Una de estas noches de alfombra afgana y arbolito de navidad con sus estrellitas parpadeantes y gracias a la excelente oferta televisiva, superpoblada de inteligentísimas autoridades con interesantísimas historias que contar, acompañadas de soeces risotadas y palmetazos (es la televisión que tenemos) sucumbimos a los encantos de una exquisita película, en un canal de pago: Antes de la medianoche, (tercera entrega de una interesante trilogía) cuya acción se desarrolla en una bellísima Grecia rural, alejada de los sobadísimos circuitos turísticos comerciales y ajena, por la sabiduría de uno de sus protagonistas, a la cruel crisis que la/nos azota desde hace años y que su dirigente clase política negaba y falseaba (nos suena). Se plantean en sus dinámicos diálogos, cuestiones referentes al feminismo, al compromiso y a la conciliación familiar, al amor, al sexo y a la religión; todo ello con un trasfondo social muy reconocible hoy en día, gran crisis de valores, en cualquier ámbito local. Resulta, además, el entorno geográfico, por mediterráneo, muy próximo a lo nostro, a lo balear.
De resultas del desarrollo de la película, he acabado identificando el sano ejercicio de hacer un peloponeso con el jugoso y apetecible bocado de practicar un "simpa" de prole y salir corriendo, con tu propia, sin maletas ni neceseres, a un hotelito apartado, a ser posible en idílico lugar y discutir apasionadamente, en pareja, sobre el por qué de todo (El perquè de tot plegat, de Quim Monzó) para, finalmente, redimirse con la dulce confirmación de sentimientos que el vertiginoso transcurso de los días impide disfrutar.
En esa reflexión me hallaba cuando por la radio escuché la noticia sobre la posible convocatoria, para este mes de enero, de elecciones generales en Grecia. Y, gracias a Dios y a todo el olimpo griego, va a resultar que el experimento con gaseosa nos va a resultar a los españoles gratis total y vamos a contemplar como los planteamientos del Podemos heleno, Syriza, pueden auparle al Gobierno de la nación, desde su arrebato y anunciada voluntad de no atender al cumplimiento de su enorme deuda exterior y de no seguir las directrices de Bruselas, consecuentes con su grave situación, pese a los tímidos datos de inicio de su recuperación. Por contra propugnan echar al saco de la deuda pública todas las necesidades de los ciudadanos griegos. Pues muy bien. Así podremos analizar el resultado en carne ajena. Indirectamente pagaremos las consecuencias porque el rescate de ese transatlántico a la deriva lo pagaremos el resto de los europeos.
La gran metáfora del crucero en llamas en medio del Adriático, en ruta entre una Grecia arruinada y una Italia que parece estar muy lejos, mientras el humo, la procelosa mar y las trampas en el cabotaje hacen cada vez más difícil el rescate de los pasajeros.
¿Podemos o nos ahogamos directamente?
La gran metáfora del crucero en llamas en medio del Adriático, en ruta entre una Grecia arruinada y una Italia que parece estar muy lejos, mientras el humo, la procelosa mar y las trampas en el cabotaje hacen cada vez más difícil el rescate de los pasajeros.
¿Podemos o nos ahogamos directamente?
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