lunes, 9 de marzo de 2020

Los indios cruzaron el rio

Al otro lado solo hacían ruido y a gritar no había quien les ganara. Se desgañitaban como nadie es capaz y parecían estar casi siempre de fiesta. Fumaban pipas de la risa y hacían cantimplorón. Para cruzar a este lado del río solo tuvieron que enrollar sus pancartas y dejarlas a buen recaudo. Ocultando el mensaje es más fácil traicionarse a sí mismos y a los que quedaron atrapados en sueños que parecían imposibles imposibles. Al tiempo que vadeaban el cauce no dudaron  en beber el agua del poder. Se saciaron como si llegara ya el juicio final. Ya en este lado dijeron que cambiarían el mundo pero eso parece ser un proceso muy largo y hay que sacudirse la pereza ancestral que reinaba en sus lejanas praderas.

Como sacrificio iniciático decidieron empezar por cambiar ellos mismos. De la tienda de campaña al rancho y de los mocasines de caminar a la  nueva carreta. El resto ya se verá.

- Mira chaval, ser de izquierdas mola un montón. Puedes decir una cosa y hacer lo contrario. Nadie te hará la cuenta y ningún medio amigo revisará tus nuevos objetivos, por muy extravagantes que le parezcan. Disimularán su discrepancia porque el enemigo es otro. Eso sí. En tus discursos no abandones jamás el lenguaje inclusivo aunque te parezca empalagoso: dirígete y menciona a todos los géneros y a todas las filiaciones sexuales que puedas imaginar. No dejes de hablar de cultura aunque no hayas cogido un libro en tu vida, especialmente si es así y, sobre todas las cosas, es muy importante que a quien te pida aclaraciones, explicaciones o te contradiga - con razón o sin ella- debes llamarle con mucho desprecio y muy violentamente facha, fascista, franquista o nazi. Con ello te asegurarás el éxito total. El clamor de todas las tribus te jaleará a pesar de que muchos de ellos, estafados en sus logros, sigan viviendo en tiendas de campaña y calcen viejos y rotos mocasines, en el mejor de los casos. 

Este será su paraíso terrenal. Los viejos moradores sentirán el vértigo de la nostalgia (les dirán que tienen visiones apocalípticas, se lo ungirán como un mantra incontestable). 

Ya están aquí Billy el niño, Juanita Calamidad, los Hermanos Dalton y un montón de viejos personajes que hacían de malotes. O sencillamente lo eran. Han venido para quedarse. Lucky Luke mira con recelo a su alrededor. Escéptico por su futuro se dispone a liarse el último cigarro. También está prohibido. Silba y aparece Jolly Jumper. Juntos cruzarán el río en sentido inverso a los indios recién llegados. No hay espacio para todos. Desde el otro lado aliviarán la nostalgia con el recuerdo de lo que una vez fue. Siempre quedará YouTube; ese canal en el que regocijarse, a veces en blanco y negro, con nuestra memoria histórica, cuando existía el sentido común. ¿Te acuerdas? 


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