Siento una gran pereza esta mañana de lunes. Pereza para asomarme a la actualidad informativa, después de dejarla, el domingo por la noche, en estado de shock. Este país no se merece este auténtico esperpento vallinclaniano y si no fuera por lo que nos jugamos reconozco que tendría hasta gracia (si es que alguien puede llegar a reirse de esto). Para reirse, si; pa mear y no echar gota, que diría mi padre.
¿Cataluña: bien, gracias? Pues no. No está bien y ni Cataluña ni muchos catalanes se merecen este trato despiadado, esa política de carnaval, de teatro de lo absurdo; esa exhibición constante de desprecio a la seriedad y al rigor. Esa entrega irresponsable de toda una Comunidad por parte de un ambicioso desnortado a una mala compañia de performance; a un casal kultural, a unos antisistemas de ateneo libertario; en definitiva, a majaderos de la Sans borroka. ¿nos merecía la pena a muchos de los que en su momento entregamos nuestros estudios, el trabajo, el esfuerzo por llegar a este punto para entregar nuestra cosecha a esta toda esta gente?
¿España? Pues tampoco se merece esto y cada vez me siento más decepcionado con el escenario político que aparece cuando se levanta el telón y desconfío ya de todos los actores que exhiben sin pudor su pésima interpretación ante un auditorio que también merece mucho más.
Desconozco los límites de la ambición y del egoísmo personal de muchos de los líderes actuales, pero ya no puedo soportar ni un minuto más el tedio y bochorno ajeno que me proporciona tanto majadero. Unos entregados a cambiar la historia, los ritos y las creencias de los católicos (a ver si iban a tener huevos para alterar un sólo renglón del Corán). Otros cambiando placas de calles sobre los que no existía debate alguno y la mayor parte de cuyos nombres desconocemos hasta los que ni siquiera nos afeitábamos cuando murió Franco. Otros jugando a repartir a cómicos y malos actores papeles y pesimos guiones subvencionados para que puedan seguir protestando contra un sistema sobre el que se mean en sus noches de farra.
Lo siento, pienso en los inocentes, ignoro si santos, que tenemos otro concepto de Estado, de la dignidad humana, de las exigencias que impone la situación económica global, de la seguridad ciudadana, de la educación de nuestros hijos, de su formación, de su crecimiento moral y me vengo abajo al levantar la vista hasta el titular de los diarios digitales, esta mañana de 28 de diciembre de 2015, Santos Inocentes.
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