Llegó el momento. El domingo 19 de enero, cargados de maletas, mochilas y muchas ganas, a última hora de la tarde, llegábamos a Viella. Ha sido una dura semana de nieve. Exceptuando el magnífico martes, soleado y luminoso, el resto de los días han sido muy exigentes. No ha dejado de nevar desde la madrugada del miércoles, con bajísimas temperaturas y muy pobre visibilidad. Esto ha provocado que la calidad del esquí no haya resultado muy satisfactoria. Paradójicamente, la permanente presencia de nieve recién caída, con espesores cercanos a los sesenta centímetros diarios, unido a la niebla y a la ventisca han dejado unas pistas muy complicadas, donde no se veían los relieves. Muchas de las balizas estaban prácticamente enterradas en blanco y se hacía muy difícil orientarse y poder descender con naturalidad. Nos hemos entregado sin tregua a una batalla voluntariosa y sufrida. La recompensa, muy pobre; salir indemnes de la lucha y satisfacer mínimamente las ganas que traíamos. Para conformarnos, les decía a mis hijas, que hay que pensar que sin salir de casa no habríamos pasado ni la mitad de los momentos que, pese a la adversidad del clima, hemos disfrutado. Otro año será.
El magnífico martes, soleado y luminoso
Lo peor, sin duda, los desplazamientos desde el apartamento en Bossost hasta Baqueira. Treinta kilómetros de agua, nieve y hielo en la carretera, tanto para ir, como para volver. Muy estresante si tenemos en cuenta que no nos sobra experiencia en conducciones extremas y que el vehículo alquilado no era el que suelen llevar los especialistas. Un sencillo Zafira y con el limpialunas medio averiado. (ojito, "doyouspain.com/firefly rent a car" que jugáis con fuego)
Un día cualquiera de esta pasada semana
Todavía me siento agarrotado y atenazado por la tensión de llegar cada día a pistas y a casa sin que el coche quedara atravesado en medio de la carretera o volcado en la cuneta, como otros que vimos.
La recompensa final le encontramos en la gastronomía. El hallazgo de un paraíso para los sentidos; Restaurante "Er Occitan"(www.eroccitan.com), en Bossost. Un compendio de virtudes, sabiduría, calidad y elegancia. Sobre nuestra mesa redonda desfilaron productos y presentaciones aptos para los paladares más exigentes y a un precio satisfactoriamente razonable. El menú de degustación; entrante, plato principal y postre a 29 €, impuestos y bebida no incluidos. Fuera de carta, que cambian cada cuatro meses y que consta de una propuesta en la cual es difícil decidirse y adaptándose a la presencia de menores, la oferta de un plato combinado de excelente ejecución y no peor presencia, permite que toda la familia pueda disfrutar de una placentera jornada.
Sashimi de salmón con ceps confitados, piñones, sésamo, sorbete de soja, falso ajoblanco de piñones y abeto
En el exterior sigue lloviendo copiosamente y el Garona amenaza con desbordarse. En este templo, los relojes se han parado y tan sólo el leve tintineo de los tenedores de las mesas próximas suenan en la sala. La clave del éxito; Santa Nintendo. Ah, un placentero gintonic exquisitamente preparado en mesa, pone el colofón a la fiesta. Volveremos.
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