martes, 29 de marzo de 2016

La Habana


Cantaba Carlos Cano - letra de Antonio Burgos-  aquello de que ...La Habana es Cádiz con más negritos y Cádiz, La Habana con más salero....pero ahora en Cádiz esta el kichi - o como le llamen, que más me da, (-pasa p'alante, pisha, y acompáñame a la Procesión. - Sí mamá.) y a La Habana ha viajado Obama y allí han tocado ya los Stones. A Cuba ha ido el Presidente de E.E.U.U  con ochocientos emprendedores empresarios (no sé muy bien en qué orden) ¿para qué? Para qué va a ser, pues para levantar el embargo o el bloqueo económico y reconvertir la isla caribeña en un nuevo escenario de expansión comercial y tan cerca...



Bajaba del Air Forcé One como Mary Poppins - o Mr. Marshall- junto a una primera dama - en casual wear- muy alejada de cualquier protocolo. (letistilo)


Haya o no castrismo para largo, por el momento hasta La Habana se van acercando aventurados turistas americanos de pasta gansa a dejarse los dólares en La Bodeguita del Medio y La Floridita y a recorrer el Malecón con aires del viejo Hemingway en vetustos carros de los cincuenta, a vivir sus propias películas  caribeñas, buscando en los rincones deteriorados por los años de penuria lo que ya no van a encontrar porque murió en la indigencia, víctima de inanición.



Será entonces Cuba lo que quieran que sea los americanos y desde la vieja Europa, ajada por movimientos migratorios similares a los que se dieron al final de la Segunda Guerra Mundial, veremos cómo se desvanecen las expectativas de negocio de otros tantos emprendedores empresarios europeos (tampoco soy capaz de determinar el orden) que tienen (tenían hasta este momento) en esa joyita del Caribe su tierra prometida.



No habrá opción. El gran sueño americano se ha reencarnado y habitará Cuba y ni por proximidad ni por potencial habrá quien les tosa a los yankees. Al tiempo.



Hace unos cuantos años, cuando se me frustró la ocasión de visitar Cuba en unas condiciones excepcionales, lloré la pena de no poder conocer una Cádiz con más negritos. A última hora el trabajo me apeó del avión de Spanair en un planazo que no volverá a repetirse, creo. Lástima. 








Donde sí había estado muchos antes fue en Cádiz y claro que de ella me enamoré y vaya si me atrapó. Además seguramente conservará todo su salero y ahora también tiene sus negritos, así es que valdrá decir que ahora Cádiz es La Habana con carnavales.



Manolo, marca ya!



Gracias a él, los culés dejamos de ser unas lloronas perdedoras, acomplejadas por el favoritismo general al Real Madrid y comenzamos a escribir la historia de nuestro Club de otra manera. Y con  vitrinas.



En unos pocos días he leído y escuchado cientos de panegíricos sobre Cruyff. No me ha causado ninguna extrañeza nada de lo dicho. Unanimidad mundial sobre su talento como futbolista y su particular genialidad como entrenador. El Barça es ahora lo que es porque en él impuso su filosofía de la vida este holandés. En Barcelona, como algo que compartíamos exclusivamente los culés, nos referíamos a él con un familiar Johan -como si comiera todos los días en nuestra casa- y eso nos distinguía, sin habérnoslo propuesto, del resto de aficionados al fútbol. Polémico hasta el final era, a veces, más fácil entenderlo en holandés, sin saber ni papa,  que en su macarrónico castellano y sus imprescindibles ruedas de prensa, mano sobre mano y sus dedos martilleando levemente una de sus muñecas -gesto característico- eran un compendio de genio y provocación. Era además un maestro en sacar conejos de la chistera y para prueba sus famosas cruyffadas: romerito, lucendo, escaich, korneiev....todo ello con una clara intención; tocar las narices a la directiva.



Estuve -con trece años- en el Nou Camp el día de su debut en el año 1973, frente al Granada y desde ese instante pasó a convertirse en un mito para todos aquellos chavales adolescentes que tratábamos de emular sus carreras por la banda, esquivando piernas y patadas, agitando su melena ¡Qué pelo!, recuerda todavía mi madre, hoy en día.


Este famoso gol al Atlético de Madrid, visto en televisión en blanco y negro, yo lo vi en directo a todo color. 
(le llamábamos el gol de Kun-fu, serie televisiva del momento)

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