El mes de septiembre ha sido uno de los más calurosos de los últimos años. Ignoro, ¿sabrá alguien?, si tal circunstancia tiene algo que ver o no con el cambio climático, pero lo cierto es que en tan sólo dos o tres días del mes de octubre hemos visto bajar ligeramente, hablo de Mallorca, unos pocos grados los termómetros y todo ello, por una tormenta aislada y los vientos frescos que nos trajeron algo de lluvia esta pasada semana.
Lo cierto es que, teniendo en cuenta las condiciones térmicas dominantes, podríamos haber visitado cualquier playa, bañándonos mar adentro. De hecho, algunas playas locales, las que quedan al alcance de mi vista y, un poco más alejadas, al alcance del guasap, han estado tan pobladas, este fin de semana, como cualquier día de julio, agosto o septiembre.
Gracias por la foto de ayer, de La Colonia, Laura.
Esto, no obstante, no parece muy saludable para nuestra economía global. Mientras vamos avanzando en el calendario, España, Mallorca, va apartándose de un panorama turístico que no logramos desestacionar. Las fechas nos colocan, cada día, más afuera de la ruta de las agencias de viaje internacionales, en la cual, exprimido el verano, sólo permanecen algunos programas para la tercera edad nacional y extranjera y cruceros, muchos e impresionantes cruceros, cuyos masivos desembarcos de pasajeros no responden, al parecer, a las expectativas generadas en los comercios locales.
Así, mientras los escaparates se recrean en la moda que nos ha de vestir, gorros estampados con las manchas de las pieles de bestias salvajes, para ser calados hasta las cejas ( lo siento amor, pero con treinta grados alrededor de mi cuerpo, no acabo de verlo), anda la gente con el paso cambiado. Salvo cuatro o cinco ciudadanos reacios al cambio de indumentaria estacional (yo, entre ellos), manifestándose esa resistencia en forma de pantalón bermuda e incluso chancla (chuclina) para el tiempo de ocio, aparecieron los primeros calzados de invierno y resulta sorprendente pasear por el centro y ver descamisados, empolados, despechugadas, vestiditos cortos y minifaldas, abanicos, calores y sudores, derritiéndose por las aceras sobre botines de media caña, tobilleros, con esos pies recalentándose, criaturitas. No sabría muy bien decir qué me resulta más extemporáneo.
Las dueñas y las dependientas de las "boutiques" bostezan tras los escaparates y miran al cielo y a los termómetros esperando que un día de estos reviente el cielo y una gran bolsa de aire frio en forma de ciclogénesis explosiva (que ya nos vaticinan) barra la península de oeste a este, de norte a sur y los archipiélgados (especialmente el balear) y puedan poner a funcionar sus datáfonos; esos por los que no pasaron las tar-jetas de los jetas de cuello blanco y finos modales, las que circulan especialmente de madrugada, entre masajes (pongan y declaren lo que vuecelencias quieran, pero para la inmensa mayoría de descastados que somos los "sintar-jeta", a esas horas, solo puede ser de"puticlú"), orgías de güisqui, puterío fino y demás delicatessen, (las ostras, el caviar y el foie en pelota picada) manipuladas de forma indecente e inmoral por las mismas manos que con su movimiento y expresión firmaban e imponían restricciones, contención del gasto en los hogares, recortes, sacrificios...... Además: qué cutres y miserables; para ellos, sus amigotes y amiguitas (que alguna habrá, seguro), el lujo sin privaciones (Zalacaín, Woman Secret, Loewe...). Para la familia, la compra en Mercadona ya está bien, ya es suficiente. (bosque verde, delyplus, hacendado....) Pagaba el rescate. Hijos de ....
No hay comentarios:
Publicar un comentario