Probablemente en aquellos duros inviernos de la Barcelona de los sesenta era la pieza más templada de la casa y el lugar donde se cocía la sopa o se aviaban unas cuantas tortillas de patata -la cocina- era donde se conservaba el cálido espíritu de convivencia familiar. Junto a mis hermanos, desplegaba desordenadamente unos cuantos folios sobre la mesa de formica y aquellos plumieres de cremallera y tapas acolchadas de polipiel estampado repletas de lápices de colores. Mi madre, si no mondaba las patatas o batía las yemas de los huevos sobre un plato de loza ladeado, repasaba, sobre la caja de costura, las prendas que requerían unos remiendos de hilo y aguja. Para ello solía sentarse en una silla blanca, bajita, de enea, que según tengo entendido, procedía de Sevilla, de casa de tía Paca. Aquel ambiente lo sostenía mágicamente el sonido de una sintonía radiofónica y las voces que permanecían en el aire durante todo el día. No tengo recuerdo, de aquel tiempo, de una cocina como un habitat silencioso donde no estuviera encendida todo el día la vieja radio color marfil, de forma ovalada y con un dial luminoso, casi enigmático para los inocentes ojos de aquellos niños.
Recientemente se ha celebrado el día mundial o internacional de la radio; no sé muy bien. En cualquier caso, con la categoría y circunscripción territorial que fuera, se presentó una buena ocasión para tirar de memoria y recuperar, con cierta emoción, aquella vieja radio de la que, yo al menos, guardo excelentes recuerdos.
Recientemente se ha celebrado el día mundial o internacional de la radio; no sé muy bien. En cualquier caso, con la categoría y circunscripción territorial que fuera, se presentó una buena ocasión para tirar de memoria y recuperar, con cierta emoción, aquella vieja radio de la que, yo al menos, guardo excelentes recuerdos.
A aquella hora previa a la cena, en Radio Nacional de España había un programa orientado, como labor social, a las familias de los emigrantes que residían, sobre todo, en Francia y en Alemania -por los testimonios que mejor recuerdo- y que emitía los mensajes de saludo de unos para otros; De España, para los españoles. Quiero recordar, en base a mi engañosa pero firme memoria, y por el rigor en la fórmula de salutación o de despedida, que lo presentaba María Matilde Almendros y cada mensaje iba acompañado de una petición musical y una dedicatoria. Por aquella época la mayoría de ellas se referían a canciones de Manolo Escobar. (No había procés y a Escobar no se le identificaba como autor de canciones protesta) Una hora antes, el Consultorio de Helena Francis, y su eterna sintonía meláncolica a la par que desgarradora. En aquel programa volcaban sus intimidades y miserias cientos de almas atormentadas y esperaban, supongo, que el bueno de "Francis" proporcionara un buen consejo.
De las mañanas de Radio Nacional, recuerdo el diario hablado de las ocho, con Victoriano Fernández Asís y su ronda de corresponsales en Berlín, París, Londres, Nueva York, Roma y Viena (hasta mañana el primero y hasta mañana estos a coro) que tenía una singular sintonía; una generala interpretada por banda militar. Y seguía a continuación Luis del Olmo con su Protagonistas; las primeras tertulias de radio y sus colaboradores habituales, las greguerías de Ramón Gómez de la Serna...
Unos años después, con mi transistor Sharp primero y más tarde con un receptor algo mejor, comencé a rellenar mis horas de insomnio nocturno. Escuchaba, mientras estaba en casa, Radio Juventud en cualquier franja horaria, Jose María Pallardó (El sacupuntas), Jordi Vendrell y Tito B. Diagonal (Jordi Estarellas) en un programa de música que por entonces, por el horario de emisión básicamente, no era comercial; Al mil por mil. Gracias a este programa de medianoche empecé a disfrutar de los Deep Purple, Yes, Beatles, Rolling Stones, Pink Floid, David Bowie, Chicago, Earth, Wind&Fire, Steely Dan y un largo etcétera. Y claro, me daban las tantas.
Vinieron luego Antena tres radio, con sus 33 de Antena 3 y Gomaespuma, las madrugadas de viernes y sábados y Supergarcia, en la Ser, Cope, Onda Cero, etc.
Días de radio y de fútbol, porque no había plataformas televisivas y el partido de los domingos por la noche -el que tocaba ese día- podría ser un apasionante Burgos-Elche desde El Plantío. Y nos devorábamos los dedos con las retransmisiones de Radio Peninsular, con Miguel Angel Valdivieso y Jose Félix Pons y el marcador simultáneo Dardo o las boquillas Targa del Carrusel Deportivo. Anís la Asturiana, su presencia siempre agrada...Joaquín Prats. Veíamos el futbol a través de la radio y lo veíamos muy bien gracias a la habilidad de aquellos periodistas que tenían la geometría del campo tan bien definida que en cualquier momento del juego los oyentes sabíamos dónde estaba el balón.
Hoy en día la radio sigue ocupando mis horas de silencio y quietud de la madrugada, con un pinganillo colgado de mi oreja izquierda y el resto del día.....radio, oh mi radio.
De las mañanas de Radio Nacional, recuerdo el diario hablado de las ocho, con Victoriano Fernández Asís y su ronda de corresponsales en Berlín, París, Londres, Nueva York, Roma y Viena (hasta mañana el primero y hasta mañana estos a coro) que tenía una singular sintonía; una generala interpretada por banda militar. Y seguía a continuación Luis del Olmo con su Protagonistas; las primeras tertulias de radio y sus colaboradores habituales, las greguerías de Ramón Gómez de la Serna...
Unos años después, con mi transistor Sharp primero y más tarde con un receptor algo mejor, comencé a rellenar mis horas de insomnio nocturno. Escuchaba, mientras estaba en casa, Radio Juventud en cualquier franja horaria, Jose María Pallardó (El sacupuntas), Jordi Vendrell y Tito B. Diagonal (Jordi Estarellas) en un programa de música que por entonces, por el horario de emisión básicamente, no era comercial; Al mil por mil. Gracias a este programa de medianoche empecé a disfrutar de los Deep Purple, Yes, Beatles, Rolling Stones, Pink Floid, David Bowie, Chicago, Earth, Wind&Fire, Steely Dan y un largo etcétera. Y claro, me daban las tantas.
Vinieron luego Antena tres radio, con sus 33 de Antena 3 y Gomaespuma, las madrugadas de viernes y sábados y Supergarcia, en la Ser, Cope, Onda Cero, etc.
Días de radio y de fútbol, porque no había plataformas televisivas y el partido de los domingos por la noche -el que tocaba ese día- podría ser un apasionante Burgos-Elche desde El Plantío. Y nos devorábamos los dedos con las retransmisiones de Radio Peninsular, con Miguel Angel Valdivieso y Jose Félix Pons y el marcador simultáneo Dardo o las boquillas Targa del Carrusel Deportivo. Anís la Asturiana, su presencia siempre agrada...Joaquín Prats. Veíamos el futbol a través de la radio y lo veíamos muy bien gracias a la habilidad de aquellos periodistas que tenían la geometría del campo tan bien definida que en cualquier momento del juego los oyentes sabíamos dónde estaba el balón.
Hoy en día la radio sigue ocupando mis horas de silencio y quietud de la madrugada, con un pinganillo colgado de mi oreja izquierda y el resto del día.....radio, oh mi radio.
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