A última hora de la tarde una espesa bruma se apoderó de la isla como si quisiera engullirla. En la orilla, los niños alborotados, felices, apuraban los instantes finales de otra jornada de playa. La algarabía de sus juegos y sus voces se mezclaba con el rumor del creciente oleaje y el graznido de un montón de gaviotas hambrientas, cada día más osadas. Ya en la ruta de casa, con el débil sol cayendo sobre la Sierra de Tramontana, se enturbió el aire y esa bruma fue trepando, despacito, por las colinas más bajas primero y luego sobre el resto de las montañas, envolviéndolo todo en un halo inquietante, desdibujando su fondo y privándolas de todo color. Una inmensa mancha amarillenta dejaba ver, tan sólo, leves siluetas perfectamente identificables.
Hemos sobrevivido a un mes de julio realmente insoportable. Si por lo menos por las noches refrescara, si el agua del mar estuviera algo más fria, si el agua de la ducha de la playa saliera con más fuerza y con mejor temperatura, si....
Tantas noches de sueño precario han agotado mi batería. Estoy agotado, lo cual no significa que vaya a rendirme. Seguiré levantándome antes de que asome el primer rayo de sol, bajaré al despacho junto a otros madrugadores que, cerca de casa, constantes y siempre los mismos, corren, andan, practican el nordic walking, pasean perros y esperan pacientemente a que pase el primer autobús.
Hemos sobrevivido a un mes de julio realmente insoportable. Si por lo menos por las noches refrescara, si el agua del mar estuviera algo más fria, si el agua de la ducha de la playa saliera con más fuerza y con mejor temperatura, si....
Tantas noches de sueño precario han agotado mi batería. Estoy agotado, lo cual no significa que vaya a rendirme. Seguiré levantándome antes de que asome el primer rayo de sol, bajaré al despacho junto a otros madrugadores que, cerca de casa, constantes y siempre los mismos, corren, andan, practican el nordic walking, pasean perros y esperan pacientemente a que pase el primer autobús.
Para no sucumbir hay que evitar exponerse innecesariamente al sol y beber mucha agua. Hace unos días un chupasombras profesional decidió que ya llevaba demasiado tiempo oculto a los objetivos del colorín y decidió que era el momento de figurar. Con un muy poco sutil manotazo apartó a la fiel Infantería Española que lo escoltaba de los rayos de un sol implacable y se coló en primera fila. Si quieres que te vean, vale, pero desde el minuto uno ¿no te parece?
Ya he arrancado la hoja del mes de julio y hemos dejado atrás la primera mitad del verano; la de los sanfermines, cumpleaños y primeros santos. Nos adentramos en una segunda fase para tratar de disfrutar de algunos de los proyectos que diseñamos allá por el mes de junio. Quedan muchos, pero intentaremos que se realicen a la sombra. Para eso están las terrazas, propias y ajenas. Los imponentes plátanos de sombra del Paseo del Borne (que no chorrean una mugre viscosa como los de mi calle, que pone perdidos coches y aceras) albergan vida de paseantes a unas horas del día en que el cuerpo solo pide agua, agua de mar o clorada, pero agua y también arena. Parece increible que a mediodía pueda uno dejarse llevar bajo ese tupido follaje verde sin que te importune un minúsculo rayo de sol y que puedas tomarte un vermú en una terraza, viendo el colorido de veraneantes, nacionales y extranjeros, luciendo bronce. Pensar que quieren, querían, suprimir las terrazas del Borne unos que acaban de llegar....pero ¿dónde vamos? ¿Sustituir ese espacio de vida y generador de empleo por la cabriola de un monopatín?
En todos los veranos seguimos un protocolo de reencuentros; viajes de ida y vuelta. Volvemos a compartir excelentes momentos con amigos de siempre, Alfredo y Natalia. Aunque nos veamos poco, sabemos que ahí están, estamos, ahí siguen, seguimos, año tras año, verano tras verano y esa amistad se extiende ahora a unas proles muy sanas, compartiendo comidas, helados, playas... su verano azul.
Luego los mayores, ya a la luz de las velas y a la sombra de unos seagrams, a cielo descubierto, estiramos la sobremesa de la cena, que más da, un sencillo pa amboli i olivas trencadas o una excelente ternera gallega asada. Una charla de terraza, sin el toldo, corazón, que corra la brisa, aunque a las bellas madres se les alborote su peinado; que podamos ver, cuando se dé, el fugaz vuelo de las perseidas.
Yo me expongo a los rayos del sol en la pista de arcilla, pero siempre a partir de media tarde o junto a la orilla del mar en cualquier otro momento del día; privilegio de vivir en esta isla.
Aprovecharemos la terraza de casa, para dejar que tras la tarde nos caiga encima la noche, mejor con una buena brisa, vestida la mesa, llenas las copas, hielo, mucho hielo y unas rodajas de lima. Regar la amistad, a la que hay que cuidar siempre. Algunos ya vinieron y para este mes de agosto esperaremos a otros y seguiremos estirando las noches y las madrugadas, dejando bailar a las llamas de las velas (con seagrams y mirindas), con las coplillas de unos chicos que acaban de empezar a grabar discos; Spandau Ballet, Roxy Music, Pink Floyd, siempre que mis hijas no me pongan hit-fm.
Cierra los ojos y ábrelos cuando yo te diga. Ve pidiendo un deseo y apoya aquí la cabeza, orientada al cielo. Ahora, ábrelos del todo; allí, por allí....¿la viste? una lágrima de San Lorenzo.
En todos los veranos seguimos un protocolo de reencuentros; viajes de ida y vuelta. Volvemos a compartir excelentes momentos con amigos de siempre, Alfredo y Natalia. Aunque nos veamos poco, sabemos que ahí están, estamos, ahí siguen, seguimos, año tras año, verano tras verano y esa amistad se extiende ahora a unas proles muy sanas, compartiendo comidas, helados, playas... su verano azul.
Luego los mayores, ya a la luz de las velas y a la sombra de unos seagrams, a cielo descubierto, estiramos la sobremesa de la cena, que más da, un sencillo pa amboli i olivas trencadas o una excelente ternera gallega asada. Una charla de terraza, sin el toldo, corazón, que corra la brisa, aunque a las bellas madres se les alborote su peinado; que podamos ver, cuando se dé, el fugaz vuelo de las perseidas.
Yo me expongo a los rayos del sol en la pista de arcilla, pero siempre a partir de media tarde o junto a la orilla del mar en cualquier otro momento del día; privilegio de vivir en esta isla.
Desde Illetas, entre dos mares
Aprovecharemos la terraza de casa, para dejar que tras la tarde nos caiga encima la noche, mejor con una buena brisa, vestida la mesa, llenas las copas, hielo, mucho hielo y unas rodajas de lima. Regar la amistad, a la que hay que cuidar siempre. Algunos ya vinieron y para este mes de agosto esperaremos a otros y seguiremos estirando las noches y las madrugadas, dejando bailar a las llamas de las velas (con seagrams y mirindas), con las coplillas de unos chicos que acaban de empezar a grabar discos; Spandau Ballet, Roxy Music, Pink Floyd, siempre que mis hijas no me pongan hit-fm.
Cierra los ojos y ábrelos cuando yo te diga. Ve pidiendo un deseo y apoya aquí la cabeza, orientada al cielo. Ahora, ábrelos del todo; allí, por allí....¿la viste? una lágrima de San Lorenzo.
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