El tiktok golpea con insistencia en las mentes de nuestros hijos y parece que se ha convertido en la única estrella que guía sus pasos. La juventud lee poco (o nada) y la filosofía de la vida les viene en formato de video musical coreografiado por anónimos adolescentes o tipos con sus pieles cubiertas de tintas de todos los colores, con aspecto de presidario y con todas las bendiciones socioculturales vigentes; desde la perspectiva de género hasta el animalismo más activista. Vale.
Pero que abandonen otras inquietudes intelectuales y quieran ver su vida reflejada en unas escenas que mezclan naturaleza, coreografía, maquillajes extremos, habilidades corporales, deportes de riesgo y una canción pegadiza solamente les conduce a su indigencia intelectual.
En un futuro no muy lejano, alguien, además de hacer cupcakes y albóndigas de colores tendrá que inventarse vacunas, diseñar aeronaves, encontrar fórmulas matemáticas o físicas que mejoren el resultado de los actuales algoritmos caprichosos que dictan cómo hemos de vivir. Y otras muchas cosas que cubran las necesidades reales de la humanidad. Y gobernar bien, que parece que es algo muy difícil.
Es verano y vivimos al aire libre. Y no son solo los niños. En cualquier punto o accidente geográfico, desde un acantilado hasta la más poblada de las playas, desde la cubierta de una lancha hasta en la moto de agua se puede observar a un ser humano maniobrando con un móvil alrededor de su silueta, entre sonrisas, labios besucones y signos de victoria. No es un selfie: es un tiktok. Sin sentido del ridículo, cuando el sujeto en sí (o sujeta) empieza a modelar es a mí a quien le suben los colores a la mejilla por vergüenza ajena. No es justo.
Que los niños lean más, por favor, y que se dejen de tanto tiktok!!!
A la playa y dentro de la "senalla"
(Foto "robada" de la senalla playera de mi hija María) |
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