lunes, 16 de mayo de 2022

Dioses, césares y héroes

Me gusta el tenis. Tanto verlo como jugarlo. En estos momentos en los que el abuso de mi pasión por la raqueta, la maldita ansiedad por jugar pese al dolor y a las contraindicaciones, me ha llevado al taller y me veo con mi brazo derecho prendido de un cabestrillo, no me queda más resignación que la de tratar de disfrutar con lo que, en esta época del año se juega en mi superficie favorita: el polvo de arcilla roja.

Disfruté del Mutua Madrid Open con intensos dolores en mi hombro a cada golpe de cualquier jugador que veía en el monitor. Lo pasé regular tirando a muy mal y trataba de mitigar la molestia apartando la mirada de los prolongados rallys entre Nadal y Alcaraz. ¿A quién quieres más, a papá o a mamá? Nadal nos ha demostrado que tiene pagados, siempre, varios billetes de vuelta. No lo entierren y aunque lo merezca, no esculpan todavía -en mármol- una estatua acorde con su mérito. Le quedan mil batallas por librar y seguirá siendo, al menos para mí, el mejor en tierra, el GOAT. ¿O va a resultar ahora que es un dios menor?

Primera semana post quirófano. superada la tortura de las primeras veinticuatro horas, las cosas se ven de otra manera y desprenden un perfume más fresco y vital. Tras mi primera mañana de trabajo presencial, cansado pero muy satisfecho por lo productivo de esas horas, regresaba a casa en un azul de la EMT, tenso por el traqueteo y apabullado por la indiferencia con la que los ciudadanos, inmersos cada cual en su pantallita, me contemplaban de reojo, a merced del vaivén autubusero, como un náufrago urbano en su precaria balsa, sobre un asfalto al que no parece alcanzarle (gracias Hila) el salvaje y voraz impacto de las multas de velocidad. Me enchufé sucesivamente a las jornadas del ATP de Roma en el Foro Itálico. Sobre una grada, como frescas manchas verdes desprendidas de los altísimo pinos que las proyectan, las sombras se extienden desde lo más alto hasta las primeras hileras. Escoltados por las estatuas marmóreas de dioses y héroes romanos, otros gladiadores, armados con raquetas en lugar de pesadas espadas de hierro, luchan bajo un riguroso sol de primavera. Qué diferencia -cuánta suerte tenemos- luchar por sobrevivir (entonces) o sencillamente por pasar de ronda (ahora) y llevarte a casa un importante botín de puntos para la ATP o euros a tu propia cuenta.

He sido testigo pasivo del progreso de este brillante trofeo -en marco incomparable, como diría el clásico- y hasta la final, habré asistido como Cesar en su tribuna, como los héroes luchan entre sí para que solo uno de ellos alcance la gloria de erigirse como el nuevo dios del Foro Itálico. Un estatua para él.

A Dios lo que es de Dios y al César....la champions

Me subieron del taller en un estado absolutamente lisérgico, como si viniera de una fiesta after en Ibiza de dos o tres días seguidos y con tal optimismo que conecté mi tableta y me dispuse a disfrutar del partido de vuelta de la eliminatoria entre Madrid y Citty. No podía empezar mejor la cosa. En lo que yo no sentía todavía ni cosquillas en mi hombro derecho bajo el efecto del chute anestésico, el Manchester - a dos minutos- del final estaba dejando en la cuneta al madrí...Llegaba mi médico a poco de la medianoche para comentarme aspectos de la operación, de lo complicado de la misma, del pésimo estado de todos los tendones, cuya gravedad no reflejaba fielmente la imagen de la resonancia y aparqué a un lado la tableta. Atento a las explicaciones de Toni C. fui escuchando uno a uno los tres goles del Real Madrid que de forma inexplicable -otra vez- le daba la vuelta y se plantaba en la final. Perplejo y por qué no decirlo, molesto e indignado desde mi antimadridismo más furibundo, encajé el fenómeno con la misma actitud que aquellos padre e hijo que de pie, desde un fondo del Bernabéu, oteando con el rabillo de sus ojos a su alrededor, no fuera que le cayera una manta de sopapos, aplaudía dignamente uno de los famosos baños de Ronaldinho en la casa blanca.

Las cosas como son y deportividad. Enhorabuena a mis intimísimos merengones. No hay explicación lógica que pueda hacérnoslo entender pero es su competición y saben jugarla como si jugando ellos no haya rival posible que les moje la oreja.

Es todo, Sr. Lobo. 

1 comentario:

Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...