lunes, 4 de julio de 2022

Y de repente....

...el último verano. 

Su nombre, oído así, a bocajarro, suena un tanto equívoco: Niño Becerra. Luego, a quienes jamás supieron de él (o a quienes todavía no lo conocen), llegado el momento de asociar imagen a nombre, la sensación de confusión puede ser aún mayor que la que producen las dos palabras que componen el ilustre apellido. De profesión Economista, especialidad clarividencia, sección pesimismo fundamentado, diagnóstico: póngame un gintonic, o mejor, deje aquí la botella de seagrams y traiga más hielo, por favor.

Evocándonos a algunos el título del viejo drama de Tennesse Williams (con un reparto cinematográfico excepcional), se ha colado entre la caña y el pinchito de tortilla un severo diagnóstico de lo que (nos) pasará a partir de septiembre en este nuevo orden mundial que se cierne tras la auténtica crisis ¿bélica? ¿seguro? planteada, como una partida de ajedrez con personajes reales -de carne y hueso- por una Rusia imperialista como ni siquiera lo fuera la extinta URSS de los años 80 y 90. 

El futuro no mola, o más concretamente no le mola a Niño Becerra alarmado por los síntomas visibles del suicidio asistido de una buena parte de nuestra sociedad lobotomizada, dispuesta a fundirse - a todo lo que den-en terrazas y cruceros los restos de la huchita del cerdito que guardaba tras los confinamientos y post-confinamientos pandémicos, ha decidido darle la espalda a la actualidad y vivir hoy para morir mañana.

Entre Tenesse Williams, con Montgomery Cliff de prota y Ian Fleming, con la pléyade de actores que han encarnado su personaje de James Bond, las palabras verano y final (último) se agarran de la mano con el fatal pronóstico de Niño Becerra. Luego vienen las matizaciones y la descalcificación del exabrupto de su previsión, pero los argumentos del análisis pesan y mucho. Basta con acercarse a la gasolinera y llenar (nunca hasta arriba) el depósito de combustible, o tratar de llenar (nunca hasta el borde) el carrito del súper o llenar (nunca hasta la saciedad) el buche con unos exquisitos cabrachos "de aquí, de proximidad, recién pescados" en el chiringuito playero de excelente referencia maridado con un fresquito verdejo sobre lías, a doscientos y pico euros la tirá

Estamos estrenando, enloquecidos al parecer, el último verano. Lo que pase a partir de septiembre solo Dios lo sabe. Bueno, Dios y Niño Becerra que, si repitiera el éxito de sus advertencias premonitorias sobre la crisis económica de la primera década de este siniestro siglo XXI (hasta ahora no nos ha salido nada bien), sería para encumbrarlo como el más distinguido y acertado de los economistas pitonisos. 

Sus motivos (claramente expuestos) tendrá. Yo por el momento me abonaría a ese suicidio asistido y pediré al camarero un segundo diagnóstico: tráigame por favor otra botellita de ese excelente verdejo sobre lías (Eresma 2021, Bodegas La Soterraña). 

Luego brindaría como lo hacía James Bond con su vodka martini ("mezclado, no agitado") por el ultimo verano sobre la orilla del mar y trataría de definir el perfil del Cavall Bernat a través del oro líquido de la copa (amarillo pajizo brillante).





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