Hoy, hoy, hooooyyyyy, hace veintiocho años que obtuve mi Despacho de Teniente Interventor de la Armada, y salía por la Puerta de Carlos I de la Escuela Naval Militar de Marín, Pontevedra, junto con otros veintitantos compañeros de la sexta Brigada (de aspirinos) y otros cientos de Cuerpo General, Infantería de Marina e Intendencia. Un hierático, irónico y altivo Comandante de Brigada, Teniente de Navío entonces y que llegó a lo más alto que se puede llegar en el escalafón de la Armada, nos despedía en el gesto más emotivo y humano de todos cuantos nos había dispensado a sus alumnos durante los meses de estancia bajo su manto de formación. Recuerdo sus clases de "Cultura y Arte Naval" como un compendio de obviedades a las cuales sacaba el jugo de tal manera que nos hacía parecer imbéciles irredentos. A pesar de ello y del inefable estilo de su Oficial de Brigada, guardo grandes recuerdos de las clases y de los momentos de "orden cerrado" ("Sexta Brigada,en semicírculo, a formar", ordenaba Gorricho). En líneas generales fueron meses de divertido aprendizaje y la estancia en Marín supuso el acceso a un entorno profesional, desconocido para mí hasta aquella fecha, pero que dejó profunda huella y que no he dejado de añorar desde que, por circnstancias del destino, la Armada y yo nos abandonamos (no del todo) en enero de 1990. Contemplo algunas fotografías con el uniforme azul y galones de Capitán en el Arsenal de Ferrol y recuerdo aquellos momentos como si hubieran pasado ayer por la tarde.
Hoy, hoy, hoooooyyyy volveré a vestir mi uniforme blanco (con la botonadura que toca, que cojones) y me presentaré en la Base Naval de Porto Pí y volveré a entonar con fuerza y orgullo la Salve Marinera. (Recuerdo la interpretación de los alumnos de la Escuela Naval en la Plaza del Obradoiro, Santiago de Compostela, ante el Papa, Benedicto XVI, y se me pone la "gallina en piel")
Viva Nuestra Señora, la Virgen del Cármen. Viva la Armada. Viva España.
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