lunes, 3 de febrero de 2020

Los calcetines de Nadal

Tuve la oportunidad de decírselo personalmente en el encuentro informal que compartimos con ocasión de la entrega de la Cruz del Mérito de la Guardia Civil, a principios de diciembre: la diferencia está en el poder mental. 

Merendábamos -él apenas un botellín de agua mineral- unos cuantos beneméritos y compañeros en una sala de la Comandancia y pudimos intercambiar opiniones y charlar acerca de algunos temas de actualidad. Mi mente enfermiza por ese deporte me hacía incidir en asuntos relacionados con el tenis y quería averiguar algunos de los aspectos más personales de su juego, de su mentalidad ganadora, de su resistencia a la fatiga como ejemplos válidos para los más próximos; para mis hijas, en primer lugar y para todos aquellos jóvenes que deben emprender proyectos de diversa índole en los cuales, la voluntad, la tenacidad y una ambición sana deben empuñarse con idéntica firmeza con la que se agarra la raqueta y se aprieta el puño después de cada golpe ganador.

Él no rehuía del tema de conversación y con tono pausado, sin micrófonos ni fotógrafos por medio, respondía relajadamente. De su boca solamente muestras de su humildad natural como deportista pero sobre todo de su absoluta normalidad como persona, como ser humano. Por momentos parecía que hablábamos con un tipo de nuestra edad. Sonreíamos cada vez que, con cierta frustración, chasqueaba sus dientes al reconocer que está empezando a hacerse mayor y que le cuesta cada vez más mantener el tono físico y mental que han sido señas de identidad de su trayectoria como jugador.

Y ese, su incontestable poder mental fue uno de los puntos de discrepancia: una prueba más de su humildad. Vino a decir que sí, que vale, que mucha cabeza, pero si no le das bien a la pelota, ésta se pasa de la línea o no llega a la red. De acuerdo, pero partimos de la base que cuando estás jugando uno de los grandes torneos, una de sus últimas rondas, tu rival ha probado sobradamente que sabe tocar la pelota con suficiente solvencia como para saber que va a entrar. Pero en los trances decisivos del juego, puedes jugar sin camiseta, sin calcetines, incluso sin raqueta..... pero como no juegues con cabeza no tienes nada que hacer. Y de cabeza, Nadal, anda más que sobrado.

Sin embargo de calcetines.... ¿acaso es tan difícil que Nike le proporcione unos calcetines de los cuales no tengan que asomarle los talones por encima del borde de las zapatillas? Ahí lo dejo. 


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