lunes, 28 de abril de 2014

Viviendo en la luz

Pasaron las nieblas y salió el sol. Quedan atrás las lluvias de abril y vivimos con placer los primeros días de la "estación" mas agradable del año en Palma de Mallorca: mayo, período a caballo entre una primavera avanzada y un verano anticipado. Frescos amaneceres, placenteras mañanas, soportables meridianas y largas y plácidas tardes. Las brisas de primera y última hora del día proporcionan la agradable certeza de que no me equivocaba cuando, en su momento, decidí que este era el lugar donde quería vivir.

Ahora ya es un hábito muy común, pero hace unos años, no tantos, cuando comentaba a mis amigos mallorquines que en los meses de diciembre, enero, febrero, marzo y abril, me acercaba hasta la playa y me bañaba en el mar, me miraban como quien mira a un loco; -¿nadar?qué frio, yo hasta agosto y....aún así...- me decían.




Desde este rincón de la foto (la charca, Nono), para mi gusto, de los mejores de la bahía de Palma, he vivido,  como si fuera mi segunda residencia, muchas horas de lagarto soleado, windsurfista soltero, cazador de cangrejos para mis sobrinos y otras tropas, fiel compañero de hamaca (y un montón de facetas que no vienen a cuento), hijo, novio, esposo, padre y  leal amigo. Había quien decía que no concebía la playa de Illetas sin mi presencia en ella y, por supuesto, en traje de baño. Otros me reprochaban que a mí,  realmente,  no es que me gustase la playa, sino que lo que me gustaba era Illetas. Bueno, qué importa! El verano pasado no pudo ser y fue para mí una extraña ausencia y demasiada renuncia, no haber sentido como la temperatura del agua en los primeros meses de año, entrecortaba mi respiración, ni cómo las calmas de septiembre y octubre, superada la amenaza de la gota fría mediterránea, me devolvían de nuevo a un verano estirado. Me perdí tambien, los baños en algunas de las playas de las Rias Baixas, a las cuales dedicaré, en su momento, el tiempo y el espacio que se merecen.

He logrado, días atrás, volver a sumergirme en esta mar turquesa y recuperarme de las privaciones a las que me condenó -voluntariamente, todo hay que decirlo- la misión afgana. El agua  todavía está algo fría, pero soportable y tenía necesidad de percibir la grata sensación de sumergirme en ella. Mas allá de una ligera inmersión en el "estoy con Toy" del parque ornitológico de Herat, sólo logré sumergirme en las decenas de fotografías que recibí,  vía "wpp",  de los múltiples amigos que me iban enviando desde paradisíacos rincones donde disfrutaban de sus fantásticas vacaciones estivales. Me bañaba yo, en la mente,  en muchas playas mediterráneas, atlánticas y cántabras y soñaba con arenas blancas y brisas suaves. Soñaba con este momento que me toca vivir, por fin.

De la claridad y de la luz que envuelve al litoral mallorquín estos primeros días de ese verano anticipado,  se nutre mi estado de ánimo. Esa luz,  que parece haber iluminado a la Defensora del Pueblo, a la hora de entrar a conocer al tal Mañe, el diógenes intelectual que identifica el accidente y pérdida de las vidas de cuatro héroes, militares - profesionales del rescate de vidas ajenas- con un alivio por restar presuntos "pistoleros" (sic) para tomar su tierra natal, Cataluña, territorio de todos los españoles, majete! Resulta que ahora pareces arrepentirte y crees que este asunto, junto con el resto de tus majaderías con las que ilustrabas tu perfil de facebook, se te ha ido de las manos y claro, tienes miedo y temor a las represalias de  algunos que han replicado tu estupidez mental y  porque en tu casa viven menores. Pobrecillos niños, ahora sabrán quién y cómo es su padre. Les compadezco al tiempo que me pregunto cómo se puede aprender algo moralmente decente de un tipo de esta calaña.

martes, 22 de abril de 2014

Todos los caminos conducen a ......Sóller

Hay algunos que dicen, que todos los caminos conducen a Roma, parafraseando a Aute, y es verdad porque el mío, me lleva... al valle que lo nombra. Ayer me llevó de nuevo a Sóller en un lunes bloggero, sin blog de los lunes. Cuanto más se repiten mis incursiones en este mágico valle, más me gusta. Estoy adquiriendo una saludable adicción a este atracón de naturaleza viva e intensa. Este valle, esta sierra, es para pasearla sin prisa, pero con pausas, parando en cada recodo, en cada "marjada" y echar la vista atrás, cuando ya se ha subido lo suficiente como para apreciar que la brisa que envuelve al caminante se torna fresca, a pesar de que la temperatura, por encima de los veinte grados en esta época del año, hace que empiece a sobrar mucha de la ropa que llevamos puesta. 




Allí abajo, a nuestros pies, Fornalutx parece el pueblecito de un "belén", dibujadas sus casitas de piedra en el gran olivar que lo rodea y cubierto en la alturas por pinares que no acaban nunca. Y el mar azul, al fondo, cubierto por brumas lejanas e inofensivas.




Si miramos hacia arriba, la majestuosidad de los "penyales" que coronan toda la sierra, transforman la fatiga de las piernas en un persuasivo estimulante para seguir subiendo, haciendo que nos despreocupemos de las cuitas diarias, de los peldaños que subimos cada día de forma rutinaria, cuando estamos tan alejados de esta maravilla de la naturaleza.




Era, además, una jornada rendida a la amistad de Javier y Marga, que nos atrae desde el otro lado del túnel. Esa que parece adormilada por las exigencias particulares de nuestras respectivas, alocadas y absurdas carreras contrarreloj, con hijas y sus mochilas, uniformes, guitarras y violines, clases, libros y cuadernos. Ese día a día que tiene de positivo permitirnos apreciar, en jornadas como la de ayer, que la vida tiene siempre oculto un regalo diario, que hay que saber encontrar y, por supuesto, saber disfrutar.


El "arrocito de marisco y huerta" -tirabeques y alcachofas- delicadamente mecido sobre las ascuas por la mano experta de Javier, compañero infatigable de Marga en los pesares diarios de la prole, era el punto de excelencia gastronómica que faltaba para proclamar con rotundidad, el éxito de la jornada. Un poquito de cava y unos postres exquisitos, nos empujaron con entusiasmo a visitar otro "olivaret" en la ruta hacia el puig de L'Ofre, que algún día  coronaremos.



Desde  "l'olivaret",  el Penyal des Migdía. 1440 metros de altitud.

Por el camino, hurtamos a la "marjada" unos brotes de esparraguera que, olvidados al final del día, en el fondo del "zurrón pixelado afgano" acabaron, bañados en huevo, en la sartén.


Para rematar el día, gracias a la generosidad de María, madre de Marga, llené mis pulmones del perfume de azahar de su huerto, entre frondosos naranjos y el más bonito "cirerer" del valle, que muestra con noble orgullo, cuya ultima contemplación nos acompaña hasta la misma boca del túnel que nos devuelve a Palma.



El Puig de L'Ofre, 1091 metros de altitud.

lunes, 14 de abril de 2014

Granada

Llegó, por fín, el día. Después de tanto tiempo, he empezado a saldar una vieja deuda personal. He visto caer la  tarde y ponerse el  sol en muchos lugares. Faltaba uno muy especial. Ver, desde el "Albayzín", cómo los muros de la Alhambra van perdiendo luminosidad y el reflejo del sol,  dejándome yo caer por la Carrera del Darro, escuchando el murmullo de  la corriente fresca a mi izquierda,  bajando al bullicio de los "hippies" y titiriteros de la Plaza Nueva, Calle Cárcel Alta, nº 5....



No creo que vaya yo a descubrir a nadie, no es mi intención, la belleza y riqueza patrimonial y cultural de Granada. Sólo quisiera ratificar, con mi modesta opinión, cada palabra, cada elogio, cada piropo. Basílicas, Iglesias, Monasterios, restos árabes, recorridos paso a paso, con sus luces y sus sombras. La luz de la historia y del generoso esfuerzo de quienes se empeñaron en la conservación de esta herencia. La sombra de la falta de cuidado y del ignorante e irresponsable expolio padecido durante siglos. A pesar de ello hay mucho que ver y visitar. Si además, como ha sido mi caso, se cuenta con una guía personalizada por mi hermano de misión afgana, Juan Ferrer, no se puede pedir más. 

Merece la pena el castigo infligido a las piernas durante tres días. Es un regalo a los cinco sentidos dejarse llevar junto a muros centenarios, sabiendo que la recompensa es, por ejemplo,  la mera contemplación de un retablo barroco como el de la Basílica de San Juan de Dios o, cuanto más temprano mejor, el encanto de los Palacios Nazaríes, de sus patios, artesonados y celosías. El recorrido desde la Torre del Agua, dejando alejada vista de una colosal y blanca Sierra Nevada, rodeado de tupidos setos de arrayán y de glicinias en racimo, descolgadas sobre nuestros pasos,  despierta el ánimo y recupera del insomnio de forma instantánea y nos prepara para el encuentro con nuestra historia. 




A ultima hora de la tarde constituye una invitación a la introspección entrar en el Refectorio del Monasterio de San Jerónimo y tomarse unos minutos de silencio frente a una austera y oscura representación de una Inmaculada. Personalmente, puedo decir que nada más entrar percibí una sensación muy especial que me llevó a sentarme en un lateral y buscar en sus paredes,  en sus suelos, en las mesas y utensilios. Algo misterioso y cautivador que me atrapó gratamente. Acabo de leer en algún foro que hay quien no ha sido capaz de entrar. El que tenga especial inquietud por asuntos misteriosos aquí parece que se presenta una excelente ocasión.


Surtidor de agua del Patio de los Leones.

En un ámbito más terrenal, cuenta Granada con una oferta gastronómica excelente. No podría enumerar todos, aunque un fin de semana, por mucho que queramos, no podemos quedarnos con muchas referencias. Respetando y ratificando las sugerencias de Juan, el Restaurante Bar Oliver, en la Plaza de la Pescadería, para comer en la propia barra y la Antigua Bodega Castañeda, de la Calle Elvira, constituyen dos buenos lugares para tapear. En otro orden, el Restaurante Mirador de Morayma, en el Albaicín, adornado con sus vistas desde la terraza, donde se puede pedir, después de haber comido muy bien,  visitar su particular "museo" con una  sorprendente colección privada de pinturas, cerámicas y, muy especialmente, su curiosa "capilla pichina".

Para los golosos, dos referencias, amén de los archiconocidos piononos de Casa Isla; los "sefardíes" de la Pastelería  López Mezquita y cualquiera de los helados de "Los Italianos". Recomendación personal: TARTA DE CHOCOLATE. (así, tal cual, con mayúsuclas...)



lunes, 7 de abril de 2014

Huyendo de la niebla

Ya a última hora de la tarde de ayer la bruma comenzó a ocultar buena parte de las suaves colinas que rodean mi casa. Dibujando caprichosas figuras iba intercalándose entre pinares de variada cota, impregnando el paisaje de un romántico halo de misterio. Apetecía sentarse en cualquiera de los bancos del paseo que lleva a los campos de golf y ensimismarse con la contemplación de esa imagen tan poco usual.

De madrugada, en uno de esos "despertares" que asaltan y atracan a mis sueños, he advertido que la penumbra adquiría un tono rojizo. La propia niebla hacía de pantalla a las farolas de alumbrado urbano y envolvía las calles con una silenciosa inquietud. Ya escampará.

Otras nieblas me vienen a la mente al escuchar, en los informativos de primera hora,  los titulares de las noticias del día y de las que llevo acumulando toda la semana.

Niebla en las elecciones en Afganistán. No han iniciado el recuento de votos y sin embargo las cifras de fallecidos -asesinados- alcanza ya el segundo centenar. Al leer algún artículo y comprobar las circunstancias de la votación en buena parte del país, empieza a ser poco creible el resultado que nos den, aunque no está previsto que se cierre el proceso, ni que lleguemos a saber resultados antes del 14 de mayo. En una palabra y recordando las partidas de mentiroso que esporádicamente jugábamos en la haima de la FSB, me pasen lo que me pasen, levanto el cubilete,  fijo, sin mirar.

Niebla en la mente de quienes siguen haciéndonos comulgar con ruedas de molino, con referendums como una alocada carrera hacia el abismo, hasta el mismo punto en que discreparían sobre el "dret a decidir" una cabra y una cabra loca (que saltaría y arrastraría consigo a todos aquellos que demostrasen el mismo grado de locura).

Niebla en las redes sociales (no tengo ni quiero facebook) cuando aparecen en mi entorno correos y noticas de un tal Mañé Marimón haciendo alarde de su disparatada majadería. Si es cierto cuanto escribe, si realmente existe este personaje, me pregunto con qué clase de leches le amamantaron cuando era un rollizo bebé. Si ser tan despreciable como ser humano fuera delito, le caía una perpetua, seguro.

Niebla en el momento de tener oportunidad de adquirir un par de entradas para el concierto de los Rolling Stones de próximo 25 de junio. Colapso informático absoluto....me quedé sin entradas debido a un perverso bucle informático que expulsaba mi petición una y otra vez. Al final llegaron a agotarse y vuela una de las últimas ocasiones de ver en directo a Mick Jagger, con su peculiar "paseo" por el escenario, destilando toda su energía a pasitos cortos, como de puntillas.

Niebla en Ferrari que va camino de acabar compitiendo en velocidad con los pasos de la Semana Santa. Y...

Niebla, fría y humeda, en el entorno, una vez más, de mi querido Barça. ¿Por qué no se van todos, se dejan de referendums y se llevan -también consigo- al Tata de una puñetera vez? 






martes, 1 de abril de 2014

Transición. Sin chistar ni un sólo lamento.

La historia, que es muy caprichosa, nos ha proporcionado un guiño que no deja de ser curioso. El funeral de Estado por Adolfo Suárez se ha producido un día antes del setenta y cinco aniversario de la finalización de nuestra Guerra Civil. 


Esos son, diez años arriba y unos pocos abajo, los que tiene la generación de mis padres. A ellos, siendo muy niños, les tocó sufrir en sus propias carnes los bocados y dentelladas fraticidas de la guerra. Vivieron  el horror del fraccionamiento y la separación de sus familias y la pérdida de padres y hermanos. También padecieron los años de angustia, carencias y necesidades insatisfechas de la posguerra. Crecieron en la dificultad y escasez de todo lo básico. La guerra les robó la infancia y la adolescencia. Se vieron obligados a madurar a golpe de penurias y pan duro. Con notable sacrificio y muchos de ellos sin chistar ni un lamento, vieron salir el sol y construyeron su propio hogar sin más ayuda que su propio esfuerzo. Criaron a sus hijos con abnegada generosidad, hurtando a las horas de sueño el tiempo necesario para seguir estudiando y trabajando para poder llevar a casa pan caliente y leche.

Desde 1976 empezaron a digerir que había que construir un nuevo Estado, donde cupieran todos los españoles, donde quedaran enterrados para siempre  odios y resentimientos. Con la misma disciplina con la que aprendieron a vivir en la nada del 39, acataron el perdón y la conciliación como puente hacia un futuro en el que sus hijos no tuvieran que vivir nada parecido a lo que a ellos les toco sufrir. 

Según parece el artífice de este exitoso viaje fue Adolfo Suárez. Yo no estoy del todo de acuerdo. Los que hicieron eso posible fueron nuestros padres. Y lo siguen siendo. Sigue callada mi madre, meciéndose en sus propios recuerdos, resignándose a no chistar ni un sólo lamento por todo cuanto perdió hace más de setenta y cinco años, pese a que algunos se empeñen en traer a la tardía sobremesa asuntos y pendencias que reabren las heridas sobre las cuales se comprometieron a no volver a hacerse reproches. 

Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...