La primera semana de incorporación al nuevo curso es algo así como un simulacro pero con bomberos de verdad. En realidad no son más que tres días con intercambio de experiencias estivales y asignación de pupitres. Profe nuevo de Física y Química y hay que ver cómo hemos crecido. Y como el buen tiempo nos ha permitido mantener la silla plegable sobre la orilla, después de las primeras clases matutinas, las tardes han transcurrido entre baños de mar y de sol y nos hemos encontrado en ese portal del paraíso los incombustibles vecinos a los que nos cuesta mucho abandonar el barrio. Pero estamos en septiembre y si bien cuando sale el sol el mar garantiza apacibles placeres, en menos de lo que uno se da cuenta se emborrona el cielo, comienza a tronar y aparece la lluvia. Esto es lo que ocurrió el sábado y ese clima tan hostil nos ha reubicado en la dura realidad del final del verano. En consecuencia, casi precipitadamente nos hemos visto forzados a regresar el hogar; ese espacio muerto durante el verano, como un barco varado esperando que suba la marea, al que apenas se le atiende. Si falla un grifo, o se funde una bombilla o cruje una tableta del parquet, ya llegará el otoño y atenderemos sus crujidos. y lamentos.
Llegó pues el tiempo de reordenar la casa, de regresar al hogar y mientras el cielo descargaba torrencialmente por minutos una caudalosa tromba de agua, la casa se convirtió en lo más parecido a las bambalinas de un gran teatro en día de estreno. Este mueble aquí, estas carpetas para tirar, la cama cambia de lugar y aparecen objetos, libros y apuntes que en solo unos meses han quedado obsoletos. Como para esas labores no estoy suficientemente cualificado (carezco de máster), en lo que el resto de familia deconstruye la decoración de los dormitorios, me da por esmerarme en un buen arrocito de conejo y verduras. Fuego lento y música de Sabina en la cocina, ya sabes....
Llovía, salía algún rayito tibio de sol y la densidad del aire, con una humedad insoportable obligaba a cortar con radial cada cachito para poder respirarlo.
Con la paella en la mesa, el rosado bien fresco y en familia, la lluvia importa ya muy poco. Es una jornada de espaldas al mar, un regreso al hogar con cambio de temporada.
La tenue luz de la tarde acompaña y no desentona en absoluto con el oscuro y desdibujado perfil del equipo español de Copa Davis. Se veía venir; después de Nadal, nada. Marat Safin, excelente tenista ya retirado lo apuntaba el otro día. El nuevo brillo de las "viejas" glorias, Federer, Nadal y Djocovik está más justificado por la falta de un relevo sólido que por el excelente tono de aquellos, que también. El caso español se veía venir y lo peor es que tardaremos, creo, en volver a tener un nuevo campeón que pueda prolongar la buena salud del tenis español de los últimos treinta años. No hay relevo y el tenis español, con los comentaristas de la televisión regresa a su viejo hogar de "lástima, ha bajado el pistón, qué auténtica mala fortuna, la bolita se ha ido por muy poco, etc". Regresan los tópicos de la frustración y debemos buscar abrigo en otros deportistas; Mario Mola, Gloria Marín, Enric Mas...
Sigue pesando mucho el aire y cuesta respirar (humedad del 90%). Me imagino en mi silla plegable y no descarto esta tarde volver a estirar mis piernas y regresar a ese otro hogar, mi residencia oficial de verano, aunque sea para disfrutar, sucio el cielo, de una puesta que al trasluz parezca una espesa marea negra....
Llovía, salía algún rayito tibio de sol y la densidad del aire, con una humedad insoportable obligaba a cortar con radial cada cachito para poder respirarlo.
Con la paella en la mesa, el rosado bien fresco y en familia, la lluvia importa ya muy poco. Es una jornada de espaldas al mar, un regreso al hogar con cambio de temporada.
La tenue luz de la tarde acompaña y no desentona en absoluto con el oscuro y desdibujado perfil del equipo español de Copa Davis. Se veía venir; después de Nadal, nada. Marat Safin, excelente tenista ya retirado lo apuntaba el otro día. El nuevo brillo de las "viejas" glorias, Federer, Nadal y Djocovik está más justificado por la falta de un relevo sólido que por el excelente tono de aquellos, que también. El caso español se veía venir y lo peor es que tardaremos, creo, en volver a tener un nuevo campeón que pueda prolongar la buena salud del tenis español de los últimos treinta años. No hay relevo y el tenis español, con los comentaristas de la televisión regresa a su viejo hogar de "lástima, ha bajado el pistón, qué auténtica mala fortuna, la bolita se ha ido por muy poco, etc". Regresan los tópicos de la frustración y debemos buscar abrigo en otros deportistas; Mario Mola, Gloria Marín, Enric Mas...
Sigue pesando mucho el aire y cuesta respirar (humedad del 90%). Me imagino en mi silla plegable y no descarto esta tarde volver a estirar mis piernas y regresar a ese otro hogar, mi residencia oficial de verano, aunque sea para disfrutar, sucio el cielo, de una puesta que al trasluz parezca una espesa marea negra....
La última foto es muy bonita.
ResponderEliminarUn abrazo.
Caco.