El relato del verano es la crónica de una sencilla y familiar rutina envuelta en arena y olas, con la brisa de la primera línea de fuego y de la orilla. Al molestísimo e infame reguetón contrapongo, en la intimidad que me proporcionan los minúsculos auriculares, a mis venerados Dire Straits, Rolling,s o incluso AC/DC, Metallica o Deep Purple si es menester y todo y con ese ruido a veces infernal, balbuceo estrofas de las canciones, entre sueños, al ritmo del leve tintineo de un café con hielo. El resto del columpio lo configuran el bienestar de esa primera hora de la tarde -después de comer- un buen chapuzón y, contraviniendo el buen consejo paterno (después de comer, ni una letra hay que leer) buenas lecturas para interrumpir la severa indolencia estival, abandonando mi presencia de ánimo, por ejemplo, en el fragor de las batallas navales que, con escrupulosa y fina elegancia, detalla mi gran amigo Joaco en su reciente publicación La Marina de Vichy, Joaquín Ruiz Díez del Corral, Ed. Actas . Trepidante.
A medida que voy adentrándome en el libro me empotro en los escenarios costeros de las refriegas entre navíos franceses y británicos, asumiendo con épico heroicismo sus marinos, las tensiones políticas de las maniobras de Churchill, tratando de imponerse en la pugna entre De Gaulle y Petain, enfrentados entre sí para combatir en concepciones contrapuestas frente al eje italo-alemán que encabezaban Hitler y Mussolini con una Francia ocupada y una situación caótica impuesta por el armisticio de 1940. Veo con claridad esas baterías de artillería de costa escupiendo proyectiles como si fueran pepitas de sandia desde las costas de Argelia, Marruecos, Senegal. Veo los amasijos de hierro retorcidos, ardiendo, humeando frente a esas costas y hundiéndose entre el sonido de las explosiones y el lamento de los marinos. Seguiré avanzando en este libro con la curiosidad y atención que merece y descubriendo detalles y realidades hasta ahora desconocidas, "si no ocultas, sí veladas al conocimiento general" como bien avanza en su prólogo el bueno de Joaco. Una mera pincelada: el valor de la Marina mercante francesa durante el armisticio y sus consecuencias en el tráfico comercial entre las viejas colonias y la metrópoli. Próxima singladura: extremo Oriente e Indonesia.
Simultáneamente he devorado el libro de otro amigo y compañero; Crónica de violencia y Terrorismo en las Islas Baleares (1956-2018), de Juan Martín Rodríguez Delgado, Ed. Círculo Rojo. Disecciona con rigor y precisión el negro itinerario del terrorismo criminal en nuestras islas, no sólo de ETA, también de bandas internacionales; atentados, secuestros aéreos y todo tipo de acciones encaminadas a teñir de negro el archipiélago Balear. La triste culminación de este terrorífico rosario fue, sin duda, el macabro atentado del 30 de julio de 2009 en Palmanova que costó la vida de nuestros Guardias Civiles D. Diego Salvá Lezaun y D. Carlos Sáenz de Tejada García cuyo recuerdo permanece vivo e inalterable en la memoria de sus compañeros.
El salitre ha quedado también impregnado en las cubiertas de otros tres libros; La Barcelona del viento, Mercé Vallejo y David Escamilla, Ed. Robin book, que quedó postergado hace muchos años en mi particular "cementerio de libros olvidados", felizmente rescatado y que describe un delicioso y magníficamente documentado itinerario de las andanzas de Daniel Sempere, protagonista de La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, en la Barcelona de posguerra, con detallada información de la historia y curiosidades de sus centenarios edificios más singulares.
El Rey recibe, de Eduardo Mendoza, Ed. Seix Barral, también ha compartido tardes de sol y reguetón ajeno y aunque esperaba algo más de esta primera entrega, abre la esperanza de prolongar el placer de leer su narrativa cuando acabe de publicar el resto de su anunciada trilogia Las Tres Leyes del Movimiento.
Finalmente, me propongo rematar esta semana la novela de otro amigo y compañero, Los Fantasmas de la Torre de la Mora, La Tormenta, de Ángel C. Vargas Gómez, Ed. Adavarde (www.editorial-adavarde.com) en el que se relatan las difíciles relaciones personales y profesionales y las condiciones de convivencia en el escenario de nuestra postguerra y en el ámbito de un Cuartel de la Guardia Civil del litoral malagueño.
Olas, arena y letras..... Y muy a mi pesar, reguetón.
A medida que voy adentrándome en el libro me empotro en los escenarios costeros de las refriegas entre navíos franceses y británicos, asumiendo con épico heroicismo sus marinos, las tensiones políticas de las maniobras de Churchill, tratando de imponerse en la pugna entre De Gaulle y Petain, enfrentados entre sí para combatir en concepciones contrapuestas frente al eje italo-alemán que encabezaban Hitler y Mussolini con una Francia ocupada y una situación caótica impuesta por el armisticio de 1940. Veo con claridad esas baterías de artillería de costa escupiendo proyectiles como si fueran pepitas de sandia desde las costas de Argelia, Marruecos, Senegal. Veo los amasijos de hierro retorcidos, ardiendo, humeando frente a esas costas y hundiéndose entre el sonido de las explosiones y el lamento de los marinos. Seguiré avanzando en este libro con la curiosidad y atención que merece y descubriendo detalles y realidades hasta ahora desconocidas, "si no ocultas, sí veladas al conocimiento general" como bien avanza en su prólogo el bueno de Joaco. Una mera pincelada: el valor de la Marina mercante francesa durante el armisticio y sus consecuencias en el tráfico comercial entre las viejas colonias y la metrópoli. Próxima singladura: extremo Oriente e Indonesia.
Simultáneamente he devorado el libro de otro amigo y compañero; Crónica de violencia y Terrorismo en las Islas Baleares (1956-2018), de Juan Martín Rodríguez Delgado, Ed. Círculo Rojo. Disecciona con rigor y precisión el negro itinerario del terrorismo criminal en nuestras islas, no sólo de ETA, también de bandas internacionales; atentados, secuestros aéreos y todo tipo de acciones encaminadas a teñir de negro el archipiélago Balear. La triste culminación de este terrorífico rosario fue, sin duda, el macabro atentado del 30 de julio de 2009 en Palmanova que costó la vida de nuestros Guardias Civiles D. Diego Salvá Lezaun y D. Carlos Sáenz de Tejada García cuyo recuerdo permanece vivo e inalterable en la memoria de sus compañeros.
El salitre ha quedado también impregnado en las cubiertas de otros tres libros; La Barcelona del viento, Mercé Vallejo y David Escamilla, Ed. Robin book, que quedó postergado hace muchos años en mi particular "cementerio de libros olvidados", felizmente rescatado y que describe un delicioso y magníficamente documentado itinerario de las andanzas de Daniel Sempere, protagonista de La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, en la Barcelona de posguerra, con detallada información de la historia y curiosidades de sus centenarios edificios más singulares.
El Rey recibe, de Eduardo Mendoza, Ed. Seix Barral, también ha compartido tardes de sol y reguetón ajeno y aunque esperaba algo más de esta primera entrega, abre la esperanza de prolongar el placer de leer su narrativa cuando acabe de publicar el resto de su anunciada trilogia Las Tres Leyes del Movimiento.
Finalmente, me propongo rematar esta semana la novela de otro amigo y compañero, Los Fantasmas de la Torre de la Mora, La Tormenta, de Ángel C. Vargas Gómez, Ed. Adavarde (www.editorial-adavarde.com) en el que se relatan las difíciles relaciones personales y profesionales y las condiciones de convivencia en el escenario de nuestra postguerra y en el ámbito de un Cuartel de la Guardia Civil del litoral malagueño.
Olas, arena y letras..... Y muy a mi pesar, reguetón.
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