lunes, 30 de enero de 2023

Vuelta a la era

Ha sido un breve receso a pesar de que si lo computara de fecha a fecha parecería mucho mayor. Normalmente este pequeño recreo de enero me sirve para, entre otras cosas, degustar con mayor relajación el primer café de la mañana y esa tostadita de pan crujiente. Y al abrir el ventanal del salón dejar que la suave brisa de la mañana ventile la casa los diez o quince minutos de rigor.

Y así venía siendo hasta que una feroz ola de frío polar ha invadido nuestras vidas y, aterrados y ateridos por las bajas temperaturas, nos ha costado un mundo asomar la punta de la nariz por encima del edredón y mucho más de lo normal echar un pie a la alfombra y acobardado por las bajas temperaturas no he sido capaz de salir del dormitorio sin echarme encima un par de capas, no fuera que...

Y claro llegó el catarro días después de uno de los primeros baños en el mar del nuevo año. El último día que me asomé a la orilla ya advertí que cambiaba el tiempo. El mar empezaba a revolverse y su color, gris verdoso y muy turbio, desaconsejaba el remojón. No me resistí, eché unas brazadas pero a los cuatro o cinco días empezó a molestarme la garganta. 

Bueno, no ha sido tan grave pero sí muy molesto. Desde antes de la epidémica covid no había tenido ni siquiera necesidad de aproximar un kleenex a mi nariz. En fin, como dice Ion, emprendedor, cocinero, hotelero, autónomo y vasco, caen los mitos y ya nada es como era. Catarritos a la mar.

Vuelvo al despacho, decía, como el burro a la era y valga el símil para equiparar mis primeras jornadas de trabajo del nuevo ejercicio a regresar al bucle de los trabajos acabados y la programación de lo que me deparan los próximos meses. Poco excitante, en principio, si echando la vista atrás, recuerdo la tensión del último trimestre. Ya llegará la exigencia de ver acabados los nuevos proyectos.

Como el burrito amarrado en la puerta del baile

lunes, 23 de enero de 2023

Derrota dolorosa

Gracias a su reconocido pundonor (término viejuno y esencia de valores olvidados), al final van a ser las lesiones físicas los peores enemigos de Rafa Nadal en su carrera profesional. Y nosotros, nos haremos expertos en su diagnóstico, tratamiento y evolución, según los torneos en los cuales no pueda participar hasta que esté plenamente recuperado.

Me dice Jaime B. (el hombre que nunca iba al médico) que ya no tengo edad para machacarme con el tenis. Parte de razón no puedo negarle pero el veneno de este deporte no conoce de edades. Es cierto que el afán por jugar cuantas más veces a la semana mejor, me ha castigado severamente la espalda, la rodilla y últimamente el hombro derecho, pero es entrar yo en el garaje y ver tan apalancado el raquetero que no puedo dejar de dibujar en el aire reveses cortados y voleas primorosas.

Rafa Nadal, con casi treinta años menos que yo, tampoco se debe imaginar su vida fuera de las pistas y aunque acaba de ser padre ha logrado que sea su nueva familia la que se incorpore al circuito antes de plantearse él quedarse en Porto Cristo junto al moisés en el que arrullan al bebé Nadal.

No tengo ningún derecho a cabrearme, pero esa nueva lesión ha frustrado mi taller ocupacional de alguna de las mañanas de este mes de enero: madrugar, cumplir con mis primeras tareas y asistir a la cita con la central de Melbourne. Así hice hasta que en una carrera por el fondo de la pista, Nadal se encogió dolorido y se quedó un buen rato agachado. Las imágenes de los primeros planos de su cara, con expresión preocupante, no anticipaban nada bueno como al final ha resultado. Eso y las amargas lágrimas de "Mary."

A pesar del dolor y como si fuera una consigna y un deber inexcusable, por eso es uno de los mejores deportista de todos los tiempos, lejos de rendirse y abandonar el torneo con un partido inacabado, lo disputó hasta el final, por respeto al rival y también al público. Pocos jugadores están al alcance de entender este concepto.

Hemos aprendido la localización y función de un nuevo músculo: el psoas ilíaco. Ese también  se lo ha reventado Rafa Nadal.

Esa nueva lección de anatomía parece que va a marcar un nuevo y desagradable hito en la carrera de Nadal. 

Del resto del cuadro superviviente lo que aprecio es, además del sonido, la velocidad a la que juegan los puntos los más jóvenes jugadores. La aceleración del golpe y de la bola llevan camino de cambiar definitivamente las claves de este deporte. Qué ritmo de juego!!!



lunes, 16 de enero de 2023

Será muy agradable.

Fue, efectivamente, muy agradable poder abrir la ventana el primer día del año, desayunar en el balcón y contemplar toda la ciudad donde uno vive a pleno sol y con temperaturas muy próximas a los veinte grados. Mientras se sucedían valses y polkas, en la otra Europa, que muy probablemente, sí padece el rigor de los viejos inviernos, mi frágil voluntad se debatía internamente entre soltar la batuta y coger la mochila de la playa.

Otra cosa es que estas temperaturas primaverales en principio de enero resulten saludables para las personas y para el entorno y surge, cómo no, el eterno debate del cambio climático. Y ciertamente es anormal y preocupante pero si nuestra capacidad de reacción está resultando tan estéril, qué vamos a hacer, quedarnos en casa lamentándonos o tratar de disfrutarlo porque, al fin y al cabo, es lo que nos queda.

El cuerpo trata de recuperar el equilibrio y la serenidad de los excesos gastronómicos (no etílicos, que ya tenemos una edad y sabemos controlarnos) y no hay mejor manera que envolverse de la más amable naturaleza que, al fin y al cabo, está al alcance inmediato. Desde las cumbres no tan nevadas este año de los Pirineos hasta el nivel del mar balear. Un descenso en pocas jornadas, de un día para el otro, que proporciona el cambio brusco de escenario. 

La imagen de las pistas de esquí cubiertas con escasa nieve artificial (dura y helada a primera hora del día y pastosa como una rebanada de pan con nocilla a media tarde) y la contemplación de todo el Valle de Arán con un aspecto inédito en esta época del año es entendible observando los pronósticos meteorológicos. Temperaturas por encima de los diez grados en las horas puntas del día.

El recorrido del telesilla hasta las más altas cotas, sobrevuela laderas verdes y rocosas, despojadas de su habitual manto blanco. Al alzar la mirada por encima de Cap de Baqueira solo en las cumbres de toda la cadena montañosa se advierte presencia de nieve y nos devuelve la imagen infantil de picos nevados como horizonte de ingenuos dibujos.

El drama de este retrato, amén del económico de todo un sector dedicado casi exclusivamente al deporte blanco, es el medioambiental. Sin intensas nevadas, el agua procedente del deshielo de todo este inmenso valle, que debería regar todas las cuencas y campos de cultivo a partir de la primavera, será más escasa y se prolongará el azote de una severa sequía.

Será, es, muy agradable salir de casa una mañana de enero con apenas un jersey. Otra cosa es que sea saludable y beneficioso a medio plazo.


lunes, 9 de enero de 2023

El aroma de la normalidad

El inconfundible aroma de la normalidad vuelve a tocar con sus nudillos en la puerta de nuestras casas. Se disipó la estela de la Estrella de Belén, se alejan los Reyes Magos dejando tras de sí las huellas de las viejas tradiciones, que les guste o no a los más críticos, sigue amueblando de recuerdos imborrables las paredes de nuestra memoria. Y las de los nuestros, mayores y menores.

Necesitamos cargar la cafetera y afrontar el mes más largo del año. Si después de la noche de la Pedroche se ausenta uno de la rutina doméstica y decide poner rumbo a nuevos horizontes, al regresar, mejor haber borrado cualquier rastro de la Navidad. No se puede volver a casa el 8 de enero y encontrarse ni con el árbol ni con el resto de adornos navideños. Es muy cruel.

Regresando del habitual recreo familiar pirenaico, después de cuatro días de esquí casi tropical, hay momentos de cierto ensimismamiento, mientras conduzco por la carretera, mientras arrastro en silencio el troley en un aeropuerto semi vacío o mientras me acomodo en la butaca del avión que me devuelve a Palma.

Reflexiones encontradas respecto del año finalizado, carpetazo a muchas historias concluidas y repaso pormenorizado de demasiadas causas abiertas. No se pasa de la noche a la mañana de la oscuridad total a la claridad absoluta. Poco a poco, a ritmo de los recibos que vayan llegando, volveré a tratar de edificar un nuevo año. Sin grandes propósitos, ni nuevos retos, ni arriesgados proyectos, me conformaré con dejarme llevar por el día a día. Primero las vacaciones de enero, con las manos en los bolsillos cuando entre en la cocina y sin caer en la tentación de seguir entregándome totalmente a la voracidad de exquisiteces gastronómicas. Mejor calditos depuradores y curativos, verduras y hortalizas y alguna cosa ligera a la plancha.

El aroma de normalidad se respira también en la vuelta a la actualidad informativa, con la autocomplacencia feliz de quienes se solazan con sea lo que sea que publique el boe y con el cabreo permanente de quienes contemplan, impotentes, la demolición y liquidación total del Estado. Sigo esperanzado, ingenuo es lo último que quisiera ser, en que las urnas salven el destino de este país. Viajar, aunque sea sin despegarse mucho de lo habitual, ayuda a contemplar panorámicas que no son tal y como nos las cuentan. 

Ahí lo dejo, de momento.



Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...