lunes, 17 de febrero de 2020

Tal como somos, ellos serán.

Cuesta desvincularse y tomar distancia de las cosas que siempre nos gustaron y de las cosas que nos enseñaron y supimos aprender. Al final, con el tiempo y a medida que vamos hacíendonos mayores -para qué vamos a negarlo- esas filiaciones llegan a intimar tanto con nosotros que ya, hasta quien acaba de llegar, nos identifica con ellas como si fuera una arruga o un cicatriz que resultan familiares en nuestra piel. Sorprende el mero reconocimiento cuando te lo dicen.

Muchos de los que sí me conocen saben cuales son mis defectos y mis virtudes (si es que atesoro alguna de estas, que mucho lo dudo). Tanto de unos como de las hipotéticas otras, sin llegar a hacer gala de ello, doy buena cuenta en mi día a día. Es difícil ocultar por mucho tiempo los rasgos propios de un carácter y de una forma de ser y no hay que ser muy perspicaz para llegar a conocerme, no tiene mayor mérito.

Siempre intenté complacer a los demás. Aunque a veces cuesta mucho menos enfadarse que seguir la corriente a la mismísima infamia. Estoy tan de vuelta de todo que empiezo a pasarme a esta segunda opción. Con esto, además, es más sencillo complacer, al fin y al cabo.

Me tomé mi esfuerzo en tratar de educar a mis hijas y por lo que me cuentan quienes tratan con ellas con cierta frecuencia, no estaba roto el fondo del saco y en él depositaron cuanto traté de enseñarles. 

A lo que no estoy dispuesto es a educar a otros semejantes y muchísimo menos a quienes me importan un bledo. Y aunque me duele la mala educación o la ausencia de la misma, los años - mis años- me han hecho ver con claridad palmaria que no soy yo quien deba darle un coscorrón, capón o guantazo al pobrecito animal al que no le proporcionaron saco, o simplemente no se lo fueron llenando.

Los niños de hoy serán, de mayores, lo que vean que son sus padres. Cuando has empeñado tu tiempo y esfuerzo en tratar de que sean buenas personas, ética y moralmente saludables, respetuosos con los débiles, con las personas mayores, con los necesitados, si han visto todos esos hábitos en ti, todo eso tienen ganado y nadie, como yo ahora, se empeñará en educarlos. La educación de los hijos es cosa de padres, de sus padres. 

Por contra....pues eso, animalitos salvajes de jovencitos y muy peligrosos cuando alcancen la mayoría de edad. O la madurez,  que es cosa muy distinta. 


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