lunes, 7 de marzo de 2016

La estrategia de la desmemoria

Hace unos días vimos en un canal de cine la película Siempre Alice, lo que me ha llevado a una profunda reflexión sobre la memoria y su uso. La memoria, de la que tanto tiramos en cada momento y que tanto puede llegar a  desvirtuar la realidad de un hecho o de una vivencia, juega, a veces, malas pasadas pero puede aportar no pocas coartadas el mero hecho de alegar su ausencia, dando así cuerpo y consistencia a la mentira.


Alice -excelente interpretación de Julianne Moore- es una jovencísima mujer que ronda los cincuenta y, dedicada brillantemente a la enseñanza universitaria en los terrenos de la psicología cognitiva y la lingüística -qué terrible paradoja-, empieza a advertir pequeños lapsus a la hora de recordar sus propios conocimientos. El diagnóstico es temible y especialmente a esa edad: Alzhéimer. La película es muy dura y entristece e impresiona imaginarse a uno mismo en una situación familiar similar.


Hemos asistido a la primera fase de un apasionante espectáculo judicial y, a ratos y a través de internet, he podido seguir parte de los interrogatorios efectuados por las diversas acusaciones a cada uno de los implicados en las tramas financieras de Noos y Arizon y toda la secuencia de manifestaciones sobre presentaciones, contactos, exposiciones, seminarios, viajes, gastos, facturas, contrataciones reales y ficticias, etc.  El denominador común en muchas de las respuestas de los ilustres interrogados eran desalentadores e inaudibles balbuceos; "no sé, no recuerdo muy bien", mientras sus miradas marcidas por un profundo engaño se perdían entre la presidencia de la sala, los acusadores y los pantallazos hachedé que no cesaban de escupir folios -miles- de pruebas documentales. Muy frustrante si alguien tenía esperanzas de llegar a conocer el fondo del asunto y desproporcionado resultado para la expectación generada.


"No sé, no recuerdo muy bien “constituye una respuesta frívola y retórica que encierra en sí misma una grave ofensa a los ciudadanos que no podemos alegar esa falta de memoria a la hora de exigírsenos el cumplimiento de nuestros deberes cívicos pero, más grave aún, es un insulto a las víctimas del Alzhéimer y muy especialmente, a sus familiares, que luchan día tras día para tratar de rescatar a sus seres queridos de ese pesado olvido que les va enterrando en el entorno siniestro, oscuro y silencioso de la desmemoria. ¿Te imaginas llegar a olvidar dónde está el cuarto de baño de tu propia casa hasta el punto de no llegar a tiempo para hacer uso de él?

Las náuseas de la semana

Haber tenido que escuchar que es muy doloroso tener que preparar cada fin de semana una bolsa con ropa para visitar a un hijo en una prisión me obliga automáticamente a lanzar una pregunta. ¿Es acaso más liviano y satisfactorio tener que pasar previamente por la floristería para rezar ante la tumba de un padre, un esposo o un hijo asesinado? 


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