lunes, 11 de febrero de 2019

El sutil aroma de la rutina

El sutil aroma de la rutina puede encontrarse en cualquier rincón de la vida. Se agradece, en ocasiones, el lento ritmo de los acontecimientos, vivir sin sobresaltos, sin una llamada, sin un pitido del guasáp que nos indique un cambio de velocidad o un giro brusco. Algo que nos altere el pulso cardíaco.

El sutil aroma de la rutina se me manifiesta cada mañana, un buen rato antes de las seis, cuando el Pulpo, Ponedor de  calles, se encuentra con Herrera e intercambian cromos musicales y hacen sonar clásicos ochenteros o las reediciones de aquellos viejos éxitos, nuevamente versionados - magistralmente- por nuevos grupos* o por sus propios autores, los que sobrevivieron, ya que con la vida que han llevado -con lo que muchos de ellos se han metido- ya es asombrosa su mera supervivencia. La mayoría son ya septuagenarios y cuando el recuerdo de sus voces se adorna con una imagen personal del sujeto o sujeta, automáticamente, adviertes el cruel paso del tiempo y te imaginas a tí mismo con setenta y tantos ….qué vértigo!

El sutil aroma de la rutina se advierte también las serenas mañanas de los sábados, cuando las sábanas envuelven y abrazan, sin prisas, los cuerpos algo más festivos y, lejano, se escucha el rumor de una barredora de EMAYA y los perversos rugidos de las sopladoras de hojarasca. Van esos tipos perfectamente dotados con equipos personales de protección; gafas, cascos, máscaras, guantes. Todo lo que justamente me inquieta a esas horas del incipiente fin de semana en que esos molestos ruidos amargan los dulces besos que me arroja la inexistencia de más obligaciones que un frugal desayuno y un adecuado proceso de desperezamiento, en pareja o en la multitud de la familia.

Es sutil rutina encontrarse -nuevamente- a las siete y media en la calle Caro y poder echarle guasa a las contrariedades y convulsiones que provoca la actualidad informativa, local, regional, nacional o internacional compartida con mi colega Jaime B. (el hombre que esquivaba los semáforos) en clave de fina ironía a la cual sigue, al final, una sonora y prolongada risotada al llegar a la Plaza de Cort. Aleeerta! que no estamos para coñas y la cosa está muy seria (chunga). Sí. En lo local, en lo regional, en lo nacional y en lo internacional.....Y hasta ahí puedo escribir, porque me debo a ciertas restricciones en el uso de mis derechos y libertades y para cuatro estaciones que me quedan, a estas alturas no voy a pegarme un tiro en el pie.

Sutil rutina es ese paseíto vespertino de los miércoles por mi propia Palma, hasta donde alcanzan tres cuartos de hora de ida más otros tantos de vuelta, callejeando solo y en silencio, elevando la vista a la estrecha cúpula de fachadas encontradas y bajo el resquicio que dejan cornisas y aleros, que se rozan y que permiten, no sin dificultad, que vaya colándose la tibia luz del atardecer, dejando ver el cielo a veces añil, siempre azul. Ulula levemente una brisa entre las calles adoquinadas y me imagino,  más bien me invento, el olvidado tránsito de carretas y la antigua brega de caballos y de mulas; el sonido de sus cascos y sus relinchos en cada esquina, en cualquiera de los bellos patios de muchas de las señoriales casas. A veces parece escucharse rumores al otro lado de esos muros. Si hablaran..... Sutil y fantástica rutina.



* https://youtu.be/sQnoZUR6fvY



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