Contra todo pronóstico amaneció un sábado de excelente temperatura. El viento había soplado muy intensamente durante la noche y a primera hora de la mañana, sus rachas parecían querer arrancar toldos y persianas. Afortunadamente no llegó la sangre al río y poco a poco el sol acabó imponiéndose. Sobre las doce del mediodía, la temperatura rondaba los veinte grados y resultaba muy placentero tomar asiento en una terraza. De todos modos habrá que seguir en alerta. La previsión es de cambio y no dejamos de estar en invierno.
A pesar de las circunstancias propicias, y aún teniendo en cuenta el fuerte viento, no tocaba tenis. Mi pareja de juego de los sábados no ha sabido reforzar el perímetro personal de sus círculos concéntricos y se ha debilitado donde más le duele: en su tiempo de ocio. Ya se lo advertí.
Es una mañana de cierta resaca. Mi extraño partido de tenis del viernes por la tarde, un cena de pamboliet y un par de disparos de gin tonic. Ando renqueante -no son años- y una vez cumplida la primera tanda de compromisos familiares me lanzo plácidamente a la somera lectura de la prensa digital, interrumpido por la atención que me merecen un par de intercambios de guasaps con mi amigo Jaime R. de los que luego hablaré. De los principales titulares y de la mayoría de los medios - como si de una caja de surtido Cuétara se tratara- se desprenden muchos signos de enfrentamientos internos en los partidos políticos. Es un fin de semana de confrontación y en algunos casos -los más populistas no dan precisamente buen ejemplo de tolerancia ni buen rollito entre ellos mismos- auténtica virulencia.
Baleares, como siempre, es otra cosa. Aquí siguen mandando quienes no son capaces de ganar por sí mismos y se ven obligados a pactar contra los que sí ganan (sin acabar de convencer ni a los propios y de los cuales, una buena parte, -me constan muchos testimonios- acuden al colegio electoral con la pinza en la nariz, que llevan de serie como los vehículos llevan el airbag). La consecuencia de estos pactos es que, al final, muy pocos están contentos y satisfechos. Y el espectáculo que se proporciona a los ciudadanos es bochornoso.
Voy al guasap de Jaime R. Dos fotografías y un texto del que no me tomo la mínima molestia en leer. En la primera de ella aparece un sujeto greñudo y barbudo disfrazado de Capitán General de los Ejércitos (S.M) con una banda cruzada que representa una estelada. En la otra, montaje casposo y exento de genialidad y gracia suplanta la imagen de S.M. en la instantánea de un discurso navideño en el Palacio Real. Ambas fotografías publicadas en su muro de una red social.
Este tipo se postula para presidir la Cámara Parlamentaria de Baleares. Carpintero metálico -honrosa y muy digna profesión- tiene como mérito su pertenencia a uno de los partidos políticos que sustentan el actual gobierno autonómico. Y si no fuera por el conocimiento público de sus pretensiones nos sorprendería saber que se trata de una nueva vuelta de tuerca en su política de presión para mantener ese gobierno de pactos contra viento y marea. Para ellos es como una pedorreta graciosa pero para muchos de los ciudadanos es una infamia más. No nos merecemos esto, no merecemos que cada día payasos indocumentados nos sigan pintando la cara y, además, sigamos pagando esa fiesta y el carnaval en el que han convertido la actualidad pública española. Ya está bien.
Ya es lunes y hoy la actualidad nos trae un nuevo reto, un nuevo desafio. Si yo tuviera que enfrentarme al aroma del rasillo de una toga no estaría tan sonriente ni tan irrespetuoso. Ellos no. Están por encima del resto de los ciudadanos y como hablan en nombre de una causa pueden permitirse el lujo de burlarse de la justicia, de nuestra justicia. Pues eso.
Voy al guasap de Jaime R. Dos fotografías y un texto del que no me tomo la mínima molestia en leer. En la primera de ella aparece un sujeto greñudo y barbudo disfrazado de Capitán General de los Ejércitos (S.M) con una banda cruzada que representa una estelada. En la otra, montaje casposo y exento de genialidad y gracia suplanta la imagen de S.M. en la instantánea de un discurso navideño en el Palacio Real. Ambas fotografías publicadas en su muro de una red social.
Este tipo se postula para presidir la Cámara Parlamentaria de Baleares. Carpintero metálico -honrosa y muy digna profesión- tiene como mérito su pertenencia a uno de los partidos políticos que sustentan el actual gobierno autonómico. Y si no fuera por el conocimiento público de sus pretensiones nos sorprendería saber que se trata de una nueva vuelta de tuerca en su política de presión para mantener ese gobierno de pactos contra viento y marea. Para ellos es como una pedorreta graciosa pero para muchos de los ciudadanos es una infamia más. No nos merecemos esto, no merecemos que cada día payasos indocumentados nos sigan pintando la cara y, además, sigamos pagando esa fiesta y el carnaval en el que han convertido la actualidad pública española. Ya está bien.
Ya es lunes y hoy la actualidad nos trae un nuevo reto, un nuevo desafio. Si yo tuviera que enfrentarme al aroma del rasillo de una toga no estaría tan sonriente ni tan irrespetuoso. Ellos no. Están por encima del resto de los ciudadanos y como hablan en nombre de una causa pueden permitirse el lujo de burlarse de la justicia, de nuestra justicia. Pues eso.
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