lunes, 30 de noviembre de 2015

Bájate los pantalones!

Con la complicidad de la penumbra y la íntima compañia de un cigarrillo humeante, disfrutando del placer de fumar a solas, pensativa, dueña y ama de ese momento que la alejaba del murmullo del interior del bar. Ahí afuera a pesar de que la temperatura había caído en picado esa noche, apuraba con calma coqueta ese cigarrillo, medio sentada -apenas apoyada sobre las mesas apiladas de la terraza, ya sin servicio-. La ví de soslayo y sin mucho interés, mientras salíamos del bar y seguíamos hablando Juan, Jaime y yo. Le dí mi espalda mientras abrochaba mi americana y recomponía mi ropa; el jersey, la camisa...y los bajos de mis pantalones. Lo dejé a medias y...

- Si, si, bájate los pantalones, los tienes muy subidos.

Me giré hacia atrás, atónito. ¿Qué tendrá que decir esa voz? ¿Será a mí? Si, claro, ya lo sé. Ya lo dije. Los pantalones se enredan en mis gemelos y tengo que andar todo el día,  justo tras levantarme de mi asiento; de una silla, de un taburete o del coche,  echando mi tronco hacia abajo, hacia los tobillos de mis pantalones e intentando reajustarlos a la longitud de mis piernas.

- Me he fijado -añadió la boquita humeante, probablemente pintada y sonriente- que se te han quedado subidos. Y es una lástima, pensaba para mí -siguió exponiendo desde la penumbra -  porque eres un chico majo, alto, guapo  y vas muy elegante, muy bien vestido. Te lo digo como mujer -añadió- no te lo tomes a mal.  Es un pantalón muy bonito que se te ha quedado ahí arriba y ....perdona si me meto donde no me llaman....

Entré al trapo dando explicaciones socarronamente, de forma casi quedona, al tiempo que trataba de resolver el temilla y Juan ya me había tomado la delantera y  con la altanería canalla de Michael Jackson en el video de su Smooth Criminal https://youtu.be/eWu_htIxYtM se ofrecía, se mostraba gustosamente dispuesto a bajarse él los suyos, interponiéndose entre la boquita humeante y el tipo de los pantalones enredados en sus perneras; Juan amagaba con soltarse el cinturon (de ahí no iba a pasar, claro) y Jaime doblado, arqueando su maltrecha espalda hasta casi tocar la punta de sus zapatos con su barbilla, partido de risa y repitiéndome con saña; bájate, bajate los pantalones.....va de ti...

Va de jo! (le gusto! -para los forasters-)... repetía yo riéndome, mirando de arriba a abajo, de izquierda a derecha. ¿Y si la chica es una de las togas empapadas en smirnoff o en seagram,s; de esas que toman ese bar los viernes por la tarde? Empieza en una caña de aperitivo al mediodía, sigue con una comida informal; un Olivar y a las cinco de la tarde se aprietan el primer lingotazo del fin de semana. (ojo! de ese bar más de uno puede  salir imputado o empapado, si no ambas cosas y si no llegan ya con esa condición) Acuosa su mirada, filtrada por volutas del humo de su cigarrillo. Fresquita -pensé- o ¿será fiscal? o solo una chica solitaria, fumando el último cigarrillo antes de irse a dormir.

Caía la madrugada y pasábamos junto a la restaurada estatua de Antonio Maura, riéndonos de mis pantalones enredados en los gemelos....va de mí. (le gusto, para los forasteros)

Un gato negro, arrimándose a la pared del callejón escapa en dirección contraria a la nuestra. Al perdernos de vista seguiría caminando vaporosamente, como si lo hiciera sobre el teclado del piano que esa noche había dejado ya de sonar.

A Jaime y Juan, a pesar de lo cabrones que son, después de haber disfrutado de la primera noche de invierno de este año en Palma. 
 

A este imputado (vip?), por lo que se ve, también se le enredaron 
los pantalones en los gemelos, pero no se muy bien por qué.

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