Resulta espeluznante comprobar el efecto devastador del plástico abandonado en las calles, en las playas, en el mar.... Luego vienen los datos reales sobre los países que más abusan de esa mala práctica. ¿Y nosotros, individualmente, que hacemos?
Desde hace muchos años, cuando las autoridades políticas empezaron a tomar conciencia (y consciencia) sobre este asunto y a las pequeñas escolares les regalaban tres distintos receptáculos para seleccionar según su materia los residuos domésticos, hemos mantenido una actitud muy rigurosa con el tema del plástico.
El del vidrio es muy pesado y cuando se trata de vaciarlo en el contenedor, botellín a botellín, genera una especie de pudor (respeto humano, ¿recuerdas?).
El papel y el cartón es menos acumulativo y ocupa menos espacio. Salvo las cajas de los botellines (ea), las de los huevos frescos y de alguna más que son plegables, apenas se llena la bolsa y se vacía menos frecuentemente.
Pero el de plástico....Vivimos rodeados de plástico. Y siguen vendiéndose demasiados productos de consumo masivo envueltos en recipientes, bandejas y bolsas de plástico. No hay industria, creo, suficientemente capacitada para recoger, procesar, destruir y reciclar tanto residuo.
Sin duda el peor elemento que participa en ese proceso es el ser humano. Da auténtico asco comprobar lo indeseable que podemos llegar a ser con los envoltorios de todo tipo de productos. No existe conciencia real a pesar de que nos ponemos muy estupendos (yo el primero) cuando recibimos el impacto de la información real del daño que provoca esa barbarie en el ecosistema. Basta echar un vistazo a la zona cero de cualquier "botellón" la mañana siguiente a esa fiesta. Venga chavales, si no os preocupáis vosotros.....
Y mientras, en la tripita de los pececitos... un mar de plástico. Acabaremos metabolizándolo porque envueltos en él ya vivimos.
El plástico no mola pero ¿es que no somos capaces de encontrar otra forma de envasar, empaquetar, conservar, vender?
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