El feminismo de salón y pancarta, contra viento, marea -y virus- tenía una fecha de caducidad. Bastaba con descubrir la posibilidad de comprarse un buen "rouge" de marca y unos cueros adecuados y zas! sentirse bella, sensual y muy femenina. Eso es esa política: porno duro. La cosificación de la mujer, la exhibición de su poder de atracción (a quien pueda sentirse seducido por esa boba imagen) todo aquello por lo que se dice que se lucha es pura demagogia electoral, un trampantojo más porque no dejan de estar atrapadas por la frivolidad de pretender convertirse en sex simbol, icono de la provocación y un largo etcétera de tópicos vomitados que eran pruebas evidentes del heteropatriarcado, del machaalfismo, del machismo cutre de póster de taller con los que venían de casa en su cartera junto con el donut....Pero yo lo valgo.
Debería importarme un pimiento lo que haga esa gente con sus cuerpos, con sus gustos musicales, con sus apetencias sexuales, con su alimentación y con sus creencias religiosas (si las tienen o si las impostan repentinamente en un arrebato que más bien obedece a ruin estrategia política) pero desgraciadamente en el aplastante y abusivo ejercicio de su poder reside la amenaza de echar por tierra todo lo construido por parte de la generación de mis padres, aprendido por mí en todos mis años de estudios y formación profesional y tratado de transmitir a mis hijas en el anciano ejercicio de mis derechos durante toda mi vida.
Soy ya demasiado mayor para cambiar mis gustos, mi fe y mis apetitos y me conformaría con que nos dejasen en paz, que podamos seguir hablando la lengua que cada cual tiene por materna o la que le salga del higo hablar a cada cual; sin exigencias, sin prohibiciones, sin necesidad de reeditar Braveheart en actos de valentía y heroicos de niños y sus familias hostigadas por el feixisme de esta nueva matria de la estupidez y de lo absurdo que se han inventado para perpetuarse en el banco azul de nuestros juguetes rotos (y ahora en huelga, al parecer.)
En su insaciable voracidad por dominarnos exigen ahora con qué tienen que jugar los niños. Iros todos al carajo y dejadnos morir en paz!
Muy bueno y muy bien escrito, refleja el dominio de la prosa.Las verdades deben salir a la luz.
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