La historia, que es muy caprichosa, nos ha proporcionado un guiño que no deja de ser curioso. El funeral de Estado por Adolfo Suárez se ha producido un día antes del setenta y cinco aniversario de la finalización de nuestra Guerra Civil.
Esos son, diez años arriba y unos pocos abajo, los que tiene la generación de mis padres. A ellos, siendo muy niños, les tocó sufrir en sus propias carnes los bocados y dentelladas fraticidas de la guerra. Vivieron el horror del fraccionamiento y la separación de sus familias y la pérdida de padres y hermanos. También padecieron los años de angustia, carencias y necesidades insatisfechas de la posguerra. Crecieron en la dificultad y escasez de todo lo básico. La guerra les robó la infancia y la adolescencia. Se vieron obligados a madurar a golpe de penurias y pan duro. Con notable sacrificio y muchos de ellos sin chistar ni un lamento, vieron salir el sol y construyeron su propio hogar sin más ayuda que su propio esfuerzo. Criaron a sus hijos con abnegada generosidad, hurtando a las horas de sueño el tiempo necesario para seguir estudiando y trabajando para poder llevar a casa pan caliente y leche.
Desde 1976 empezaron a digerir que había que construir un nuevo Estado, donde cupieran todos los españoles, donde quedaran enterrados para siempre odios y resentimientos. Con la misma disciplina con la que aprendieron a vivir en la nada del 39, acataron el perdón y la conciliación como puente hacia un futuro en el que sus hijos no tuvieran que vivir nada parecido a lo que a ellos les toco sufrir.
Según parece el artífice de este exitoso viaje fue Adolfo Suárez. Yo no estoy del todo de acuerdo. Los que hicieron eso posible fueron nuestros padres. Y lo siguen siendo. Sigue callada mi madre, meciéndose en sus propios recuerdos, resignándose a no chistar ni un sólo lamento por todo cuanto perdió hace más de setenta y cinco años, pese a que algunos se empeñen en traer a la tardía sobremesa asuntos y pendencias que reabren las heridas sobre las cuales se comprometieron a no volver a hacerse reproches.
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