lunes, 4 de abril de 2016

Un día de estos...


Un día de estos, un día cualquiera, antes de levantarme me habrán preparado el desayuno y lo encontraré sobre la mesa de la cocina. Mantelito puesto, tostada en el plato junto al aceite y la sal y un café con leche humeante: tendremos pacto.

Con los retales que resultaron del 20-D,  tan manoseados durante los últimos tres meses, se va a configurar un nuevo gobierno. Es incuestionable. Y va a ser así porque al final, después de tanto postureo (término también desgastado) y de tanta ida y vuelta de declaraciones, de líneas rojas, de frases rimbombantes de fotitos, gestitos, regalitos,etc,  lo que les conviene es ponerse de acuerdo, pasar por alto las diferencias que les separan y lograr el objetivo que no es otro que....

Quiero medir mucho mis palabras y los dedos se deslizan con máxima cautela sobre el teclado de mi ordenador. Una coma de más o de menos podría significar que me muestro a favor o en contra de una solución definitiva a la situación actual y debo asumir el deber de conservar mi neutralidad política. Por tanto, creo que lo mejor va a ser dejarlo así.



Al final, la política es lo que se hace y no tiene por qué coincidir necesariamente con lo que se dice, ni con lo que se ha dicho previamente. Y según quién lo diga, probablemente no nos vamos a equivocar si dudamos de esas palabras. Como muestra me basta sentarme ante el televisor y asistir a las noticias de cada día y ver las imágenes de tanto personaje del más diverso pelaje escupiendo odio hacia un importante sector de la sociedad española y con ánimo de arrasar, si gobiernan, con todo lo logrado hasta ahora en los últimos cuarenta años. ¿Por qué tanto odio? Y ya estoy escribiendo mucho.


Empiezo a resignarme y ya solamente quisiera, pediría, respeto. Sí, respeto a los que pretendemos seguir enseñando y educando a nuestros hijos en idénticos valores en los que fuimos educados y enseñados por nuestros padres.  Y respeto a las creencias religiosas que en mayor o menor medida, allá cada cual -permitan que nos equivoquemos- practicamos y queremos seguir practicando muchos ciudadanos españoles sin que nadie se burle de nosotros ni insulte zafiamente ni a nuestra Iglesia ni a quienes la representan en el nombre de nuestro Dios. Así sea.


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