lunes, 30 de agosto de 2021

Veraneo en tiktok

El tiktok golpea con insistencia en las mentes de nuestros hijos y parece que se ha convertido en la única estrella que guía sus pasos. La juventud lee poco (o nada) y la filosofía de la vida les viene en formato de video musical coreografiado por anónimos adolescentes o tipos con sus pieles cubiertas de tintas de todos los colores, con aspecto de presidario y con todas las bendiciones socioculturales vigentes; desde la perspectiva de género hasta el animalismo más activista. Vale.

Pero que abandonen otras inquietudes intelectuales y quieran ver su vida reflejada en unas escenas que mezclan naturaleza, coreografía, maquillajes extremos, habilidades corporales, deportes de riesgo y una canción pegadiza solamente les conduce a su indigencia intelectual. 

En un futuro no muy lejano, alguien, además de hacer cupcakes y albóndigas de colores tendrá que inventarse vacunas, diseñar aeronaves, encontrar fórmulas matemáticas o físicas que mejoren el resultado de los actuales algoritmos caprichosos que dictan cómo hemos de vivir. Y otras muchas cosas que cubran las necesidades reales de la humanidad. Y gobernar bien, que parece que es algo muy difícil.

Es verano y vivimos al aire libre. Y no son solo los niños. En cualquier punto o accidente geográfico, desde un acantilado hasta la más poblada de las playas, desde la cubierta de una lancha hasta en la moto de agua se puede observar a un ser humano maniobrando con un móvil alrededor de su silueta, entre sonrisas, labios besucones y signos de victoria. No es un selfie: es un tiktok. Sin sentido del ridículo, cuando el sujeto en sí (o sujeta) empieza a modelar es a mí a quien le suben los colores a la mejilla por vergüenza ajena. No es justo.

Que los niños lean más, por favor, y que se dejen de tanto tiktok!!!

A la playa y dentro de la "senalla"


(Foto "robada" de la senalla playera de mi hija María)

Llega septiembre y es buen momento ya para volver a dejarse llevar por unas líneas y de vez en cuando alzar la mirada mientras por los oídos y frente a un horizonte infinito y la agitada mar de otoño suena...Van Morrison .

Hala, a disfrutar!!!

lunes, 23 de agosto de 2021

Aquel verano afgano

En una de las paredes de la pequeña capilla de la Base de Herat había un cuadro en el que se relacionaba, junto a sus fotos, los nombres de algunos de los militares españoles que entregaron su vida en la misión. Un puñado de fieles uniformados asistíamos puntualmente al desquiciante oficio del páter que nos cayó en suerte. Para evadirme de sus lisérgicas y atropelladas homilías me refugiaba en los nombres y los rostros de los que allí cayeron intentando, con mi oración, honrar su memoria como merecían. (Al final, decidí cambiar de parroquia y cumplir mis deberes espirituales en "little Italy", con una misa mucho más dinámica y con homilías que comprendía mucho mejor, a pesar de que no entendía ni papa de italiano)

En mi conciencia, mucho más limpia que la de cualquier malpensante, tengo muy claro que no me mueve a escribir estas líneas ningún tipo de oportunismo ni mucho menos afán alguno de protagonismo. Desgraciadamente, en todo caso los añorados protagonistas de este relato serían todos los caídos en Afganistán (y en el trágico trayecto de regreso de una parte del contingente que falleció en el accidente del Yakolev). La muerte de todos ellos y la del resto de otras nacionalidades que formaron parte de la misión internacional a lo largo de los últimos veinte años, parece que deviene como inútil y baldía a partir del momento, tan previsible por otra parte, del que estamos siendo testigos estos días.

A raíz de los últimos y terribles acontecimientos, por un momento he vuelto a vestir el uniforme árido pixelado, me he calzado los botarros polvorientos y he regresado a mi corimec, sede de la Intervención Delegada en la FSB "Camp Arena" Herat, Afganistán y a la formación en la Plaza de España para asistir al izado de Bandera de cualquier lunes, junto al escorpión gigante que pintó un habilidoso soldado de nuestro contingente.

Fuego en la cara. En las horas previas a nuestro relevo, en la Plaza España formábamos los contingentes saliente y entrante. En los días anteriores habíamos efectuado los trámites de sucesión de función y cargo. Cada cual el suyo. Eran los primeros días de mayo y a esas horas centrales del día las temperaturas ya superaban los treinta grados. Un aire leve, como un suspiro y cálido como cuando se acerca uno a unas brasas. Un anticipo de lo que iba a ir en aumento los siguientes meses. En cualquier caso aquello, la temperatura, no era la peor amenaza inicialmente aunque al final de la misión, cualquiera de nosotros estaba suficientemente contento por que sí fuera ese el principal problema en zona de operaciones.

Algunos de mis compañeros de misión y de profesión, también algunos familiares y muchos de mis amigos han tenido un momento de reflexión que les ha llevado a acordarse de que yo  también estuve allí. He recibido en ese recuerdo un beso de condolencia, un abrazo de compadecido pésame por lo que ha ocurrido y por lo que ocurrirá. 

Tantas vidas uniformadas, entregadas en una misión que en origen ya se antojaba como imposible; el riesgo cierto de poder llegar a formar parte de la leyenda negra de un rincón del infierno, una larga lista de víctimas -unos en acciones de guerra, otros por accidente-...ausentes para siempre. Padres, hijos, madres, esposas, amigos, compañeros...

Si algo ha dejado una profunda huella en mi carrera, al margen del compromiso con el que he tratado de ejercer siempre mi función, ha sido mi misión en Afganistán. Quedó impreso en mi memoria el árido recuerdo de la cegadora luz del cielo afgano, del denso aire que respirábamos y del color ocre de todo el escenario. La ausencia de otros colores, de otros aromas,  de matices, de otras prendas de vestir. La enorme distancia con lo propio de cada cual. La lejanía del hogar. El lento pasar de los días, las incontables horas en el corimec de mi despacho, los cotidianos desplazamientos entre el compound español, donde residíamos y el italiano, donde trabajábamos, a cualquier hora, de cualquier día, de cada uno de los casi siete meses (de mayo a noviembre), los pasillos blindados por muros compuestos por miles de  bloques de hesco bastion, los suaves y precoces  atardeceres en los que el sol rebajaba por fin su inclemente castigo, el cielo nocturno estrellado y la imponente y nítida visión de la vía láctea, los compañeros de misión - los mejores que jamás imaginé iba a tener-, la suerte de poder compartir excelentes momentos con todos ellos y el lujo de poder ejercer mi función con plena libertad y satisfacción personal y profesional.

Era dentro de la base donde la libertad estaba custodiada y protegida. Sabíamos que al otro lado del muro, más allá de la línea de merlones que encapsulaban nuestra seguridad, la cosa era muy distinta. Se oían, algunas noches, señales de otro tipo de vida, algunas detonaciones y disparos esporádicos, más para intimidar -nos decían- que para atentar realmente contra nuestras vidas. Lo sabíamos pero aún así no nos fiábamos. Sabíamos mucho mejor lo que ocurría fuera por lo que publicaba nuestra prensa nacional en sus digitales que por la escasa información que nos llegaba del propio teatro de operaciones. En eso, cada cual tenía su misión.

Es una lástima que se diluya todo aquel esfuerzo de miles de hombres y mujeres, aquellas vidas entregadas, para acabar dándonos la razón cuando decíamos, sin necesidad de ser pitonisos, que desde el preciso instante en que el último soldado occidental abandonara Afganistán, todo volvería a ser como lo encontraron al principio de la misión: el infierno en una perpetua edad media, con un tiempo infinito -sin necesidad de usar reloj- para aplastar y aniquilar a hombres, mujeres y niños inocentes que piensan diferente a quienes les gobernarán hasta que se produzca otro intento de rescate mientras de noche y al raso, bajo la vía láctea, sueñan otra vida. Cualquiera que no sea la de vivir bajo la amenaza de un Estado empuñando permanentemente un AK47.






lunes, 16 de agosto de 2021

Vírgenes empoderadas y demás artistas

Al margen de las polémicas, desde que hace algún tiempo descubrí sus canciones, sus interpretaciones de trabajos de otros artistas, sus programas de viajes musicales por España y desde un punto de vista meramente artístico consideraba que era una cantante colosal. En el trasfondo de sus recientes éxitos figura, como contundente denuncia, la violencia machista que, al parecer, ella misma ha sufrido en sus propias carnes. Pocas personas con el perfil de actualidad y ese talento pueden hablar, y que sea cantando con esa excelente voz y musicalidad, de ese ardoroso asunto, demasiadas veces presente cada día en las crónicas de sucesos, por desgracia.

Dicho esto y desde mi ingenua aspiración de convivencia y respeto entre las creencias religiosas de cada cual ¿no podría haber encontrado otra manera de anunciar su gira, sus conciertos, sus actuaciones o sus discos? ¿Es necesario traspasar esas líneas de respeto hacia quien -insisto- en pleno derecho de cultivar las creencias religiosas que le de la gana, pueda sentirse ofendido por su infame deseo de utilizar la imagen de algo que recuerda a una virgen? ¿Se ha planteado utilizar en esa promoción algo que represente a otras creencias o hábitos sociales, o exigencias culturales? ¿Una burka, por ejemplo? No, claro. No son tan tolerantes y hay que echarle valor a ese descaro. La falta de respeto puede costar la vida. En cambio contra la religión católica sale gratis e incluso puede resultar económicamente muy rentable.

A menudo se critica a quienes desde partidos políticos o desde posturas individuales se defiende el derecho al culto que sea. Se les trata de mojigatos, se les encadena a una sistema político del que deberíamos empezar a desterrar su espíritu muerto de nuestro argumentario (tan rancio como aquello que evocan) y se debería tratar de buscar más motivos para acercarnos y ninguno que nos divida.

Cuando entran en colisión los derechos de las personas; el de libertad de expresión y el de fe y práctica de cualquier religión, ¿Quién ofende más y quién es más ofendido?

Automáticamente ha saltado la reacción política -alguien tendrá que velar por el respeto hacia los fieles católicos- y a continuación la réplica progre, cursi ad nauseam, como es habitual porque son siempre ellos, los progres y kulturetas, los que decretan qué es y qué no es libertad de expresión. 

Pues no, bonita, espero que no vendas muchos discos si para ello tienes que apoyarte, no en tu talento, sino en la burla y tu frustrado (y hortera) intento de blasfemia, aunque la polvareda mediática ya te haya ayudado bastante. 

Escuchar la excelente música y la estremecedora voz de Zahara no debería ser excusa para seguir pegándonos estacazos a diestro y siniestro.

Me has decepcionado. Me habría comprado tu disco.


lunes, 9 de agosto de 2021

Devuélveme las llaves de la moto...

A estas alturas debo reconocer que todavía no tengo un criterio claro y que mis pensamientos navegan a la deriva en una marejada de sentimientos encontrados. Si tuvieran que regir la razón, el sentido común y, cómo no, la economía estoy convencido de que la marcha definitiva de Messi del Barça se ajusta, en principio, a la lógica. Pero en el mundo del fútbol y especialmente para los aficionados en general y para los socios en particular, algunos futbolistas -como cromos que no cambiaríamos nunca con nadie- forman parte de los sueños; aportan inmensas alegrías y, en ocasiones, silencian pesarosas frustraciones. Y es en ese perfil donde entra en juego el corazón y los sentimientos y resulta imposible entender que se nos esfume el icono totémico de tantas generaciones de barcelonistas, frecuentemente maltratados por la historia, por las prolongadas sequías de éxitos y títulos, pese a que en los últimos años, y en los que ha estado presente Messi, el club parecía haber invertido favorablemente la tendencia.

Le decía el sábado pasado a mi veterano amigo culé Javier R. que me sentía como si me hubiera dejado esa novia de toda la vida y tuviera que ser testigo, además, de los manoseos y susurros al oído con los  que le quisiera acechar cualquier tipejo.

Es un bocado malo de digerir, se hace una bola en la boca y no pasa. Advertidos estábamos y sabíamos que más pronto que tarde esto iba a acabar pasando pero no parece que nadie estuviera preparado ni con el hecho en sí ni con la manera en que se ha producido, pese a que, como ya queda entendido, en el fútbol actual más que en otros terrenos, la pasta es la pasta. 

Entre lágrimas y congojas (que hacen más creíble el relato) mostró Messi su faceta más frágil. Atrás quedaban todos los finales de temporadas anteriores cuando se plantaba el nene con su papi para exigir una revisión del contrato, una mejora de su exigua paga, una nueva exigencia de fichar a fulanito o perenganito y un largo etcétera de reivindicaciones económicas y deportivas.

Por su parte, en el otro lado de la mesa se sentaba la junta que presidía un club lastrado por la deuda y arrastrado por el seguidismo de una nefasta deriva independentista. El "soci" ha tragado -si no catapultado con sus coros cansinos en el minuto 17:14 de cada partido- a la institución a ese abismo.

Sin caja y sin Messi: así es como afronta el Barça su futuro deportivo más inmediato. 19 ligas y todas sus noches, como diría Sabina. Eso es lo que van a tardar en olvidar los últimos veinte años muchos culés.

lunes, 2 de agosto de 2021

Veranos infernales

11 de julio de 1978. Un camión cisterna cargado con miles de litros de propileno (más toneladas de lo permitido) estallaba, al parecer por sobrepresión, al pasar, por la N-340. junto al Camping Los Alfaques, en Alcanar (Tarragona). El mero contacto del gas con el aire convirtió en un infierno unos cien metros a la redonda del lugar de explosión y la onda expansiva alcanzó una superficie próxima a los doscientos metros. Las impactantes imágenes del escenario nos dejaron una pesada huella en la memoria que, transcurridos más de cuarenta años, no hemos logrado borrar. Los cuerpos calcinados, retorcido, con brazos y piernas petrificadas, humeantes muchos de ellos, de todos los tamaños y en todas las posturas, nos proporcionaron una información visual brutal: los efectos del fuego en el cuerpo humano.

14 de julio de 1986. Una furgoneta cargada de explosivos y con capacidad para provocar un elevado número de víctimas mortales explosiona al paso de un autobús de la Guardia Civil por la Plaza de la República Dominicana de Madrid. El escenario tras el atentado es espeluznante. Además de las heridas y mutilaciones, amén de las secuelas psicológicas, fallecen doce Guarias Civiles. Sus fotos, junto con las restantes de los otros miembros de la Benemérita victimas mortales del terrorismo cobarde y canalla de ETA, figuran en el mural de la memoria de los ciudadanos de bien para recuerdo permanente de su vil asesinato: Ni olvido ni perdón.

19 de junio de 1987. ETA coloca un potente explosivo en el centro comercial Hipercor de la Avenida Meridiana de Barcelona. Esta vez víctimas civiles pero contra los intereses de una empresa de capital francés. 21 fallecidos y medio centenar de heridos. Ni olvido ni perdón

13 de julio de 1997. ETA asesina a Miguel Ángel Blanco, después de tres días de cautiverio y  tortura. Ni las manos blancas ni la razón, ni las concentraciones ni las peticiones masivas...la banda criminal ejecutó cobardemente (como era usual en esa chusma) al joven político vasco. Ni olvido ni perdón.

30 de julio de 2009. Una bomba lapa colocada en los bajos de un viejo Nissan Patrol de la Guardia Civil estalla frente al Cuartel de Palmanova, Mallorca, después de haber circulado toda la mañana por distintas vías. Dos Guardias Civiles fallecen en el acto. Una vez mas ETA muestra su miseria moral y su poder criminal y asesino. Ni olvido ni perdón.


En ocasiones las tragedias y las catástrofes se producen por puro azar, por el infortunio o por causas naturales. Un accidente, aunque imprevisible, puede ser evitable si se adoptan medidas de prevención. Desgraciadamente de su causa se obtiene la información necesaria para evitar que se repitan.

Lo que no es admisible es el terrorismo en ninguna de sus formas, procedencias ni razones (si las hubiera). El terrorismo no es un accidente.

El verano nos invita a disfrutar, a relajarnos, a tratar de compartir buenos momentos con nuestras familias, amigos y compañeros, pero no podemos dejar de pensar en las víctimas inocentes que prematuramente fueron privados de ese disfrute. Por ellos.


Ni olvido ni perdón.



Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...