Me acerco a pasos agigantados a una edad y una situación en la que todo está empezando a ajustarse a su importancia, a su urgencia y a su prioridad. El sentido del bochorno, o de la vergüenza empiezan a resbalar por mi espalda por las mismas arrugas por las que lo hace la espuma del moussel y el agua que la aclara. En otras palabras, como un fínísimo sastre que va tomando medidas al maniquí, la edad me va posicionando en donde quiero estar y me ahorra esfuerzos absurdos por intentar atenuar algunos de mis matices personales, algunos brillos (pocos, lo sé) y muchos lunares que durante muchos años, como todo hijo de vecino, he tratado de escamotear para, más que nada, no molestar al prójimo. Eso a lo que mi sabio padre llamaba, no exento de cierta sorna, el respeto humano y nos lo decía, o yo empecé a escuchárselo, cuando él tenía mi edad actual. Joder, ahora lo entiendo. Con los años, exteriormente vamos pareciéndonos más a nosotros mismos, a como sabemos que somos realmente y lo que vamos ganando en experiencia y en sabiduría (cuando se da el caso) lo perdemos en diplomacia. Y nos importa un bledo, claro.
Llego a este punto para manifestar que en lo político, en lo social, en lo profesional no tengo ya por qué morderme la lengua por lo que pienso y , cada día menos, empieza e importarme muy poco si lo que digo lo van a compartir los que me escuchan o los que me leen. No significa esto que me haya propuesto ofender a nadie ni a resultar molesto ni hiriente, ni que me vaya a despelotar en público ni a quedarme en gayumbos; que no cunda el pánico. Simplemente va a resultar posible que puedan acabar aplicándome ese criterio por el cual abandonamos la crítica hacia alguien, y abogando por una mayor comprensión hacia él, justificamos lo que dice o lo que hace con el socorrido; "...bueno, es que ya conoces a merenganito, es que él es así". Pues yo, a partir de ahora, me lo pido, "es que yo, soy así".
Le diría a pabloiglesias y a su peña, que no es que les tenga miedo, es que conociendo el paño de nuestro pueblo, estoy acojonado. Y mira que no tengo ya mucho que perder, puesto que mientras pueda ir amortizando mi hipoteca y no se me vaya mucho la olla, creo que no alcanzaré los números rojos de Gallardón, aunque luego, al día siguiente de sus lloriqueos, le ventilasen videos (y cargos publicos que se lo permiten) que le acreditan como un buen gourmand de nécoras gallegas, esas que no son ni Bosque verde ni deliyplus, ¿verdad?
Es bien cierto que hasta ahora la franela y las buenas lanas de unos y las panas y la arruga gallega de otros, han salvado la estructura del Estado. Lo malo es que nos ha salido carísimo en comisiones y chanchullos y el que no está imputado por lo penal, esta señalado por lo poco ético o por lo indecente. Ahora bien, si esto ha municionado a los chicos de la asamblea, vamos "apañaos". Ojito, que vamos a ver unos cuantos millones de votantes desengañados, hartos y mucho joven antisistema que ve reflejado sus anhelos de lucha y su desapego por la política en ese movimiento populista.
También sentí mucha lástima el otro día por un balbuceante y supongo que ofendídisimo senador ciu-catalán, tembloroso (casí llorón) e inseguro, leyendo con dificultad un papelito, sujetado con sus dos manos como si le resultara difícil retenerlo, en el que diseccionaba y repasaba los hechos y las afrentas padecidas (como si fuera la lista del súper) por sus conciudadanos en relación al 9N y menos mal que el Presidente tenía algo más en la agenda y nos ahorró más balbuceos improductivos; ¡qué suerte! ¡qué alivio! que enfrente tenía esa tarde a Soraya SdS, qué buena, a la que no le tembló ni el pulso ni el flequillo y, sin papelitos mal redactados ni peor leídos, le puso las peras al cuarto; clarito, sin pamplinas., Olé!
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