martes, 10 de noviembre de 2015

Momento Tiananmén

Su locura y la de cuantos le acompañan en ese viaje a ninguna parte no tiene justificación alguna. Se lo han dicho en catalán, en francés, en inglés y en castellano y desde todas partes; desde aquí y desde  más allá de nuestras fronteras, mares y océanos. A él, a ellos, no les importa. Sigue con su mirada altiva, despreciando a cuantos se oponen a tragarse y digerir su absurdo discurso, levanta su prominente mandíbula cargada de odio y de una supuesta superioridad moral y democrática que solo él se cree, camuflada con la falsa sonrisa de quien  perdona la vida a sus rivales. Se bebieron un brebaje al que sólo ellos llaman democracia; mayoría de votos, mandato popular y nacionalismo. Si, pero un nacionalismo totalitario que excluye cualquier posible respuesta ci-vi-li-za-da en sentido contrario y que les hace creer, bajo una tremenda melopea, que les asiste la razón (como a los niños y a los insensatos). Y, además,  llamando a la desobediencia. El problema es que ellos beben y a los demás nos toca pagarlo con un terrible dolor de cabeza, con una pesarosa resaca. ¡Qué empacho, por Dios!

En esa caída libre solo le esperan dos finales. Responder ante un Tribunal con argumentos sólidos que le eximan de su responsabilidad en el caso del 3% o lo que él más quisiera; su momento Tiananmén, en la Plaza de Cataluña de Barcelona, plantado, descamisado, ante una fila de  carros de combate. Eso es lo que está deseando. El final de su carrera, para mayor gloria propia y de cuantos, alentados por absurdas ensoñaciones, le han acompañado en ese viaje. Que se joda, no habrá sangre de falsos héroes y tendrá que responder por lo primero. Así sea.

Mientras el resto de los españoles nos lo jugamos todo, contribuyendo a salir del bache, ellos siguen jugando a su democracia de la Señorita Pepis

El mismo día de la escenificación de esta insufrible mascarada, un grupo de soldados mallorquines despedidos por sus madres, esposas, hijos y la máxima autoridad militar de la Zona de Baleares, parten en misión de PAZ a la República Centroafricana.(¿que para qué sirve el Ejército? vuelvo a repreguntar a los tontos y graciosillos) Entre tener que soportar día tras día tanta majadería o acompañar a estos héroes de verdad, no tengo la menor duda. Me iría con ellos sin pensarlo. Suerte, compañeros, feliz misión y deseo que podáis regresar a casa con la satisfacción del deber cumplido. 

 Fuente: Diario de Mallorca.

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