A vueltas con los años pero es que en estas fechas es cuando mayor sensación tengo de que va pasando la vida. Y tan deprisa.
Se va esfumando la infancia en casa y van escaseando aquellos desvelos de los inocentes. Sabedor del escaso saldo de credibilidad que queda ya en la cabeza de la última amazona que cabalga esos sueños de magia "real", corre una cierta conjoga por mi garganta cuando, desde el interior del salón y preparada la música para que suene bien alta -hace unos pocos años todavía eran las canciones de Miliki- doy la voz para que al otro lado de la puerta, en el pasillo, puedan dar un paso al frente y entrar en el escenario de tantas ilusiones y algarabía de los últimos quince años.
Una ruta de los sugus de toda la vida, -serpiente multicolor- desde la misma puerta, va recorriendo los escasos pasos que llevan, subiendo por la alfombra afgana, hasta el pie del árbol, rodeado de zapatos y paquetes. Y como cada año, hay video y fotos que van archivándose sistemáticamente en carpetas del ordenador. Dentro de unos cuantos lustros harán saltar, supongo, lágrimas de melancolía.
Una ruta de los sugus de toda la vida, -serpiente multicolor- desde la misma puerta, va recorriendo los escasos pasos que llevan, subiendo por la alfombra afgana, hasta el pie del árbol, rodeado de zapatos y paquetes. Y como cada año, hay video y fotos que van archivándose sistemáticamente en carpetas del ordenador. Dentro de unos cuantos lustros harán saltar, supongo, lágrimas de melancolía.
La vida me brinda una segunda oportunidad; una segunda etapa para reavivar el brillo de los ojos de niño que todavía habitan en mi afortunada existencia. Ignoro, por supuesto, si esa misma vida me depara una tercera oportunidad, lejos queda, en cualquier caso. Con las dos de las que he dispuesto hasta ahora me siento más que pagado, especialmente con esta segunda, como padre. La memoria me transporta inevitablemente a aquellas frías mañanas de los sesenta, tras la puerta de cristal y visillos que daba al salón comedor del piso familiar de Barcelona, pero con el confortable calorcito de la catalítica superser. También de eso hay fotos, aunque en papel kodak o agfa, en blanco y negro y por supuesto no hay video, ni de la súper 8
¿Como voy a pretender dormir bien esa noche? Si he pasado más nervios que cuando era niño. Y siempre, por supuesto, como cada año, yo también pongo mi zapato, aunque el regalo ya lo llevo puesto, lo llevo de serie. A estas alturas me hace mucho más feliz dar que recibir y en eso ya vamos teniendo una dilatada experiencia.
La entrada a tropel de la prole en ese escenario de sueños cumplidos de tiempos más remotos ha dado paso a un cierto sosiego no exento, no obstante, de las propias emociones. Ya no hay bicis, ni cocinitas, ni grandes muñecas, ni sus abalorios. Hay, tal vez, menos papel, menos grandes cajas y menos estruendo a la hora de ir destripando los paquetes, pero sobrevive idéntica magia. Aunque pueda colarse hasta un cd de un tal Melendi (afortunadamente no es para mí). También los Reyes pueden equivocarse. Son magos pero, por lo que se ve, no infalibles.
Y que no decaiga.
Y que no decaiga.
Y por supuesto, el roscón del Forn Nou de La Vileta. |
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