en otras latitudes la situación no es igual. Lo que no nos imaginábamos, hasta ahora, es que esa infancia aparezca en el escenario del crimen y con el papel de protagonista. ¿Qué mente y con cuánto odio es capaz de ajustar el chaleco o cinturón en un pequeño e inocente cuerpo de niña y darle un empujoncito en el hombro o en la espalda y mandarlo hacia su objetivo como quien despide a su hijo en la puerta del colegio, con la mochilita a sus espalda?

Ayer por la noche estuve viendo una buena película francesa Mayo de 1940 que narra la dramática marcha de un grupo de ciudadanos franceses huyendo de sus casas durante el  éxodo masivo (cerca de ocho millones de personas) que provocó la invasión de Francia por las tropas alemanas. La excelente música de Morricone ayuda a digerir algunas de las más duras escenas. 

Han pasado casi ochenta años y la humanidad no parece haber aprendido nada de nada.



 

 



 




lunes, 12 de diciembre de 2016

El puente de todos los años.

Me siento a desayunar y una mirada perdida colisiona con el calendario adherido a una pared de la cocina. Hoja a hoja han ido cayendo los meses  y nos hemos plantado en diciembre. Un último tirón y quedará liquidado 2016. Un amargo y caliente  trago de café con leche y un bocado de reflexión, no muy profunda, es cierto, pero muy tóxica para el estado de ánimo: ¡el tiempo vuela!

Tengo la sensación de que hace un instante acabábamos de mandar al trastero del sótano el árbol, las figuritas del belén y las guirnaldas navideñas y ya están subiendo otra vez por el ascensor; lo estoy oyendo. Nuevo domingo de Adviento, otro cirio encendido...Una frase que me quedó grabada el primero: Dios siempre está, a lo mejor somos nosotros los que nos ausentamos.

La sopladora de hojas secas, caídas en la calle, me despierta del ensimismamiento en el que me había sepultado mi  reflexión. Al rato, pasa la otra maquinita del demonio; la cepilladora-barredora que va recogiendo toda esa hojarasca caduca. Los tipos van con protectores auriculares y parecen ensañarse con esa torturadora fábrica de sonidos desagradables y los vecinos a duras penas podemos ni escuchar la radio.

Me asomo al balcón. Luce un sol brillante y cierro la puerta corredera tras de mí. Barro con la mirada todo el entorno de mi ciudad y trato de entender cómo es posible que a estas alturas de diciembre la temperatura roce los veinte grados. Intentaría disfrutarlo con un chapuzón en el mar pero las toses y mocos de casa recomiendan quedarme en ella cautelarmente; no sea que haya que asistir a Urgencias de nuevo. Virus total. Un brote de gripe inoportuno, si es que alguna vez no lo es.

Me conformo con depositar mis esperanzas de un nuevo baño algún otro día y me refugio en la tableta. Repaso los digitales y una punzada de frustración recorre todo mi cuerpo; una sana envidia. Todo el mundo está de puente; hoteles de Barcelona, Madrid, San Sebastian, etc, con altísimas tasas de ocupación,. Además me han mostrado (yo no tengo ni una sola de las redes sociales  que pululan por casa) fotos de amigos y conocidos en Londres, París, Roma.... hay algo que debemos estar haciendo mal, pienso con el tono hiriente de un autoreproche.

La vida, atendiendo a las necesidades principales y poco más se ha vuelto muy exigente y los meses finales del año marcan los picos más elevados. Y llegará la Navidad y querremos comer y beber y disfrutar excepcionalmente de los pequeños placeres mundanos, y la vida sube, sube, sube y los azules siguen evaporándose y pretenderemos acercarnos a la nieve y dejarnos caer desde las cumbres del Valle de Arán, ¡qué menos! Pues a dosificarse!

Recibimos en el puente a una vieja amiga ferrolana y a su hija (crecen...) y parece que el tiempo se ha detenido. Nos vemos con idéntica complicidad y hablamos como si lo que ayer ocurrió en las calles de Ferrol lo hubiéramos presenciado con nuestros propios ojos. Me lleva el recuerdo a la Plaza del Marqués de Amboage y a la Pastelería Ramos y su fantástica tarta Sácher que devoraba a bocados bajando hasta el Cantón, por la calle Real, y al viejo Arsenal. Y si apuro me veo circulado con el viejo Escort hasta mis arenales de Doniños. Y la tortilla paisana de El Gallo....

En cierto modo eso también es viajar y aprovechar el puente. Ya llegará la nieve.










lunes, 5 de diciembre de 2016

Claros y transparentes (ambos)

Clara y transparente (ella) acude a la llamada. Pero no dice nada. Solo eso, que es clara y transparente. Y rie, como siempre. Bueno, al final, en cierto modo, sí habla. En voz bajita y sin mucha gente; que nadie haga muchas preguntas, no sea que...

Habla como viste. En eso parece bastante coherente, he de reconocerlo. Y muy probablemente de esa misma manera, piensa y también actúa. Es clara y transparente porque no engaña. Aunque le aplaudan los suyos y sus socios de partidita (ojito con ellos, Clarita) que, dicho sea de paso, también son claros y transparentes, aunque no lo parezca, porque, efectivamente, no lo parece.

Claro y transparente (él) debió cansarse de la azada y del riego por goteo de sus jardines, que eso es muy duro y decidió desprenderse del peto-pantalón. Deslumbrado probablemente por el lujoso entorno en el que desempeñaba su actividad profesional, debió creer que él también podría lanzarse a la aventura inmobiliaria y claro está, no solo y exclusivamente para ganarse honestamente la vida, no. Para dar un pelotazo, que en eso los torpes y tontos ciudadanos seguimos viéndolas venir. Nosotros solo nos asomamos a nuestro  buzón de correspondencia para recoger, un día sí, otro también, los recibos del banco, de Gesa -gas y electricidad- de la aseguradora, del cole de las niñas, las tasas de la incineradora, los ibi,s etc. y tratar de atenderlos puntualmente. Y cuando encendemos la tv seguimos viendo banqueros, bancarios, políticos, futbolistas, etc. enganchados al pegajoso chicle de la corrupción, testificando sobre los jirones que se ha llevado cada cual en esta época de escasísima honestidad en que nos ha tocado sobrevivir.

El problema es que no solo nos toman por idiotas, es que además nos dicen a la cara que lo somos, tomándonos, sin excepción, como borregas adoctrinadas en la cultura de la excelente propuesta-bazofia de nuestras televisiones. Ya les va bien así. 

Los últimos en incorporarse venían supuestamente a regenerar la vida política y al final resulta que se han regenerado ellos. Poco han tardado en quitarse las máscaras. No hay más que verlos y no hay por dónde cogerlos. Porque visten igual para un acto público de toma de posesión que como lo harían para compartir una botellona en la caseta-transformador eléctrico de la urbanización un viernes por la noche. Y hablan....¡cómo hablan! Y mandan...¡cómo mandan!

Parece que por el empeño de uno solo de los periódicos locales,  el mismo que -erre que erre- acabó destapando sonados casos anteriores y por los que fueron arrojando a las mazmorras a ilustres figurines de la purulenta política autóctona, va dando resultado y la justicia, bastante más tuerta que ciega, va a acabar sabiendo del asunto.

Y a todo esto, ¿el banco? Silencio total.  ¡Qué raro....!

Paradójicamente esta semana pasada, a bombo y platillo y con los cacareos propios de esa casta, se ha aprobado, mediante Ley, la creación de la Oficina de lucha contra la corrupción de Baleares.

hala pues! a trabajar! 

Aniversario

Mañana, dia 6 de diciembre, a pesar de mis vacaciones, -será que soy tonto- me vestiré como corresponde en los actos de especial relevancia y compareceré en el acto institucional de celebración del XXXVIII Aniversario de nuestra Constitución. Va cumpliendo años, va haciéndose mayor y muy probablemente necesite un poco de botox aquí y algún retoque por allá, pero es la que tenemos, la que nos ha traído hasta aquí, la que ha permitido que una nutrida tropilla de personajes 2.0 puedan hacer y decir toda clase de barbaridades con la intención de ofenderla, vejarla y maltratarla y que no les pase nada. 

A ella y a los que la respetan, feliz cumpleaños. 

lunes, 28 de noviembre de 2016

Una semana en el recreo


Sigo gestionando pésimamente mal mis días libres, vacaciones y descansos. En consecuencia y tal vez este año sí que está justificado, se me presenta el mes de diciembre y me queda un montón de días para poder ausentarme -legítimamente- de mi puesto de combate.

Las temperaturas y las condiciones climáticas de Mallorca funcionan como un corazón arrítmico y se alternan días de cierto fresco y lluvia con jornadas de altas temperaturas y cielo azul. Por esa razón, combinando clima y tiempo libre, me he acercado al rincón preferido de mi recreo particular, mi playa. 

Ya han retirado todas las sombrillas y los temporales de principio de mes han empezado a redefinir la orilla y el resto de la playa, proporcionándole un aspecto entre triste y natural. Una espesa marea de algas se extiende sobre la arena y oscurece los primeros metros del fondo. El mar, cuando empuja, lo hace con frenética violencia y ha levantado alguna de las enormes planchas de hormigón contra las que choca el intenso oleaje. Eso ya ha pasado otros años y cuando llegue el verano próximo nos adaptaremos a la nueva fisonomía.  Hoy reina una apacible calma y me regalo un fantástico chapuzón. No es una exageración. Estoy literalmente solo en el paraíso.




Antes de abandonar la playa, como podría ser la penúltima visita en no se sabe cuánto tiempo, una foto a contraluz y una visión de este pequeño resort alejado en estos días, del jolgorio habitual de otras fechas. Me despide con su uniforme de invierno. Está refrescando y anuncian temporales. Es lo propio de la fecha pero constituye una excelente terapia el baño y la contemplación de este paisaje, más aún cuando se embravece la mar y arrecia el viento. Veremos.

Regreso a casa y caen las primeras gotas de fina lluvia. Bajan las temperaturas y el resto de la semana no he podido acercarme a ese recreo. Parece que, esta vez va en serio, el invierno viene a instalarse. 

Echo cuentas y constato que ya hace tres años que abrí este blog, a mi regreso de la misión afgana. Ciento sesenta y cinco entradas y más de quince mil visitas. Me siento orgulloso y satisfecho. No es vanidad. La vanidad, en todo caso, como la ropa interior: no se debe exhibir y a ser posible, para disfrutar en la intimidad. (Y la justa)

lunes, 21 de noviembre de 2016

Suzanne

Un perro -probablemente un cachorro- ha ladrado durante toda la noche. Y aún así, duermo. A pesar de que las temperaturas ya recomiendan mantener la ventana cerrada, se escucha con absoluta claridad. Eso y los pasos -con tacones- y arrastrando un trolley de la que, a buen seguro, es una tripulante de cabina de vuelo.  La vecina.

Un motorino, antes de las seis de la madrugada, pasa con todo el estruendo por el callejón de detrás. Se detiene y se queda, en medio del silencio reinante -excepto el perrito-,  con el motor en marcha. Se escucha la patada contra el caballete y al cabo de un rato, nuevo acelerón y al girar, al final de la calle, su sonido se diluye lentamente mezclándose como un rumor con los ladridos del perrito.  El repartidor del periódicos. 

Vuelve el silencio y logro escuchar mi propia respiración. Me agobio. Y siguen los ladridos del incansable cachorrito.

La noche anterior debí dormirme antes de las doce, justo cuando el locutor de la radio anunciaba una primicia relativa al contrato de Messi. El periodista.

No resistí y perdí el conocimiento. Estoy fresco. He dormido, a pesar de todo, mis seis horitas y me cuelgo el pinganillo del auricular de la oreja izquierda. Murió Cohen y suena Suzanne y envuelve mi dormitorio con un pesaroso aroma de melancolía y, joder, ¿no será demasiado temprano como para dejarse llevar por la tristeza de este señor que tanto se parecía físicamentea a mi abuelo paterno? El cantante.

Un perro, una azafata, un repartidor de prensa, un locutor de radio, un cantante, Messi y yo. Sin quererlo somos capaces de compartir unos breves instantes y todavía no son ni las seis de la mañana. Qué paz!, pero sigue el perrito ladrando y yo me doy un tiempecito antes de despegar el edredón de mi cuerpo y de echar los pies a tierra firme, donde ya no habitan ni los sueños ni el insomnio.

Y pasa lo que tiene que pasar. El duermevela. Ese instante impagable en el que recaemos en tan solo uno de los brazos  de Morfeo como si lo hiciéromos sobre un pellizco de algodón. Leve pero reparador.

Leonard Cohen ha desenfundado su guitarra y rasguñea sobre ella unos leves acordes. Se incorpora sobre su asiento hacia adelante y nos mira con amable sonrisa. Recita -repito yo en el desván de mi memoria ram- su discurso en el momento de recoger su Príncipe de Asturias 2011. Sencillamente colosal y muy emotivo. Ahora, más.

La azafata, elegante y perfectamente maquillada, desde mucho antes del briefing matutino pasa un primer servicio a bordo. Té con virutas de naranja. Suzanne feeds you tea and oranges..... La miro. Me mira. Sonríe. No me atrevo a mantener la mirada y vuelvo a las manos de Cohen sobre su guitarra.

Leo el períodico: La ¿Honorable? calla sobre el palacete. Debe ir con el cargo, Presidente se escribe con "P" de Palacete. Aparece un Banco (ya no lo es) y demás parientes. Quien calla, otorga, dicen. En la Plaza de los patines llueve y solo unos niños juegan a hockey en linea y unos adultos toman gintónicos en un Bar. No pasa nada más. Nada. De nada.


Suzanne takes you down to her place by the river
you can hear the boats go by, you can spend the night forever
and you know that she's half crazy and that's why you want to be there
and she feeds you tea and oranges that came all the way from china
and just when you want to tell her that you have no love to give her
she gets you on her wavelength and she lets the river answer
that you've always been her lover...



Preferiría seguir soñando, mientras pudiera seguir escuchando a Cohen porque la realidad es mucho más cruda. Se cuelan banderas y gestos inapropiados y no pasa nada. Y el hijo como su padre...."frente a quienes practican la intolerancia..."

Tampoco eso me lo han contado.

Me fijé en la tripulante de cabina y al final unos imbéciles arrancaron las alas de los aviones y quedaron aparcados bajo la lluvia en una triste plataforma del aeropuerto de BCN. Yo ya le había devuelto la sonrisa y  de ella sigo enamorado. Se esfuma Cohen - jamás su música-. Messi seguirá marcando goles. El repartidor de periódicos volverá mañana con otro titular: la Honorable, calla. Solo unos niños juegan a hockey en la plaza de los patines. Nada más.








lunes, 14 de noviembre de 2016

¡Tengan cuidado ahí dentro!

Como cada mañana el viejo utilitario traquetea sobre el irregular pavimento de adoquines. Todavía en penumbra por la escasa luz del incipiente amanecer, la pequeña plaza soporta un leve tránsito de peatones -la mayor parte de ellos funcionarios- . Como siniestras enredaderas metálicas, los andamios siguen trepando por las fachadas de sus edificios. En el centro, un olivo milenario que luce con elegante esplendor. Contrapunto. La lluvia cumple su papel y coloca la guinda en la escena. ¡La que está cayendo!

El coche se detiene junto a la relojería y se  apagan sus luces. En su interior, las siluetas de dos personas en lo que parece una parada habitual, una charla de café exprés sin taza, sin azúcar, sin cucharilla. Sin café. Solo palabras y alguna risa contenida. No están los tiempos para hacer mucho ruido.

En el asiento de atrás, la advertencia de un veterano sargento de los blues de Hill Street, Sgt. Phil Esterhause. Pasa lista a las 7:30 mientras en la radio recita su retrato de la jornada Luis del Val. Michael Conrad con su camisa impecablemente planchada, sisea suavemente varias veces para llamar su atención. Levanta su indice y con toda la severa parsimonia y gravedad, impuesto el silencio, sugiere:

- Let´s be careful in there.

Al instante. como un azucarillo en ese café caliente, se desvanece su figura del retrovisor. Los ocupantes del coche estrechan sus manos y, con el último chascarrillo, se despiden.
-Ya te diré cosas!

La imagen de todos los días se identificaría fácilmente con un emoticono  que representara el vuelo de una toga. ¿Para cuándo? Ya están tardando los más ingeniosos. Es agobiante, o lo parece. Y preocupante, apostillaría.  Los papeles se detienen y el flujo de wpp,s y sm,s pierde caudal. La administración local está herida y sigue subiendo la fiebre. Es más sonora la alarma que la certeza y gravedad de los hechos; mayor el destello de los flashes -ávidos de retratar celebridades políticas entrando en coches caminito del juzgado- que la probabilidad de cobrar una pieza de caza mayor. El tiempo dirá. ¿justicia asimétrica?, es decir, ¿justicia?

En todas las casas cuecen habas. El pisito de Alcobendas no parece ser un hecho aislado. Hay más pisitos y también en Mallorca. A la que se sacan las uñas -entre ellos- y se disputan su poder, salen trapitos (y pisitos) y vomitan sus miserias, que al parecer tambien, como las meigas, haberlas, haylas.  El orondo violonchelo parece estar también apolillado y el violonchelista que lo maneja no parece ser tan virtuoso. Se acusan de hacer lo que no dicen y de decir lo que no hacen. Y apenas han tocado pelo...

Solo por lo mucho que ha irritado a algunos ya estoy disfrutando de lo lindo con la victoria de Trump.  ¿No querían populismo, no son partidarios de la expresión libre, del pulso de la calle, de la reacción de los descontentos? O acaso exclusivamente de lo que sugiere  su ombligo?



 Dance me to your beauty with a burning violin
dance me through the panic till i'm gathered safely in
touch me with your naked hand or touch me with your glove
dance me to the end of love
dance me to the end of love
dance me to the end of love


lunes, 7 de noviembre de 2016

Qué suerte!

Se lo escuché por primera vez a mi amigo y compañero de misión Fran (echo de menos tu blog, bribón) y lo repetía el bueno de Mario: "Qué suerte ser Perez-Reverte". 

Si yo manifestara que Arturo Pérez-Reverte tiene una prosa excelente y que escribe muy bien lo haría colorado como un tomate, o pasaría por un perfecto imbécil. ¿Quién soy yo, más que modesto lector, para hablar bien o mal de un prestigioso escritor? ¿Qué valor tiene mi criterio? piltrafilla de mi, ¡oh infelice!

Decían aquello porque, coincidiremos, como si perteneciera él a un grupo de seres superiores, no se apea de la permanente descalificación de todo ser humano que le rodea, especialmente si es español, a pesar de que no disimula su patriotismo y su orgullo por nuestro glorioso pasado.

Manifiesta en una entrevista en la Cope: "Los Españoles somos tan incultos que necesitamos poner etiquetas. Una de ellas, referida a la guerra civil española, es que fue una guerra de buenos y malos. Los del bando de los nacionales eran malos y los del bando republicano eran buenos. Eso es mentira. Había en los dos bandos hijos de la gran puta, asesinos, canallas y gente noble, idealista; en los dos bandos hubo gente que murió luchando heroicamente en ambas trincheras. La guerra fue un disparate en que los españoles se vieron envueltos"

La gran suerte de Pérez-Reverte es poder decir y escribir cosas como esta sin que ni le linchen públicamente ni le monten un escrache, o sea. He empezado a leer su última novela Falcó, todavía humeante del horno,  deliciosamente ambientada en aquella guerra civil española y ya en las primeras hojas se identifica fácilmente la inquina de aquellos primeros años de contienda con los sentimientos de algunos personajes ante la  situación política actual. 

Llevamos muchos años de transición permanente, (Luis del Val) pero la mayoría ni siquiera hemos heredado -sencillamente porque no existió nunca-  odio alguno de nuestros padres y abuelos, hacia lo hijos y nietos, descendientes todos, del otro bando. Ese es mi caso y probablemente, como dice Reverte, todos tenemos motivos de dolor por uno u otro bando en el que pillaran a alguno de nuestros progenitores o familiares. No obstante, cada día y en algunos casos hasta el hartazgo, asistimos atónitos a nauseabundas muestras de un odio rancio, extemporáneo, de gente que no parece tener nada más constructivo ni interesante que hacer que verter su mala bilis -que es mucha- sobre personas que ni vivieron la guerra, ni la posguerra, ni se identifican con ninguno de los bandos, ni se beneficiaron jamás de privilegio alguno. Asaltan iglesias con las tetas pintarrajeadas y claman por hacer con sus vaginas los que les salga de ellas, insultando a inofensivos fieles de creencias muy alejadas de sus excesos violentos, que no dudarían en poner la otra mejilla. A ver si demuestran ese arrojo y valentía para meterse en una mezquita y son capaces de vociferar ahí sus repugnantes soflamas.

Respetemos la memoria histórica, pero respetémosla todos y respetemos nuestras creencias. Todas.

Leo con avidez este relato de Perez-Reverte y me dejo llevar por la imaginación, subiéndome a un tren de larga distancia de una época no vivida pero sí contada -sin odio- y leída sin tanto exceso de pasión fingida como hacen otros. Siento el traqueteo;  cruje la madera del suelo y de los asientos y creo ver al fondo del vagón un tipo de rostro siniestro, con sombrero, fumando un "ideales". Ese vagón, ese tren que me llevó durante años desde Barcelona hasta el apeadero de San Juan, un poquito más allá de San Cugat del Vallés, cada mañana de cada curso escolar.

lunes, 31 de octubre de 2016

Jalogüin político


Nos sentamos en la mesa y compartimos mantel nuevamente en jornadas previas al Día de Difuntos. Mis hijas, ¿cómo no? vuelven a la carga con su particular séptimo de caballería. Definitivamente zanjo la cuestión con irónica pose  al tiempo que les muestro el terrorífico trailer de El exorcista, en el que  mi "dulce" niña Reagan vomita el puré de guisantes  contra el Padre Damien. (me parece que cambiarán el disfraz, todavía les tiemblan las piernas)

-Pero, ¿qué coño es jalogüin?

Todos los años la misma catalineta, que si las chuches, que si los disfraces, que si puedo ir a dormir a casa de fulanita, que vamos a andar por la calle vestidos de zombis decimonónicos, jas, jas, jas, con un camisón de hilo de la abuela pintarrajeado con pinturetas rojas, etc.

La resistencia mallorquina que va quedando a pie de cañón y fiel a nuestras tradiciones y que no milita, por tanto, en las imposturas culturales anglosajonas, reivindica els rosaris ensucrats (frutas escarchadas) y yo en todo caso, sumado a esta reivindicación haré unos panellets de toda la vida de mi añorada Barcelona casi natal y compraré huesitos de santo. 


Quizás, uno de mis zombis favoritos y lo digo con total respeto y admiración musical es Amy Winehouse que comparece en mi itunes con mucha frecuencia. La descubrí una vez superado el hartazgo al que  te llevan las discográficas primero y las emisoras de radio después, cuando brota un fenómeno musical que sobresale de lo mínimamente aceptable. Renegué inicialmente de su afamado y sonadísimo Rehab y su contumaz, no, no, no...(¿A qué te suena?) y huía del personaje por su cliché  de rebeldía con muchas drogas, mucho alcohol y mucho tatoo. Más tarde, con más calma, empezaron a sonar el resto de canciones del Back to Black al mismo tiempo que la propia cantante aproximaba su existencia hacia la autodestrucción y al abismo; más drogas, mas alcohol, más tatoos.  

Me gusta escuchar su voz y tengo entre mis favoritos el video de un concierto suyo en Londres (imprescindibles Zalon y Adé) en el que demuestra con absoluta naturalidad -rostro destensado- todas esas adicciones, pero perfumadas con su talento sobrenatural para la música y una voz privilegiada. 

No, no, no... La banda de los winehouse agoniza en el Congreso de los Diputados y asisten derrotados sus componentes a su propio funeral después de pegarse un tiro en el pie, después de haberse escupido sus odios, después de perder y hacernos perder casi un año y de haber puesto en riesgo la recuperación económica y la credibilidad de España en escenarios internacionales muy exigentes. Después de la pesada digestión de cada uno de los noes (¿qué parte del no es la que más te va a costar digerir?) les queda llorar como viudas desconsoladas de un poder que nunca tuvieron; en todo caso huérfanos de su propio partido (abierto en canal) y herederos de escaños perdidos, pero sobre todo, muy alejados de sus cacareadas aspiraciones progresistas y reformistas, que sabrá Dios a qué se refieren.  Y vaya compañeros de viaje.

Nuevamente lo digo: ¡qué pereza! Casí preferiría una noche de farra de jalogüin con mis hijas -truco o gintonic- que presenciar el esperpéntico desfile de zombis políticos descamisados y desaliñados, caricaturas, ópera bufa de lo que debe ser un Parlamento. 

Como no me quedan argumentos, me levanto y me voy. Y luego me vuelvo a sentar. Como una patulea de colegiales.

https://www.youtube.com/watch?v=UNkuQQ3FJ8U

lunes, 24 de octubre de 2016

Bajo los soportales



Bajo los soportales de la Plaza del Mercadal y, hasta que nos rematen con el horario de invierno, cada madrugada más oscura, revolotean como tórtolas inquietas los sueños rotos de tres o cuatro indigentes. Duermen -más precisamente, pasan la noche- sobre viejos y sucios cartones usados, junto a sus propios demonios y pesadillas, ahuyentados someramente por unos tragos compartidos de un tetrabrick de tinto malo del súper. Algún día cruza uno de ellos ante mi coche con la mirada extraviada, desperezándose, arrastrando los pies con aparente serenidad y ajeno a la asunción de mayor responsabilidad que la de procurarse un primer bocado y algunas monedas para pasar el día, que, digo yo,  debe hacerse muy largo. 

Si llego a ese punto con ligero retraso sobre la hora habitual, ya les han hecho el dormitorio. Una escoba y una fregona han dejado los adoquines relucientes y el aire fresco de la mañana ha ventilado la estancia. Un alma caritativa, una silueta negra que  apenas logro distinguir, se encarga de ello. No hay misterio alguno.

Muy cerca del Mercado del Olivar, ocio y negocio de exquisita gastronomía, los Padres Capuchinos reparten cada día sustento alimenticio a cuantos se acercan y llaman a su puerta. Cerca de una veintena de pobres de solemnidad se arremolina junto a los muros, esperando que se abra esa puerta a las horas del desayuno, del almuerzo o de la cena. Hace unos meses tuve ocasión de conocer al Padre Josep María y he de manifestar que dentro de  ese Convento, en sus íntimas y modestísimas entrañas, se descubre el verdadero significado de la palabra caridad. Estuve charlando un ratito con él. Lo suficiente como para proporcionarle la oportunidad de descubrir que detrás de cualquier persona, independientemente del horroroso trabajo que le ocupe -en mi caso y a mucha honra, militar- se encierra similar sentido de esa virtud. Se trataba de hacerle llegar un modesto donativo  de la Guardia Civil y advertí que le brillaban los ojos al descubrir su procedencia. Los militares, también la Guardia Civil, no somos en absoluto ajenos al dolor y padecimiento de los más desfavorecidos. Seguí sorprendiéndole. Le reconocí que en la lejana Barcelona de los 70, algunos domingos, mis padres y mis hermanos acudíamos a la misa de los Capuchinos de Sarriá. Supongo que obedecía más a una cuestión de conveniencia horaria que a la más mínima empatía con el credo capuchino, trufado entonces con el más beligerante activismo político y pre-nacionalista catalán. Estuvimos hablando de la capuchinada, de Xirinacs, de aquella trémula antesala de los importantes cambios que iban a traernos los años siguientes; la muerte de Franco, la coronación de D. Juan Carlos, la transición, las primeras elecciones, etc. Me escuchaba con vivo interés y él recordó haber sido también testigo de todos esos acontecimientos.

Cuarenta y pico años después estos monjes han abandonado, tal vez, su activismo político y centran sus esfuerzos y su particular cruzada contra la pobreza en nuestras calles.  Desgraciadamente no hace falta ni ir muy lejos ni salir de España. Para muchas personas -adultos y menores- sigue haciéndose de noche, día tras día,  sin más porvenir que intentar ocupar las siguientes horas a estómago vacío. 

Existen cientos de héroes anónimos -estas sí son vidas ejemplares- que sin mayor retribución que la satisfacción que proporciona la ayuda al prójimo, colaboran diariamente y de forma desinteresada para llevar alimento y apoyo a los más necesitados. Me honra mi amistad con Jose YW, uno de ellos. Cuando le conocí todavía trabajaba, en turnos de mañana, tarde y noche, en una central eléctrica. Ni por esa razón ni por un mal catarro dejó de asistir a su puesto solidario, finalizada su jornada laboral. Y ahí sigue, ya jubilado, pero remangándose día tras día, sudando en verano y pasando frío en invierno, descargando palés, trasladando sacos de arroz o de harina desde la furgona al almacén o desde el almacén al comedor social. 

-No queremos fotos. Queremos, necesitamos brazos.

Banco de Alimentos, Cáritas, Zaqueo, Operación Kilo.... A todos nos suenan estas asociaciones y operaciones. Detrás de ellas, cientos de voluntarios que bien podrían quedarse confortablemente en sus  casas o en la playa o junto a sus hijos y nietos. 
El pasado día 17 se celebró el Día internacional para la erradicación de la pobreza. En la Plaza de España de Palma hubo batucadas; mucho ruido, pero...¿cuántas nueces?

Siento vergüenza propia y gran remordimiento por mi injustificable indolencia. Hay todavía tanto por hacer. Qué menos que dar las gracias a todos esos voluntarios que, sin necesidad alguna, dedican su tiempo a los más desfavorecidos. Gracias, Jose. (con acento en la o, sin tilde, como me gusta llamarte).

lunes, 17 de octubre de 2016

Ya llueve



Parece que empieza a ser más habitual la lluvia. Bien nos vendrá para nuestras exiguas reservas de agua. Las playas quieren echarse la sabanita de entretiempo; un manto de algas secas se tiende sobre la orilla y ayudará a mantener la arena hasta que regresen los veraneantes. Yo sigo alargando la temporada de baño y espero que las treguas entre tormentas nos los permitan.



Había llovido toda la noche. Lluvia fina, lenta, buena. Dos arroyuelos de agua de esa lluvia bajaban esa mañanita (tan temprano que era -otra vez- noche cerrada) por la calle Mussol. Camino de mi primera parada, pasaba el limpiaparabrisas y el coche, a su paso, iba pisando charcos, salpicando.



La realidad política y social de este final de año está encharcada, anegada por un chaparrón permanente de disparates. En este país no cabe mayor cantidad de majaderos.



Escucho cada madrugada los primeros informativos. Entre sueños, el de las cinco y casi totalmente despierto el de las seis. Las majaderías cuelgan de las ondas como racimos de uvas con el tamaño de las sandías y sería para romperse la caja si no fuera por la gravedad de la situación. Que un mequetrefe con cargo municipal cometa delitos a la puerta de su ayuntamiento es un claro síntoma de grave enfermedad. Si ese acto queda impune es que tal vez tenemos lo que nos merecemos. El cómo ha llegado hasta ese cargo es algo que merece una seria reflexión. El cargo impone responsabilidad y ejemplo. ¿Qué ocurrirá el día en que un ciudadano -contribuyente municipal- se acerque a la sede del Ayuntamiento de Badalona y rompa con chulería y desafío el recibo del IBI o el de las tasas por recogida de los residuos sólidos o un sanción? ¿Qué hará el Ayuntamiento? Acudirá, es de suponer,  a un procedimiento ejecutivo en el ejercicio de sus propias prerrogativas. A lo mejor, para eso, sí actúan con todo el rigor. Y si nadando, nadando, llegan a la vía judicial, llamarán a la puerta del Juzgado del cual hacen añicos los autos. ¿A qué estamos jugando? ¿Qué respeto merece esta deficiente partida de cargos públicos?



Seguía lloviendo. En Palma de Mallorca, muy cerca de donde yo vivo, se ha producido un alarmante supuesto de violencia infantil. En tiempos de otro Govern, habrían saltado por los aires y por este orden; el profesor de patio, el tutor del curso, el jefe de estudios, el director del centro, el Conseller de Educación y el Presidente de la Comunidad. Habría habido manifestaciones en clave verde un día tras otro. Ahora, en este caso, con el gobierno que preside una de la banda de los Winehouse, para el sindicato de profesores -sectarismo puro- la actuación del centro, en general, ha sido ejemplar y ajustada a derecho, los profesores estaban en su sitio (en el patio, pero mirando hacia otro lado, a la vista del resultado del apalizamiento de la menor), la directora ha hecho lo que debía y por si no fuera suficiente, otro altísimo cargo  (¿también médico?) acusa a la familia de la víctima y a algún medio de exagerar. La niña ha estado hospitalizada y reingresada por su estado de salud. Impresionante diagnóstico oficial.

Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...