lunes, 5 de agosto de 2019

Unos minutos después de las catorce horas


Pasaban apenas unos minutos de las catorce horas del día 30 de julio de 2009. En el pasillo de Jefatura, el joven Oficial de Palmanova habla por teléfono. Al pasar junto a él no puedo evitar escuchar su orden enérgica y rotunda y a continuación contemplar su seria expresión de gravedad:



- Que acordonen la zona. Voy para allá.



Sorprendido por su inmediata reacción y por tratarse su demarcación de la zona más crítica del veraneo balear, atribuí la urgencia a algún atraco o a una pelea masiva de turistas...jamás a lo que iba a saber segundos más tarde.



- Se han cargado a dos compañeros, una explosión, una bomba parece. me comenta el veterano ayudante del Coronel, Antonio T.



- ¿Dónde? -pregunto yo- seguro de que tras la explosión de un artefacto el día anterior en la Comandancia de la Guardia Civil de Burgos, la banda terrorista habría decidido proseguir su cruel y cobarde secuela de atentados en algún punto de la Península.



- En Palmanova, en nuestro Cuartel.



Atónito y paralizado por la noticia me quedé en el despacho del ayudante junto a él, esperando más información, más detalles, acontecimientos. De repente todos los teléfonos -móviles y fijos- comenzaron a sonar y el pasillo se convirtió en el escenario de un sinfín de carreras alocadas, de voces, de exclamaciones....no había dado tiempo a que el horror se instalase en los rostros de los compañeros que salían a la carrera sujetando la prenda de cabeza en una mano y el móvil en la otra, mirando en todas direcciones, en busca de la escaleras, a la carrera....el caos....



Me quedé petrificado en el piso de Jefatura. Las noticias iban llegando con cuentagotas y, ¡qué organización! en pocos minutos ya estaba montado el dispositivo de seguimiento por un lado, un gabinete de crisis por otro... no importa ni empleo ni edad; todos a una, a la misma.



Informaban de dos explosiones, una en cada uno de los cuarteles en los que la Guardia Civil presta su servicio en Palmanova; hablan de dos agentes fallecidos....y posiblemente algunos heridos, vehículos destrozados y más daños materiales. Los conozco bien; los he visitado un montón de veces, sé de las obras que se han hecho, de sus necesidades, de su estado...todo.



Aturdido e indeciso, cerca de las quince horas decidí que debía recoger a mis hijas del colegio, dejarlas en casa de mi madre y volver a la Comandancia. Su madre regresaba de Barcelona tras finalizar su jornada de vuelo y estaba en el Aeropuerto. 



En el trayecto, a la altura de los Institutos de Avenidas, detuve el coche y la llamé. El aeropuerto de Palma ya estaba cerrado * -Operación Jaula-  y su tripulación de Spanair a la espera de poder volver a casa, sin saber todavía el motivo. Yo se lo expliqué y paso lo que era previsible:



- hijos de la gran puta!!! grité en el coche a todo pulmón tras dar el motivo...los han asesinado!!! A los segundos, rompí en un llanto como jamás había experimentado con anterioridad. Se me fue la cabeza y sin haber visto todavía las imágenes del atentado, pensaba en los guardias a los que probablemente conocería de vista, en sus familias, en sus compañeros, en mí, en mi familia, en mis hijas en este país que no se merece esta afrenta constante de violencia y terror.... julio 2009!!!!



Empezaron a sonar sirenas en toda la ciudad. Recogí a mis hijas del campamento de verano, en su propio colegio, las dejé en casa de mi madre y regresé inmediatamente a la Comandancia, tragándome unas lágrimas que tal vez para ellas no tenían explicación. Palma estaba sumida en un monumental atasco; el Paseo Marítimo, absolutamente bloqueado y aproveché la brecha que abría un vehículo de la Guardia Civil con los prioritarios encendidos y sirena para pegarme a su estela y no abandonarla hasta que llegué a mi destino. De no ser así, jamás hubiera llegado a la Comandancia.


Me puse a trabajar con un grupo de compañeros preparando toda la logística. Vuelos, hoteles, autocares para todas las autoridades y familiares de las víctimas que sabíamos que iban a llegar a la isla,   puntos de avituallamiento y refrigerios para los diversos dispositivos que participaban en las primeras tareas de investigación y control, etc. En esos momentos descubrí el valor de esta Institución. Ante un suceso tan grave y la urgencia de actuar en la dirección correcta, el factor humano de la Guardia Civil exhibe su verdadero potencial; espectacular. 


Lo que pasó en las siguientes horas, toda esa noche y la madrugada del día siguiente, todo el fin de semana y hasta hoy pertenece a mi memoria y a la de los compañeros con los que compartí, en silencio, las lágrimas y la amargura que dejó esa salvajada, como otras tantas, como todas las barbaridades provocadas por esa banda de criminales a quienes ahora, algunos, pretenden blanquear y presentárnoslos como luchadores por la libertad al tiempo que , además, demonizan a sus víctimas.  ¡Qué asco!



* "Y la agente, en un tono cordial que también desconcertó a Miren, le dijo que el aeropuerto de Palma de Mallorca estaba cerrado.

- ¿Cómo que cerrado?

- Sí, señora. Es porque han atentado contra dos compañeros. Pero no se preocupe. Probablemente se trate de una medida provisional y usted podrá viajar.

- Ah, bueno, bueno....

...Carmen y Ainhoa acababan de volver del hospital. Habían convenido en preparar juntas la comida cuando sonó la explosión a pocas calles de allí. ¿Dónde? Por la radio supieron que delante del cuartel de la Guardia Civil. Enseguida se formó un barullo de sirenas y había como un olor extraño en el aire."





Fragmento del capitulo 19 de Patria, de Fernando Aramburu


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