Te harás mayor y tu piel perderá tersura, tus cabellos encanecerán y tu abdomen perderá firmeza. Los dedos de tus manos irán adquiriendo cada día más rigidez. Tu olfato irá despreciando aromas que antes no te molestaban tanto, igual que tu gusto. Se exacerbarán tus odios pero tambien tus afectos y aunque al final la irritabilidad anidará en cada uno de tus poros y se manifestará por pequeñeces con una estúpida contumacia también la sensibilidad aflorará en los momentos más emotivos y llegará a incomodarte la congoja a la que te someterá hasta el punto de obligarte a disimular con banales pretextos el humedecimiento de tus ojos.
Te harás mayor y a lo mejor volverás a refugiarte en una fe que te hizo crecer en la confianza de que todo el mundo era bueno, que la Justicia corregía maldades y que otros te resolverían tus problemas.
Te harás mayor y comprobarás que tus sueños van decreciendo en ilusión a medida que vas cumpliendo años. Verás que tu casa no es tan pequeña y que fue un acierto elegir ese barrio para vivir en él. Pensarás que el coche todavía está en buenas condiciones de uso y que la ropa te dura mucho más que cuando eras joven. Y que te importa cada vez menos la moda. Te comprarás la ropa que te sienta bien y con la que te encuentras a gusto, aunque los pantalones no queden tres dedos por encima de los tobillos ni ajustados a la pantorrilla porque, qué caray, no vas a salir a pescar, en ninguna de sus acepciones; ni la real ni en sentido figurado, ni tardeo ni petardeo.
Te harás mayor y seguirás escuchando las canciones que siempre te gustaron, las de aquellos discos de vinilo que hojeabas una y mil veces en los cajones de madera de la sección de música de los grandes almacenes y que, tras el arqueo de bolsillo y cartera marrón de cuero, acababas comprándote para grabarlo después en un casette y poder escucharlo en el coche una vez tras otra. Esas mismas canciones que tienes asociadas a momentos y personas que dejaste atrás, como los andenes vacíos de estaciones de tren por las que una vez pasaste y que parecen ahora tan lejanas….
Te harás mayor y vivirás más feliz si actúas conforme a lo que dicte tu conciencia, si eres capaz de entender que tu crédito para discutir se agota. Que a veces es mejor ceder que presionar, que como dice Jaime B. -el hombre que esquivaba los extremismos- en ocasiones hay que renunciar a lo particular en beneficio de lo general; de lo común de la pareja, de la familia...del grupo de amigos. Que se puede discrepar, por supuesto, pero tratando de evitar pugnas estériles por llevar a extremos absurdos argumentos de desencuentro. Será siempre mucho más sensato decir una sola vez sí o no, pero sin elevar el tono, sin levantar la voz.
Te harás mayor y eso será siempre mejor que ceder ante un diagnóstico inoportuno. Así sea.
https://youtu.be/9kp3N3wQPO0
Te harás mayor y comprobarás que tus sueños van decreciendo en ilusión a medida que vas cumpliendo años. Verás que tu casa no es tan pequeña y que fue un acierto elegir ese barrio para vivir en él. Pensarás que el coche todavía está en buenas condiciones de uso y que la ropa te dura mucho más que cuando eras joven. Y que te importa cada vez menos la moda. Te comprarás la ropa que te sienta bien y con la que te encuentras a gusto, aunque los pantalones no queden tres dedos por encima de los tobillos ni ajustados a la pantorrilla porque, qué caray, no vas a salir a pescar, en ninguna de sus acepciones; ni la real ni en sentido figurado, ni tardeo ni petardeo.
Te harás mayor y seguirás escuchando las canciones que siempre te gustaron, las de aquellos discos de vinilo que hojeabas una y mil veces en los cajones de madera de la sección de música de los grandes almacenes y que, tras el arqueo de bolsillo y cartera marrón de cuero, acababas comprándote para grabarlo después en un casette y poder escucharlo en el coche una vez tras otra. Esas mismas canciones que tienes asociadas a momentos y personas que dejaste atrás, como los andenes vacíos de estaciones de tren por las que una vez pasaste y que parecen ahora tan lejanas….
Te harás mayor y vivirás más feliz si actúas conforme a lo que dicte tu conciencia, si eres capaz de entender que tu crédito para discutir se agota. Que a veces es mejor ceder que presionar, que como dice Jaime B. -el hombre que esquivaba los extremismos- en ocasiones hay que renunciar a lo particular en beneficio de lo general; de lo común de la pareja, de la familia...del grupo de amigos. Que se puede discrepar, por supuesto, pero tratando de evitar pugnas estériles por llevar a extremos absurdos argumentos de desencuentro. Será siempre mucho más sensato decir una sola vez sí o no, pero sin elevar el tono, sin levantar la voz.
Te harás mayor y eso será siempre mejor que ceder ante un diagnóstico inoportuno. Así sea.
https://youtu.be/9kp3N3wQPO0
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