lunes, 29 de julio de 2019

No, no es el club de la comedia

Su mérito es que no necesita ni subirse al escenario del Club de la Comedia ni creerse los aplausos de un público entregado y adecuadamente predispuesto a partirse la caja y que paga para que le hagan reír. Por causa de un molesto virus del titular, un Párroco interino oficia en Santa Teresita. Los portones de la Parroquia de Son Armadans, abiertos de par en par, garantizan a esa hora de la mañana del domingo una temperatura agradable, pese al calor reinante en el exterior. Un leve tiro de aire se cuela por el pasillo lateral izquierdo y hace más llevadero el calor. El aroma dulzón de algún perfume de más supone, tal vez, la única nota discordante.

La lectura del día corre por cuenta de San Lucas y se presta a una interpretación lúdica y festiva. Jesús visita, en su viaje por Jerusalén, a dos hermanas. Es fin de semana, época estival y se dispone a disfrutar de una jornada de campo entre amigos. Una de las anfitrionas, Marta, se afana en amasar el pan, preparar la mesa, y cocinar el resto de alimentos para que la comida sea un agradable punto de encuentro mientras María se sienta plácidamente y se limita exclusivamente a charlar con Jesús sin ayudar a su hermana. Esta protesta y es el propio Jesús quien afea su critica: Ay, Marta, Marta.....

Es tiempo de escuchar, de hablar, de vivir el momento dedicado a la amistad; de charlar en torno a una mesa sin más pretensiones que permitir que la brisa y la sombra proporcione un ambiente distendido y compartir -tal y como señala nuestro Párroco interino de Santa Teresita, con fino humor- unas aceitunas, el vermú, unas cervecitas, unas quelitas y un poco de queso de Mahón. No hace falta nada más. Debemos saber disfrutar de nuestros invitados y prestarles atención a lo que nos dicen. Comidas o cenas de germanor

La Parroquia no es, efectivamente, el Club de la Comedia ni el público -los feligreses asistentes- estamos deseando poder jalear el eructo que pueda emitir el gracioso de turno. Si fuera tan solo por el fino humor y la relajación del rigor de la Eucarestía -dentro de los términos aceptables- este Párroco interino se habría ganado un estruendoso aplauso de reconocimiento. No había niños entre los asistentes, antes al contrario: todos adultos y gente mayor. No tenía que ganar el entendimiento de mentes inmaduras. Mostró una habilidad esencial para dejarse escuchar. Oír...es otra cosa, algo que no requiere atención. 

Escuchémonos, charlemos, vivamos plácidamente este tiempo de relajación y disfrutemos de ese vermú, de esas aceitunas trencadas  y de un buen queso de Mahón. Estamos en la mejor época del año para esto. Lo legitima el Párroco interino de Santa Teresita. Y no,  no es el club de la comedia.






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