lunes, 16 de diciembre de 2013

Herat, a ratos.


Aunque llevo ya más de un mes en Palma de Mallorca y no es precisamente Nueva York, sigo encontrándome día a día, a viejos amigos que me muestran y exhiben una sincera alegría y satisfacción al verme. Muchos de ellos me piden que les cuente cosas y detalles de mi experiencia en Herat. Llega un momento en que me siento atrapado por un cliché que repito con cierto rubor y temor, puesto que no quisiera caer en la merecida calificación de pesado que pudieran atribuirme. Me preguntan y procuro contestar, no sin rigor, que lo que he visto a mi alrededor durante  toda la misión ha sido mucha gente trabajando muy duro, cada cual en su tarea, hora tras hora, sin importar el día de la semana, ni el calor, ni otros factores que hicieran más pesada la misma.
 
Me recuerdan algunos, no obstante, los momentos de ocio gastronómico tan bien aprovechado, a juzgar por mis comentarios "electrónicos" y alguna foto "filtrada".  Tienen razón; hemos comido productos de gran calidad y otros de calidad inferior, pero muy bien tratados por gente que ha sabido sacarle el máximo provecho.

A la hora de juntarme, ya en España, con estos amigos y poder compartir una comida buena, en un lugar confortable, bien atendidos, con buenos manteles, cristalería y cubertería, me vienen a la memoria las excelentesy trabajadísimas fideuás de Luis ("Luiggi"), el espectacular "pollo a la Pantoja" del "Caballa", las paellas de Gallardo y los chuletones con los que nos obsequió Nacho. Tan lejos de casa y en una ausencia tan prolongada, alrededor de la mesa, además de fraguar excelentes amistades, hemos pasado momentos irrepetibles  y cualquier comida que hemos compartido nos ha sabido a gloria. De hecho, muchos domingos en toriles, parque jurásico, parque ornitológico, o como se llamara en cada momento o según quien lo citara,  nos reuníamos, casi espontáneamente, y la liábamos, cada cual con lo que pudiera aportar y acabábamos  de pasar una jornada algo diferente al resto de la semana.

Siguen en el tintero y afortunadamente en mi memoria y en la del ordenador, miles de apuntes y recuerdos que irán apareciendo en esta página.

En otro orden de cosas y aunque inicialmente dirigido a un específico grupo de amigos comunes, debo referirme a la despedida del que hasta ayer, oficialmente, ha sido mi Jefe durante los últimos siete años y pico. El pasado jueves, en un acto que reunió a más de doscientas cincuenta  personas, compañeros y amigos todos y muchos de ellos representantes de todas las Instituciones y Organismos Públicos de Baleares, de todas las Administraciones, de los medios de comunicación, empresarios, etc,  pudimos rendir un merecido homenaje a quien ha sido Jefe de la Zona de la Guardia Civil y de la Comandancia de Baleares, desde septiembre del año 2006. No voy a escribir nada que no  haya podido decirle personalmente. Me queda la emotiva satisfacción de haber trabajado a sus órdenes y de haber gozado de su respeto y su consideración a mi labor y función, especialmente grata cuando va acompañada, además,  de una exquisita amistad y de un compañerismo recíproca y lealmente entendido. Hemos compartido momentos muy duros, como muy bien él mismo recordó en su discurso, pero sin olvidarlos, ni mucho menos, quedan compensados por la común sensación del deber cumplido.

Me despediré como lo he hecho cada día durante todos estos años, a pesar de la estrecha relación que hemos mantenido y a pesar de la extrañeza que siempre produce a quienes no gozan del placer de vestir uniforme  militar (mis propias hijas, por ejemplo, cuando era por teléfono). Gracias, mi Coronel, a tus órdenes!
Gracias Basilio. Sabes donde tienes un amigo, una familia y una casa.

Mi gato de la semana

Lo siento, pero esta vez no es un sólo gato, son unos cuantos. El equipo nacional catalán de patinaje artístico, pese a su previsible morrazo en la gran final del año que viene. Es,  tal vez,  difícil de entender, pero cuánto me duele Cataluña.
 

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