En este escenario permanente que nos está dejando el covid seguimos viendo pasar, como si estuviéramos en el andén de una estación de cercanías por donde pasa un tren de largo recorrido que no tiene ahí parada, todos las fiestas y tradiciones que veníamos celebrando con mecánica puntualidad desde tiempo inmemorial: las navidades, los carnavales, las fiestas patronales, los encierros de los pueblos, los conciertos y espectáculos deportivos....y la Semana Santa.
Anclados en el sentimiento de nostalgia de un tiempo pasado mucho mejor, hemos llegado a la segunda Cuaresma de la pandemia y las calles de España volverán a quedarse huérfanas de nazarenos, costaleros, penitentes, cofradías, pasos y saetas. Especialmente intensas y emotivas las de algunas ciudades, el fervor y la pasión seguirán envasadas al vacío hasta el año que viene. ( y verás como, encima, luce el sol)
Luego, cada cual vive la Semana Santa según sus propias creencias. Algunos, sin especial arraigo religioso, no se pierden una sola procesión y las viven incluso con recogimiento, pero como si asistieran a una ópera. Por contra, muchos fieles no viven con especial fervor las procesiones y alejan su fe de esas manifestaciones populares. En cualquier caso, todos perdemos, creo, y una vez más, nos quedaremos en casa y asistiremos, o no, exclusivamente al culto y a las liturgias en nuestras Parroquias.
Otra cosa es el ayuno y la abstinencia. Entramos ahí en una faceta mucho más personal. Ante quienes ven en ese pequeño y personal sacrificio un extremismo religioso rayano en lo pueril y en la mojigatería, sería deseable que no criticaran ni perturbaran la conciencia de quienes lo practican. Muchos descreídos, en su falta de comprensión y respeto ante esa disciplina inocua adquirida por la tradición familiar (tampoco nos dejaban cantar y los cines no abrían), resultan mucho más generosos respetando el ayuno horario de otras religiones. También hay, desgraciadamente, y desde poltronas oficiales quienes interesadísimamente se muestran jubilosos y comprensivos con estas últimas al tiempo que se muestran menos tolerantes y más incómodos con las primeras.
Que les den. De su postura y de sus pamplinas, yo sí que ayuno y me abstengo. Todos los días, no solo en Cuaresma
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