lunes, 3 de noviembre de 2014

Hasta los güevos

Lo de nuestra clase política no tiene nombre, bueno si lo tiene, pero yo  no debo pronunciarlo. Lo que si puedo decir es que estoy hasta los mismísimos güevos de ser un pobre paria que se desayuna, almuerza o cena, día sí, día también, un nuevo caso de corrupción, si es que se puede llamar corrupción y no expolio directamente. ¿Cómo no vamos a estar atascados en esta crisis, que no es solamente económica, que es de decencia, de valores, de honradez?

Puestas así las cosas, en un pais donde se evapora el dinero público, donde se generan comisiones vergonzantes y donde algunas entidades financieras riegan sus consejos de administración con tarjetas "to pagao", va a resultar imposible salir del atasco en el que nos han embutido. A nadie va a extrañar que el populismo alce a lo más alto a aquellas opciones políticas surgidas de la noche a la mañana, en una madrugada donde los sistemas de control de legalidad del gasto de algunas comunidades autónomas y ayuntamientos dormían a pierna suelta. No se explica que puedan agujerearse los cimientos de un Estado, a bocados, desde el interior del propio Estado. Nos están robando las vigas (la grifería ya se la llevaron) desde dentro, porque, al parecer, el propio Estado ha desactivado las alarmas antirrobo.

¿Qué nos queda ya por perder? Mi amigo Jaime me abroncaba la otra tarde porque con mi actitud de desprecio y pérdida de confianza en este sistema (lodazal) me aproximo a quienes desean, desde la calle, desde movimientos de origen y carácter asamblearios y planteamientos propios de ciertas repúblicas sudamericanas, dar un vuelco a la situación y acabar con las "castas políticas". ¿Y que hacer? ¿Seguir votándo? ¿A quienes? ¿A los que nos trajeron hasta aquí? ¿A quienes llegaron después con mangueras de bomberos y que apenas sofocado el incendio succionarion lo poco que podía salvarse? Votar, votarles es aplaudirles, es decirles "lo habéis hecho muy bien, machotes!", que sigan así, hasta que le arranquen los pezones a la vaca, a bocados, esta banda de criminales que lucen sus trajes, corbatas y audis, con aires de ricachones provincianos. Pues conmigo que no cuenten, Yo paso.

Luego viene un pollito con cara de más pollito y salen a relucir en primera plana, en papel, en plasma y en lcd, toda clase de álbumes fotográficos, con imágenes del nene con todo tipo de celebritys , desde ex-presidentes, pasando por ministros, presidentes de comunidades autónomas, alcaldes, concejales, banqueros, empresarios de todo pelaje y condición....joder, si ha estado hasta en la sede central del CNI!

¿Qué futuro, qué esperanza nos queda a los ciudadanos de un pais donde triunfan el cohecho y la impostura? Ni el propio Leopoldo Abadía ha sido capaz de contagiarme su entusiasmo positivo en el cierre de su ciclo de conferencias con un epílogo que hoy por hoy no resulta afortunado; "la esperanza". Es admirable la fe del viejo profesor, pero creo que su ilusión no ha calibrado en su justa medida la nefasta y fétida corrupción de esta charca y de muchos de los políticos que ocupan o han ocupado puestos de responsabilidad en alguna de nuestras administraciones públicas.

Estamos en uno de los momentos más delicados, de los que yo tenga consciencia, de los que he vivido, y estamos a punto de presenciar, apenas en una semana, el desenlace, aunque no definitivo, de la tan manida campaña del "nou nou" de noviembre. del dret a decidir, de la consulta, de las urnas de cartón reciclado, de la amenaza de ruptura con el Estado, del devuélveme las llaves de la moto y quédate con todo lo demás.

Que Dios nos ampare!

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