lunes, 5 de enero de 2015

Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:


Este año me he portado muy bien. He ido todos los días al trabajo, menos las vacaciones, claro y he hecho mis deberes sin protestar. He obedecido, a la primera, a mi mujer y a mis hijas (incluso mi mujer, no ha tenido que mandarme nada, porque yo lo he hecho sin que me lo pidiera - soy así-). Me he cepillado los dientes todos los días y también me he afeitado. He pagado todos mis recibos (el de la hipoteca, también) y todas las facturas con su I.V.A. y estoy al corriente de todas mis obligaciones tributarias. Ordeno todos los días mi cuarto y no me he peleado ni un solo día con mis hermanitos ni he discutido con mi madre. Si me habré portado bien, que ayer no destrocé la tableta en la que había visto el partido entre la Real Sociedad y el Barça.

Este año no os voy a pedir nada para mí, pero sí dejo unas cuantas peticiones. Para España, os pido que pueda salir de la horrible crisis económica que ha padecido durante los últimos años y que hubo quien se limitó a negar y falsear, como algunos políticos griegos. También  que la liberéis de esa putrefacta lacra que es la corrupción y  que viene de la mano de muchos políticos de todos los partidos. También os pido, aunque se que os va a costar mucho, que vuelva al Tesoro Público todo el dinero que se han ido llevando muchos delincuentes aprovechados y también la inmensa riqueza que ha generado ese dinero  y que se vayan a la cárcel todos los que han puesto sus sucias manos en la Caja con intención de enriquecerse, lejos de la de servir a los ciudadanos honrados. También pido una justicia ágil, rápida y eficaz que consiga que, el que la haga, la pague enseguida, de forma inmediata, sin que tenga que pasar tanto tiempo que lleguemos, unos a olvidarse de todo o no saber y  los demás a olvidarnos del daño que nos han hecho.

Para el resto del mundo, os pido que desaparezca el absurdo odio de esos pirados islamistas radicales que, entre otras atrocidades absurdas, ven en los cristianos de hoy en día un enemigo inexistente, que dejen de amenazar a la humanidad con violencia y muerte de seres inocentes y que respeten la convivencia pacífica entre los pueblos, así que cuando volváis para vuestras casas, les podrías echar lo que os haya sobrado de vuestro oro, incienso y mirra por encima de sus cabezas, a ver si ven algo de luz.

Junto al turrón, la leche y el agua para vuestros camellos os he dejado alguno de los juguetes que me trajisteis el año pasado para que, por favor, os los llevéis. Os dejo el circo de playmobil, porque  los payasos se adueñaron de una parte de la pista y reclamaban su independiencia, pero exigían cada vez más luz de los focos y que los mayores aplausos fueran siempre para ellos y no consentían que los trapecistas ni los domadores hablaran su propia lengua sino que tenían que contar sus chistes y hacer sus mismos ruidos. Al final era un juguete aburridísimo; todos los días, lo mismo.

También os dejo el monopoly poque no he conseguido que nadie quisiera jugar sin hacer trampas ni especular y además estaba lleno de concejales de urbanismo que no hacían más que recalificar parcelas sin bajarse del mercedes.

Como habréis podido comprobar en el belén se me ha colado una figurita que dice que conocía a los padres de la Virgen María y que gracías a él supo que había sido concebida y que iba a dar a luz al niño Jesús. Creo que se llama Nicolás pero no he tenido cojones de echarlo. El asunto está en manos del juez Castro y eso me alivia un poco. Echaréis de menos al caganer Sánchez, pero es que estaba tan metido en su papel y eran tan reales sus deposiciones que lo he tenido que dejar en el cuarto de baño porque no hacía más que ensuciar y ensuciar. Lo he dejado colgado toda las fiestas con Calleja, el de Cuatro, para que cuando tenga que limpiarse con el papel no se me mate. En su lugar he puesto otro caganer que dice llamarse Pablo. Creo que tampoco lo va a hacer nada mal, aunque estos últimos días se me ha ido de farra con unos griegos y no sé yo....

En fin, os daréis cuenta de que no pido para mi, sino para todos los que queremos hacer las cosas bien y vivir en paz, los que queremos que nos dejen trabajar de forma honrada, sin padecer abusos y con sueldos dignos, acordes con nuestro rendimiento y entrega (¿estamos?) y contribuir a que nuestros hijos puedan disfrutar de un futuro mejor de lo que se adivina. (Y el año que viene, una mejor y más familiar Navidad).

P.D. Una última petición: unas zapatillas de felpa para mi vecinita del piso de abajo, para que cuando entre o salga a las seis de la mañana no despierte con sus taconazos y andares flamencos a toda la comunidad y que ha conseguido que ayer, domingo, mentalmente y a esa hora,  empezara yo a escribir esta carta.  Si no se las podéis traer vosotros, no os preocupéis; se las dejaré yo mismo en su buzón de correspondencia.

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