lunes, 19 de junio de 2017

Hay semanas....

Hay semanas, incluso días, que tienen suficiente fibra como para escribir una larga serie de relatos. Desde la meritoria victoria del Madrid en la Champions, desde esa maldita noche (maldita por lo que pasó unos minutos después) hasta la tarde del pasado 11 de junio, se han producido tantos acontecimientos dignos de reflexión que mi mente primero y mis dedos después, se han enredado en cientos de ideas y miles de palabras.

Aquella noche de la duodécima champions del madrí (felicidades y enhorabuena -nuevamente- a mis amigos íntimos -solo a estos y cada cual sabe que me refiero a  ellos-) una formidable velada de chuletaco y guitarra en casa de mis amigos Iñaki y Lourdes y excelentes compañías me mantuvo suficientemente entretenido como para no resignarme a remover mi inquina angustiosamente en el salón de mi casa viendo como los ramos, ronaldos y marcelos brincaban de alegría. Pasada  la media noche recibí un wpp de un eternamente atento a la noticia, Rafa O. "Tres atentados en Londres". Me pilló en el momento justo de la despedida y del tránsito de la terraza jardín de césped mágico a la acera y asfalto de vuelta a casa.

Días de espera  y de tensión para una familia y después para todo un país, bueno, para una inmensa mayoría que sentimos orgullo y dolor a partes iguales. A pesar de que una desgracia así debería conmocionar a todos, parece que sigue habiendo gente sin honra ni honor: chusma que escupe desde un tren en marcha y a la que le trae sin cuidado dónde impactan sus babas putrefactas. 

Los españoles nos sentimos honrados con un nuevo tamborilero del Bruch, un nuevo héroe, el chaval del monopatín, al que nadie debería negarle su gesto valiente, enfatizado y dignificado, desgraciadamente, por su propia muerte. Un nuevo atentado salvaje,  vil y cobarde. A grandes dosis de irracional violencia como viene siendo habitual. 

Al cabo de una semana, aunque en esta ocasión en terreno lúdico y deportivo, volvemos a emocionarnos por la imagen fusionada de lágrimas y bandera al ritmo del himno nacional: Nadal ha vuelto. Yo lo dije -ahí esta el blog- cuando las lesiones y su desánimo amenazaban con difuminar su inmensa gesta a la que nos tenía acostumbrados. Seguimos siendo un país empeñado en devorar y hacer trizas a nuestro macho alfa cuando ya no es capaz de salvar nuestras propias frustraciones. Así nos va, supongo.

Y a los pocos días se apaga la vida de la pequeña Mar, víctima del infortunio de un acccidente absurdo que nos tuvo en vilo a muchos padres del colegio durante unas cuantas horas. Aquella maldita mañana de chándal y carrera de orientación... Un ramo de flores adherido con cinta americana al tronco de una jacaranda que ya revienta en violeta. En su alcorque alguien ha depositado unas rosas rojas. Descansa en paz, pequeña.

 

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