lunes, 26 de mayo de 2014

Abierta por primavera.

Va calando poco a poco, casi de forma imperceptible. Cualquier día, no importa la hora, te asalta mientras esperas parado en un semáforo en rojo, mirando a tu alrededor, observándola como si fuera una suave brisa, paseando sobre la acera, levantando levemente tules y otras telas vaporosas y algunos cabellos, arrastrando su velo,  coqueteando de  manera insinuante. Se pone el semáforo en verde, arrancas y subes un poquito el volumen de la radio, donde suena esa canción que hacía mucho tiempo que no escuchabas y que tanto te gustaba. Le guiñas un ojo a tu propio estado de ánimo y te olvidas de tus pequeños pesares de cada día, en coche al trabajo, del trabajo a casa, de casa al cole, del cole a las extraescolares, de nuevo a casa...(bueno, si entre tanta carrera, de un lado a otro, se cuelan dos horitas de tenis, a mitad de la jornada, aún quitándote de comer ese día....). Me pilla un rayo de sol subiendo hasta Arabella, rodeado de campos de golf, con el olor refrescante que ha dejado la lluvia sobre la hierba recién cortada, con la ventanilla bajada, permitiendo que la humedad del ambiente empape mi piel.

O te asalta, también, cualquier domingo, tempranito, de esos que nacen cubierto el cielo por nubes de mil grises y algún morado. Después de desayunar salgo a la terraza de casa, desde la que se contempla toda Palma, a la cual castigo con mi espalda, sin querer, cada día, porque vivimos demasiado deprisa, supongo.



Me siento en la butaca de mimbre. Casi silencio. Tan sólo se escuchan los trinos de las golondrinas y hacen que me fije en ellas. De repente, resulta que son cientos de ellas, de variado tamaño, revoloteando entre los edificios, cayendo en picado y remontando, gorjeando, en lo que aparentemente es un desfile caótico. Van y vienen anárquicamente. Parece que no tiene ningún sentido esa algarabía, pero en cada viaje, si observas, adviertes que cumple cada una su misión. Capturan insectos en vuelo y los depositan en los picos de los polluelos que hay en los nidos, bajo los aleros del ático de enfrente, a pesar de la presencia escasamente disuasoria de unos viejos cedés, colgados de las tejas. Ensucian mucho, será cierto, pero esta mañana de domingo, sin apenas tráfico, y a pesar de los nubarrones, su presencia también te levanta el ánimo. 

Pasea también, entre otros sitios, por el centro de Palma, cualquier mañana o tarde (he tenido ocasión, esta semana de comprobarlo) junto al Paseo del Borne, la nueva milla de oro. Cientos de turistas y/o extranjeros con aspecto de gozar de un elevado poder adquisitivo, cargados con las bolsas de sus compras en las mejores tiendas, como si estuvieran de rebajas y luego abarrotando las terrazas y los restaurantes para comer, para cenar, alrededor de la Lonja, dejando muy poquito hueco a los que vivimos aquí todo el año y quisiéramos que los importes de los servicios en bares y restaurantes no fueran aptos ex-clu-si-va-men-te para aquellas economías. Nosotros apenas llegamos, no podemos. Se quejan algunos de nuestros visitantes, con razón, de que Palma es carísima, que no todos los restaurantes han querido o han podido adaptarse a la economía de crisis, como sí han hecho, en su mayoría, en otras ciudades españolas. Lo decía el otro día un tertuliano radiofónico (Josemi, en el programa de Herrera). "Los mallorquines pagáis en restaurantes normales de Mallorca lo mismo que pagamos nosotros en los que son muy buenos de Madrid, pero aquí, ni siquiera os ponen mantel." Será que es muy "cool", o nos colocan servilletas de papel -colhogar-, sobre mantel de tela; nada cool, of course y en ocasiones, el servicio deja bastante que desear, añado yo.

En fín, será el precio que hay que pagar por vivir en esta Comunidad, preferible, en cualquier caso, a tener que soportar los malos modales y consecuencias del turismo low-cost (que también conocemos sobradamente) que, además, no resulta ni rentable ni enriquezedor para el pais.

Bueno, pues a pesar de eso, también ella te levanta el ánimo...

...Palma, abierta por primavera.

lunes, 19 de mayo de 2014

La liga que empezó en Afganistán.


Escribía lo siguiente el pasado sábado, 18 de mayo de 2014 desde las 18 horas, al mismo tiempo que se jugaba el partido entre Barça y Atlético.

Hoy acaba una liga que empezó, para unos cuantos, allá por agosto del año pasado, en la Sala de Juntas de la SEA de la FSB "Camp Arena" de Herat ( Afganistán).

La puesta en escena es espectacular. Hay mucha tensión. Cien mil piezas azules, amarillas y granas convierten las gradas del Nou Camp en un vistoso mosaico.

Empieza a rodar el balón y  los nervios de los jugadores traspasan las líneas del campo, llegando a los sofás de muchas casas, de la mía, desde luego.

Mucho va a tener que dar el que quiera llevarse el partido (o no), que vale por una liga, la distancia entre el éxito y el fracaso; entre salvar una mala temporada unos y la fustración de los aspirantes, un enorme Atlético que ha acabado sorprendiendo a todos.

Sube el ritmo cardíaco, se me alteran las pulsaciones. No son malas las primeras sensaciones. Si hubieran querido, si hubieran sabido, si el que no mola hubiera sido capaz de leer, al tomar posesión de su cargo, la letra pequeña de su contrato, habría sabido exigir mucho más a alguno de estos nenes y habrían sacado esta liga de calle. Se acomodaron y se abrazaron a la mediocridad como a una mala fé,  la propia de quien ya lo ha ganado todo.

Todavía no ha afilado sus cuchillos Messi y en su primera carrera, Diego Costa se rompe. Sale Adrián. Veinte minutos y todo sigue igual. El Atlético sigue siendo campeón de liga, pero, a los pocos minutos, Arda Turán cae también herido. Ya van dos bajas y, además, muy significativas. Se desespera Simeone en la banda y llora sin consuelo Costa. Se ha jugado la final de Lisboa y sale del campo como lo haría del casino un ludópata perdedor: arruinado y despeinado. Es la imagen de la derrota anímica. Saldrá Raúl García. Si creíamos que no cabía más épica, los acontecimientos nos demostrarán lo contrario. Nadie se refugiará en el infortunio, siguen once contra once, pero nosotros jugamos con Pinto. Me sudan las manos cuando pretende jugar con los pies. Se me atasca la garganta.

No veo a Messi. Si aparece, lo hará cuando consiga sorprender a todos, espero. ¿Por qué ha dejado a Xavi en la sala de espera? Faltan ideas, escasean y la ciencia está sentada, mordiéndose los puños.

Media hora, vamos, Leo, comparece! Bórranos  el caracoleo torpe y estéril de Alexis.......

Pero... (salto sobre el sofá).......GOLAZO de Alexis! Si antes lo digo, me tragó la crítica. Me la callo......pero sigo pensando que no es jugador para el Barça. Revienta la pelota en la red de la portería de Courtois. Dibuja una inmensa ola en las banderas del Barça, entregadas al cielo.

Ruge el campo como una bestia hambrienta que no ha cobrado pieza en mucho tiempo, aprieta el Barça. Con lo que tenemos, sabemos que no basta. Deberían ir a por más, se teme el arreón  del Atlético y llegará, porque encuentra espacios y el Barça atrás genera muchas dudas, lo saben. Otro córner y van .....huyyyyyyy.....que difíci! El área pequeña del Barça está plagada de jugadores, en cada saque de esquina. Se me corta la respiración. No cabe un alma. Intensifica la presión el Atlético, queda menos de un  minuto para el descanso.

Empieza la segunda parte. El Atlético tendrá que arriesgar.... Al palo Villa....uff. Cierro los ojos y lo veo todo negro. Qué falta de espíritu por parte de algunos (la mayoría) jugadores del Barça. Los atléticos no se descomponen, buscan el gol y el Barça no debería quedarse tan atrás. Otro córner, otra avalancha amarilla....se veía venir, empata el Atético y además, merecidamente.

Vuelta a empezar. Sólo veo jugadores del Atlético.

Cae Busquets, sólo, sin que nadie le toque. Se encuentran cómodos los del Cholo. Cielos, sale Song. Dios nos pille confesados! Calienta Neymar.(más caracoleo estéril, mas gambetadas inofensivas, que no son ni estéticas por improductivas) No veo claro el partido. Messi sigue ausente. No se si debemos esperarle. Creo que no.

Queda media hora. Este juego no es ni una pésima parodia del que fue el de un gran equipo, el mejor Barça de la historia. Se va Pedro. Tampoco se le ha visto mucho este año. Messi se ahoga entre las líneas de Simeone. No da para más. Se acaba el tiempo y sale Xavi, con toda la vajilla rota, con todos los instrumentos ya desafinados, intentando sacar una nota válida a una banda descompuesta que hace ya unas semanas se acabó los culines de las botellas de anís y de bebidas chungas que dejaron los invitados encima de la mesa, antes de ir a buscar fiesta en otra plaza.

Acaba el partido, se cierra un ciclo (ahora estoy seguro, es innegable). Se irá el Tata y debería llevarse consigo a Zubi, a Bartomeu y a tanto estómago agradecido. Costará borrar la decepción.

Lo dije hace un tiempo; ya hemos cruzado muchos desiertos antes y volveremos al éxito.



El deporte como ejemplo.

Tata Martino: "si me avisan de lo que pasaba por aquí, no hubiera venido al Barcelona"

Rafa Nadal: "siempre he entrenado al máximo nivel, a la máxima intensidad y esto me hace sentir más preparado en los momentos de máxima dificultad de los partidos."

Carles Pujol: "Me gustaría que me recordaran como alguien que lo dió todo"

Cholo Simeone: "Si se quiere, si se trabaja, se puede"


Miércoles 14 de mayo. Durante algo más de tres horas, Rafa Nadal y Gilles Simón golpean una y mil veces la bola. El intercambio de golpes va acompañado de un gemido sincopado, cada cual el suyo, siempre el mismo. Es la banda sonora de una película que hemos visto muchas veces, que vemos cada vez que se asoma en nuestra pantalla un torneo de tenis, especialmente si es de tierra batida. Pasa la bola por encima de la red y yo sólo puedo verlo de refilón, casi guiándome más por el sonido que por la imagen. Paralelamente a este espectáculo deportivo se disputa en mi casa otro encuentro: la lucha diaria con los deberes, las lecciones, los ejercicios de cuarto de primaria. Quiere rendirse Ana, afloja, se viene abajo y yo me disgusto, me coloco junto a ella como la familia de Rafa en la grada, pero con la fiereza, a veces, de la familia de Djokovic.  La miro a ella y le hago fijarse en la imagen de Nadal, en su lucha, en su ejemplo, no darse nunca por vencido, pelear hasta el final, sufriendo cada bola, cada fallo y su grito, al final de cada golpe. Esa expresión de concentración, apretando los dientes, cerrando los puños, a pesar de sus tics, de sus manías con los botellines de agua, con las líneas de la pista, que evita pisar (hasta la imaginaria prologación de cada una de ellas), la toalla para secarse el sudor de las manos, de los brazos, del pelo, su ya famoso "vamosss!"




Hago que Ana se fijé en todo esto como ejemplo del esfuerzo, del cual se recoge siempre un resultado. Si ganas el partido, esa gloria te llevas a casa. Si lo pierdes, ya tienes algo más aprendido para la próxima vez...más esfuerzo, más sufrimiento. 

Avanza la semana, Nadal sigue dejándose la piel en la tierra donde se batieron hasta la muerte anónimos gladiadores y llega el fin de semana en el que se deciden muchos títulos. De baloncesto, prefiero no hablar; ¿va a ser que Pascual tampoco mola?

La Liga de fútbol para el Atlético, equipo que ha sabido interpretar el espíritu luchador de Simeone, cuyas palabras recalcadas no son muy distintas de mi lema preferido de motivación en el  trabajo y  en cualquier actividad o faceta de la vida;  voluntad, aptitud y capacidad; quiero, sé y puedo.

Tiene mérito por sí mismo, pero qué lástima que el Barça no compareciera, que Messi haya dimitido hace muchos meses, que este equipo haya adoptado como patrón de juego algo así como el hermano bastardo del que desarrolló el que fue el mejor equipo del mundo hace pocos años. Abonado a la indolencia, este grupito de nenes citó, con alusiones y dedicatorias variadas,  a cien mil aficionados, permitieron que lucieran un vistoso mosaico, que les jalearan cuando las cosas venían de cara, para al final arrojar sus espadas al suelo, bajar los brazos y las miradas, rindiéndose sin luchar. Si Carles Pujol hubiera podido llegar en condiciones a este final de su vida profesional, el espíritu de lucha habría seguido anidando en ese vestuario. Leía hace unos días una frase que resume su entrega: "pone la cara donde algunos juadores no se atreven a poner un pie".

Para redondear el domingo, después de hacer lo más difícil y, este sí, luchar hasta la extenuación, Nadal caía ante Djokovic en el Master 1000 de Roma. Ese orgullo serbio, turbador y desafiante, esos golpecitos con su puño cerrado sobre el corazón, mirando hacia su palco,  también es prueba de espíritu luchador ganador.










lunes, 12 de mayo de 2014

De largo.



Copia bien, niña, no falles,
no cambies las bes por uves,
ni cambies las uves por bes.
Copia bien, niña, no falles,
no cambies las ges por jotas,
ni cambies las jotas por ges,
tampoco olvides las haches,
copia bien, niña, no falles.
                  
                  Ana y Asís Olmedo.



Viendo el vestido de comunión colgado del tirador de uno de los armarios del dormitorio, rozando la alfombra, me doy cuenta de lo rápido que han pasado todos estos años. Desde mi cama, mirando hacia la izquierda, con la cabeza apoyada en la almohada, te imagino, te recuerdo con apenas año y medio -ya dormías en cama-. Te levantabas despacito, te acercabas descalza desde tu cuarto muy sigilosamente a donde yo dormía, con tu pelo enmarañado, el coletero desprendido y tus ojitos bien abiertos. Te quedabas callada hasta que yo advertía tu presencia. Nos mirábamos, sonreías; ¿Has dormido bien? te preguntaba yo. Si, papá, he dormido bien!




Un buen día, después de muchos como aquellos y siguiendo fielmente esa rutina, te adelantaste a mi pregunta; sin darme tiempo a formularla, me espetaste: hola, papá, he dormido bien! Sin darme tiempo ni a encajar el golpe, te colaste entre nuestras sábanas, entre papá y mamá, para seguir risueña, enredada entre nosotros, esperando tu ración matutina de mimos y cosquillas.  Blup, blup, blup; hacía sonar en mi boca, mientras mi mano abriéndose y cerrándose como una medusa sobre tu cabeza, bajaba lentamente hasta tu cara que acababas medio tapando con tus manos menuditas, intentando eludir el feroz ataque.

Echo un vistazo de nuevo al vestido crudo y su faja de color magenta y te veo ya vestida para tu primera comunión y sólo han pasado nueve años desde tu debut en este mundo, con tu genio inquieto y precipitado que envuelve todas tus acciones y actuaciones cotidianas, con esa chispa que no siempre logramos contener, que tanto quisiéramos reducir en determinados momentos y que tanto echamos de menos cuando no te tenemos cerca. 

Es un gran paso. La primera comunión, más allá de una fiesta familiar y de un atracón de chuches y alocadas carreras por el jardín con María, todas tus primas, tu primo y tus amiguitas, es un acontecimiento muy especial para nosotros y marcará un punto al cual volverá tu memoria muchas veces el resto de tu vida. 

Blanca y Ana (Foto del tio Loyola)



Te deseo toda la felicidad que merece tu singular manera de ser y de concebir la realidad de todo cuanto te rodea. Espero que la madurez que debes ir adquiriendo con el paso de los años no nos prive de tu genialidad, a pesar de que algunas veces pueda resultar desquiciante para los adultos que ignoramos, a veces, que no dejas de ser una niña de nueve años.

Recuerda siempre nuestras tres piedras: quiero, sé, puedo.



lunes, 5 de mayo de 2014

Herat, un año ya.

El pasado viernes se cumplió un año desde el inicio de mi misión en Afganistán. Unos días atrás, algunos de los compañeros de viaje hemos tenido y, de alguna manera, compartido, momentos de recuerdo de la "efeméride". Concretamente,  a través de un reducido grupo de chat de whatsapp y mucho más personalmente con Juan Ferrer, todo un "legad advisor", que ha pasado unos días, junto con Clara y Juanito, aquí en Mallorca, con sus amigos los Olmedo. (Butler X 4).

La noche anterior de la partida, marcada por la emotividad de una discreta e íntima despedida familiar, no logré pegar ojo. A mi habitual dificultad para conciliar el sueño,  se añadió la tensión emocional vivida la tarde anterior y la curiosidad e incertidumbre por lo que se me avecinaba. Junto a mi cama, sobre una silla de la austerísima (por llamarla de alguna manera) habitación de la Residencia "El Gato" de la Base de Torrejón, todo mi uniforme árido, ordenadamente dispuesto, como el galán de noche de un torero, preparado para debutar con picadores en plaza de primera. Sobre la moqueta,  las botas, todavía lustrosas y preparadas para soportar los seis meses y pico de misión y junto a ellas, el petate azul del Ejército del Aire, cargado hasta arriba con todos los bártulos de dotación.

La leve penumbra que asomaba por el ventanal, una vez apagada la bombilla de 25 w que ¿iluminaba? la habitación, convertía el escenario en el plató de grabación de una película bélica, mi propia película. Sólo faltaban caprichosas volutas de humo azulado de cigarrillo elevándose hacia el techo, una botella de bourbon semivacía sobre la mesilla y el sonido de cualquier canción de The Doors ( y si, por qué no? "The End", ya puestos). Ni fumo, ni bebo a solas en la oscuridad, pero si lo hiciera, este sería un momento cinematográficamente adecuado para ello.

Durante la mañana siguiente, la tensión me mantuvo espabilado y, esperando muy inquieto el momento en que nos dieran la orden de embarque, las horas pasaron muy despacito. Algunas caras conocidas y rostros de muchos familiares que podían acompañar a sus hijos, padres, cónyuges en estos momentos previos a la partida reflejaban tristeza y gravedad. Imposible abstraerse de esa sensación de cierto temor que me hacía reflexionar sobre lo acertado o no,  de mi decisión de participar en aquella misión.

El viaje se hizo muy largo, desde Madrid a Las Palmas, para recoger a parte del contingente, a ritmo de banda militar y luego despegar finalmente hacia Estambul, paso previo a nuestra llegada a Herat. En mi pulsera figuraba todavía la hora española, madrugada, cuando sobrevolamos grandes extensiones de dunas ocres ya iluminadas por el sol. Vi un gran valle verde que rompía el monocromático paisaje y me llamó la atención su vegetación. Posteriormente, después de consultar el Google Earth, pude comprobar que debía tratarse de una zona muy próxima a la frontera con Irán, al noroeste de la provincia de Herat. El insomnio empezaba a hacer mella en mi estado de ánimo. Sólo quería llegar de una vez a destino y darme una buena ducha antes de empezar a descubrir la realidad que nos aguardaba. 

El primer día en la FSB "Camp Arena" transcurrió muy pesadamente, debido al insomnio y el cansancio que arrastraba de las últimas veinticuatro horas y del agotador proceso ("in processing") de bienvenida que nos habían programado impíamente, mediante interminables horas de conferencias y charlas repetitivas sobre el terreno, de aspectos de la misión y de la propia Base.

El aire, la luz, el color, el sol, el sonido, el polvo en suspensión, la alegría de los que se iban, la oscuridad de la noche -el blackout- y el inmenso manto de estrellas sobre nuestras cabezas... demasiada información. No obstante, para asegurar unas pocas horas de sueño profundo decidí, no sin cierto temor, dejarme ayudar por medio comprimido de stylnox. Caía lentamente por el plácido tobogán que me llevaba hasta los pies de Morfeo cuando sonaron dos fuertes explosiones. Me resistí a otorgar fundamento a lo que, ingenuamente, atribuí a verbena de barrio. Al cabo de un rato, alguien gopeó la puerta de mi dormitorio y gritando a viva voz recomendaba abandonar el edificio y dirigirnos urgentemente al refugio. Con mucha parsimonia, obra del hipnótico que acababa de ingerir y como si lo tuviera previamente ensayado, me vestí, me calcé y me dirigí al refugio de sacos terreros.....





Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...