lunes, 16 de agosto de 2021

Vírgenes empoderadas y demás artistas

Al margen de las polémicas, desde que hace algún tiempo descubrí sus canciones, sus interpretaciones de trabajos de otros artistas, sus programas de viajes musicales por España y desde un punto de vista meramente artístico consideraba que era una cantante colosal. En el trasfondo de sus recientes éxitos figura, como contundente denuncia, la violencia machista que, al parecer, ella misma ha sufrido en sus propias carnes. Pocas personas con el perfil de actualidad y ese talento pueden hablar, y que sea cantando con esa excelente voz y musicalidad, de ese ardoroso asunto, demasiadas veces presente cada día en las crónicas de sucesos, por desgracia.

Dicho esto y desde mi ingenua aspiración de convivencia y respeto entre las creencias religiosas de cada cual ¿no podría haber encontrado otra manera de anunciar su gira, sus conciertos, sus actuaciones o sus discos? ¿Es necesario traspasar esas líneas de respeto hacia quien -insisto- en pleno derecho de cultivar las creencias religiosas que le de la gana, pueda sentirse ofendido por su infame deseo de utilizar la imagen de algo que recuerda a una virgen? ¿Se ha planteado utilizar en esa promoción algo que represente a otras creencias o hábitos sociales, o exigencias culturales? ¿Una burka, por ejemplo? No, claro. No son tan tolerantes y hay que echarle valor a ese descaro. La falta de respeto puede costar la vida. En cambio contra la religión católica sale gratis e incluso puede resultar económicamente muy rentable.

A menudo se critica a quienes desde partidos políticos o desde posturas individuales se defiende el derecho al culto que sea. Se les trata de mojigatos, se les encadena a una sistema político del que deberíamos empezar a desterrar su espíritu muerto de nuestro argumentario (tan rancio como aquello que evocan) y se debería tratar de buscar más motivos para acercarnos y ninguno que nos divida.

Cuando entran en colisión los derechos de las personas; el de libertad de expresión y el de fe y práctica de cualquier religión, ¿Quién ofende más y quién es más ofendido?

Automáticamente ha saltado la reacción política -alguien tendrá que velar por el respeto hacia los fieles católicos- y a continuación la réplica progre, cursi ad nauseam, como es habitual porque son siempre ellos, los progres y kulturetas, los que decretan qué es y qué no es libertad de expresión. 

Pues no, bonita, espero que no vendas muchos discos si para ello tienes que apoyarte, no en tu talento, sino en la burla y tu frustrado (y hortera) intento de blasfemia, aunque la polvareda mediática ya te haya ayudado bastante. 

Escuchar la excelente música y la estremecedora voz de Zahara no debería ser excusa para seguir pegándonos estacazos a diestro y siniestro.

Me has decepcionado. Me habría comprado tu disco.


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