lunes, 21 de noviembre de 2016

Suzanne

Un perro -probablemente un cachorro- ha ladrado durante toda la noche. Y aún así, duermo. A pesar de que las temperaturas ya recomiendan mantener la ventana cerrada, se escucha con absoluta claridad. Eso y los pasos -con tacones- y arrastrando un trolley de la que, a buen seguro, es una tripulante de cabina de vuelo.  La vecina.

Un motorino, antes de las seis de la madrugada, pasa con todo el estruendo por el callejón de detrás. Se detiene y se queda, en medio del silencio reinante -excepto el perrito-,  con el motor en marcha. Se escucha la patada contra el caballete y al cabo de un rato, nuevo acelerón y al girar, al final de la calle, su sonido se diluye lentamente mezclándose como un rumor con los ladridos del perrito.  El repartidor del periódicos. 

Vuelve el silencio y logro escuchar mi propia respiración. Me agobio. Y siguen los ladridos del incansable cachorrito.

La noche anterior debí dormirme antes de las doce, justo cuando el locutor de la radio anunciaba una primicia relativa al contrato de Messi. El periodista.

No resistí y perdí el conocimiento. Estoy fresco. He dormido, a pesar de todo, mis seis horitas y me cuelgo el pinganillo del auricular de la oreja izquierda. Murió Cohen y suena Suzanne y envuelve mi dormitorio con un pesaroso aroma de melancolía y, joder, ¿no será demasiado temprano como para dejarse llevar por la tristeza de este señor que tanto se parecía físicamentea a mi abuelo paterno? El cantante.

Un perro, una azafata, un repartidor de prensa, un locutor de radio, un cantante, Messi y yo. Sin quererlo somos capaces de compartir unos breves instantes y todavía no son ni las seis de la mañana. Qué paz!, pero sigue el perrito ladrando y yo me doy un tiempecito antes de despegar el edredón de mi cuerpo y de echar los pies a tierra firme, donde ya no habitan ni los sueños ni el insomnio.

Y pasa lo que tiene que pasar. El duermevela. Ese instante impagable en el que recaemos en tan solo uno de los brazos  de Morfeo como si lo hiciéromos sobre un pellizco de algodón. Leve pero reparador.

Leonard Cohen ha desenfundado su guitarra y rasguñea sobre ella unos leves acordes. Se incorpora sobre su asiento hacia adelante y nos mira con amable sonrisa. Recita -repito yo en el desván de mi memoria ram- su discurso en el momento de recoger su Príncipe de Asturias 2011. Sencillamente colosal y muy emotivo. Ahora, más.

La azafata, elegante y perfectamente maquillada, desde mucho antes del briefing matutino pasa un primer servicio a bordo. Té con virutas de naranja. Suzanne feeds you tea and oranges..... La miro. Me mira. Sonríe. No me atrevo a mantener la mirada y vuelvo a las manos de Cohen sobre su guitarra.

Leo el períodico: La ¿Honorable? calla sobre el palacete. Debe ir con el cargo, Presidente se escribe con "P" de Palacete. Aparece un Banco (ya no lo es) y demás parientes. Quien calla, otorga, dicen. En la Plaza de los patines llueve y solo unos niños juegan a hockey en linea y unos adultos toman gintónicos en un Bar. No pasa nada más. Nada. De nada.


Suzanne takes you down to her place by the river
you can hear the boats go by, you can spend the night forever
and you know that she's half crazy and that's why you want to be there
and she feeds you tea and oranges that came all the way from china
and just when you want to tell her that you have no love to give her
she gets you on her wavelength and she lets the river answer
that you've always been her lover...



Preferiría seguir soñando, mientras pudiera seguir escuchando a Cohen porque la realidad es mucho más cruda. Se cuelan banderas y gestos inapropiados y no pasa nada. Y el hijo como su padre...."frente a quienes practican la intolerancia..."

Tampoco eso me lo han contado.

Me fijé en la tripulante de cabina y al final unos imbéciles arrancaron las alas de los aviones y quedaron aparcados bajo la lluvia en una triste plataforma del aeropuerto de BCN. Yo ya le había devuelto la sonrisa y  de ella sigo enamorado. Se esfuma Cohen - jamás su música-. Messi seguirá marcando goles. El repartidor de periódicos volverá mañana con otro titular: la Honorable, calla. Solo unos niños juegan a hockey en la plaza de los patines. Nada más.








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