De entrada voy a tener que reconocer que sí, que mi opinión está fuertemente contaminada por el afecto personal y por mi ya casi indisoluble vínculo profesional y emocional con el Cuerpo. Ni puedo negarlo ni quiero evitarlo.
Hace justamente veinte años, un día de marzo me vestí mi uniforme de presentación: pantalón y guerrera verdes, camisa y guantes blancos y corbata negra y al tiempo que subía las escaleras que llevaban al despacho del Jefe de la Comandancia, acompañado por una Guardia, un indisimulable nerviosismo entorpecía mi pasos. Los escalones hasta la segunda planta se me hicieron interminables y mi corazón palpitaba por encima de sus pulsaciones habituales.
A la espera de que me recibiera el Coronel, un por entonces joven Comandante (próximo a mi edad) Jaime B.H. - siguiendo estrictamente el protocolo, según experiencias sucesivas me han hecho saber- me atendió muy amablemente en su despacho y pudimos charlar brevemente. Su cara expresaba cierta incredulidad y mucha sorpresa al enterarse de que un tipo uniformado con "otros verdes" había sido destinado a la Guardia Civil de Baleares y que llegaba aquella mañana de marzo de 1999 a efectuar su presentación a no se sabía muy bien qué hacer allí.
Costó un poco arrancar y prácticamente nada adaptarse a un puesto que iniciaba un tanto hueco de contenido en un organismo que, como he comprobado con los años, es poco dado a los cambios radicales. En unos meses, el proceso de descentralización de la gestión económica fue cobrando peso y volumen y fueron dándose suficientes motivos y circunstancias como para considerar que había que remangarse y empezar a echar el resto, darlo todo y convertirse en uno más de ese equipo humano, como suele decirse, inasequible al desaliento.
Han pasado veinte años. Ha habido momentos muy difíciles, episodios luctuosos; naturales o motivados por accidentes unos y criminal otro (el atentado de Palmanova señala un momento de la Guardia Civil de Baleares muy difícil de olvidar) y actuaciones donde he podido comprobar la valía de estos profesionales, de su entrega absoluta al servicio a los ciudadanos. Sois muy buenos, de verdad.
He contemplado desde el interior la preparación, la planificación y la ejecución del servicio, intentando aportar, cuando se me ha requerido, mi granito de arena, mi criterio en el ámbito de mi competencia -exclusivamente- . Los he visto sufrir cuando las cosas no iban bien, cuando la fatiga y las dificultades entorpecían sus labores. He vivido junto a muchos de ellos misiones y trabajos donde tenían que desarrollar todo su potencial de servicio; en tierra, por mar y por aire y hemos compartido momentos ingratos y dolorosos pero también muy gozosos, envueltos en el compañerismo y familiaridad de lo que encierra la definición y filosofía de la Casa-Cuartel.
En el ámbito general, apartándome un poco de mi visión particular, la sociedad sabe perfectamente de lo que es capaz la Guardia Civil porque durante nuestra cotidiana existencia exhibe - sin cacareo- muestras suficientes de su eficacia y sacrificio. Especialmente con motivo de catástrofes naturales, incendios, accidentes aparatosos, sucesos extraordinarios y graves alteraciones del orden público.
Detrás del brillo de sus unidades más exitosas, de sus logros y de la púrpura que algunas veces cobra, no podemos olvidarnos de otros servicios y especialidades que contribuyen de manera especial para que todo eso sea posible. Sin ellos sería difícil alcanzar los objetivos. De todo género y condición: los servicios de apoyo, los conductores, los integrantes de cada una de las secciones de las planas mayores, los "burocráticos", hasta la imprescindible figura del Cajero Pagador: la entrega en tareas que inicialmente no destacan por su vistosidad pero sin las cuales nada sería los mismo.
Si bien en un primer momento creí que no iba a poder soportar la información y seguimiento del Juicio al "procés", al final me he enganchado y los interrogatorios matutinos suenan de fondo en mi despacho todos los días que hay declaraciones de testigos. La razón de esta atracción ha sido la exposición de los diversos testimonios de los Guardias Civiles que han puesto luz y precisión sobre los hechos y altercados de septiembre y octubre del año 2017, de las barbaridades y penurias que tuvieron que pasar los que todo eso vivieron; del asedio a las Casas Cuartel de Cataluña, a los hoteles y barcos donde se alojaban, de las amenazas, de la agresividad, de los golpes, de los insultos y de las mentiras y todo ello con la enorme capacidad de sufrimiento y paciencia de la que hicieron gala, aunque algunos no lo crean. (conociéndoles como conozco a muchos de esos Guardias, viéndoles cara a cara los días anteriores a su marcha, no lo saben bien y no se lo pueden ni imaginar)
Una de las cosas que más me gustó de mi estancia en Herat (Afganistán) fue la proximidad de mi despacho con el "Cuartel de la Guardia Civil", el contacto permanente con los compañeros Guardias, las tareas compartidas y el rigor con el que, a tantos kilómetros de distancia y en las condiciones de vida de la misión, llevaron a cabo su cometido, como si fuera un Puesto más del territorio nacional.
Cuando siendo niños veíamos una película del Oeste y temíamos que los indios pudieran lograr sus objetivos, sonaban de lejos las cornetas del Séptimo de Caballería y los soldados "azules" del General Custer llegaban a tiempo para salvar a la población. Ahora aquellos soldados azules se me aparecen con un tricornio y uniformados de verde (y de todos los actores de esa Sala, sabría decidir perfectamente a quién otorgar el papel del General Custer).
La Guardia Civil cumple 175 años de existencia y me siento tremendamente orgulloso de haber compartido con ellos los últimos veinte. Aunque tengo recuerdos y objetos que ratifican que ya desde pequeñito salía de "correrías" o de patrulla por los pasillos de casa, con los soldados del General Custer.
Feliz cumpleaños y larga vida a la Guardia Civil!!!
https://youtu.be/zHH3Ul9jazI
Costó un poco arrancar y prácticamente nada adaptarse a un puesto que iniciaba un tanto hueco de contenido en un organismo que, como he comprobado con los años, es poco dado a los cambios radicales. En unos meses, el proceso de descentralización de la gestión económica fue cobrando peso y volumen y fueron dándose suficientes motivos y circunstancias como para considerar que había que remangarse y empezar a echar el resto, darlo todo y convertirse en uno más de ese equipo humano, como suele decirse, inasequible al desaliento.
Han pasado veinte años. Ha habido momentos muy difíciles, episodios luctuosos; naturales o motivados por accidentes unos y criminal otro (el atentado de Palmanova señala un momento de la Guardia Civil de Baleares muy difícil de olvidar) y actuaciones donde he podido comprobar la valía de estos profesionales, de su entrega absoluta al servicio a los ciudadanos. Sois muy buenos, de verdad.
He contemplado desde el interior la preparación, la planificación y la ejecución del servicio, intentando aportar, cuando se me ha requerido, mi granito de arena, mi criterio en el ámbito de mi competencia -exclusivamente- . Los he visto sufrir cuando las cosas no iban bien, cuando la fatiga y las dificultades entorpecían sus labores. He vivido junto a muchos de ellos misiones y trabajos donde tenían que desarrollar todo su potencial de servicio; en tierra, por mar y por aire y hemos compartido momentos ingratos y dolorosos pero también muy gozosos, envueltos en el compañerismo y familiaridad de lo que encierra la definición y filosofía de la Casa-Cuartel.
En el ámbito general, apartándome un poco de mi visión particular, la sociedad sabe perfectamente de lo que es capaz la Guardia Civil porque durante nuestra cotidiana existencia exhibe - sin cacareo- muestras suficientes de su eficacia y sacrificio. Especialmente con motivo de catástrofes naturales, incendios, accidentes aparatosos, sucesos extraordinarios y graves alteraciones del orden público.
Detrás del brillo de sus unidades más exitosas, de sus logros y de la púrpura que algunas veces cobra, no podemos olvidarnos de otros servicios y especialidades que contribuyen de manera especial para que todo eso sea posible. Sin ellos sería difícil alcanzar los objetivos. De todo género y condición: los servicios de apoyo, los conductores, los integrantes de cada una de las secciones de las planas mayores, los "burocráticos", hasta la imprescindible figura del Cajero Pagador: la entrega en tareas que inicialmente no destacan por su vistosidad pero sin las cuales nada sería los mismo.
Si bien en un primer momento creí que no iba a poder soportar la información y seguimiento del Juicio al "procés", al final me he enganchado y los interrogatorios matutinos suenan de fondo en mi despacho todos los días que hay declaraciones de testigos. La razón de esta atracción ha sido la exposición de los diversos testimonios de los Guardias Civiles que han puesto luz y precisión sobre los hechos y altercados de septiembre y octubre del año 2017, de las barbaridades y penurias que tuvieron que pasar los que todo eso vivieron; del asedio a las Casas Cuartel de Cataluña, a los hoteles y barcos donde se alojaban, de las amenazas, de la agresividad, de los golpes, de los insultos y de las mentiras y todo ello con la enorme capacidad de sufrimiento y paciencia de la que hicieron gala, aunque algunos no lo crean. (conociéndoles como conozco a muchos de esos Guardias, viéndoles cara a cara los días anteriores a su marcha, no lo saben bien y no se lo pueden ni imaginar)
Una de las cosas que más me gustó de mi estancia en Herat (Afganistán) fue la proximidad de mi despacho con el "Cuartel de la Guardia Civil", el contacto permanente con los compañeros Guardias, las tareas compartidas y el rigor con el que, a tantos kilómetros de distancia y en las condiciones de vida de la misión, llevaron a cabo su cometido, como si fuera un Puesto más del territorio nacional.
Cuando siendo niños veíamos una película del Oeste y temíamos que los indios pudieran lograr sus objetivos, sonaban de lejos las cornetas del Séptimo de Caballería y los soldados "azules" del General Custer llegaban a tiempo para salvar a la población. Ahora aquellos soldados azules se me aparecen con un tricornio y uniformados de verde (y de todos los actores de esa Sala, sabría decidir perfectamente a quién otorgar el papel del General Custer).
La Guardia Civil cumple 175 años de existencia y me siento tremendamente orgulloso de haber compartido con ellos los últimos veinte. Aunque tengo recuerdos y objetos que ratifican que ya desde pequeñito salía de "correrías" o de patrulla por los pasillos de casa, con los soldados del General Custer.
Feliz cumpleaños y larga vida a la Guardia Civil!!!
https://youtu.be/zHH3Ul9jazI
Feliz aniversario mi Comandante.
ResponderEliminarIgualmente Esperanza. Por muchos años más
ResponderEliminarPues eso, ¡Felicidades! Y a seguir cumpliendo años. A la GC ya le queda poco para los 250 años que cumplió la Artillería hace poco (2014).
ResponderEliminarUn abrazo.
Querido unknown artillero. Si supiera yo quién eres te daría las gracias de manera más personalizada y celebraríamos juntos el aniversario de tan digna Arma a la que profeso bárbara admiración. Ojalá que la Guardia Civil y la Artillería sigan celebrando aniversarios. Un abrazo.
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