lunes, 8 de agosto de 2022

Motomami

Es, sin duda, el personaje de moda en el mundo musical. Nos guste o no el estilo musical, su estilismo, el outfit, las letras de sus canciones y el lenguaje sin filtros de sus letras ("te quiero ride, como a mi bike"). No cabe duda de que tanta gente no puede estar equivocada, a no ser que les redes sociales mientan.

Como padre de hijas en edad tengo que intentar consensuar el sonido envolvente de los bluetooth domésticos y, claro, a veces tengo que transigir en escuchar "sus" músicas. En este punto solo he puesto un límite que hasta ahora se me está respetando: ni trap ni reguetón. Eso no, por Dios.

Rosalía es un pedazo de artista y no lo digo porque haya yo sucumbido a algo así como un síndrome de Estocolmo musical. Llevo tiempo escuchándola y me gusta su voz, canta bien, parece tener una cabeza bien amueblada y nadie, creo, le ha regalado nada. He escuchado entrevistas y lo que dice y como lo dice merece mucho respeto. Es cierto que estar en la cresta de la ola y en el marco unánime del beneplácito popular, todas esas entrevistas son suaves sesiones de jabón y masaje. Es más, en casi todas ellas se muestra como creo que es, pese al esfuerzo institucionalizado en exhibirla como un ser de luz, un personaje iluminado, un ser angelical (me está quedando un tanto cursi). Destaco en ese pensamiento su profundo respeto al orden familiar, a Dios, a la yaya

Su verbo en catalán suena realmente dulce y alejado de las polémicas que tanto daño ha causado a esa lengua la ofuscación delirante de algunos (de muchos).

Y luego sus registros: es igual que entone una copla que un bolero, una rumba catalana o su pop más chisposo, que es el, tal vez, lo que menos me gusta (esa percusión reghetonera...). 

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