lunes, 11 de julio de 2022

Fábrica de héroes

Desgraciadamente somos una sociedad condenada a seguir fabricando héroes. Hay mucha chusma en la calle, mucha falta de respeto, mucha desobediencia organizada y mucha resistencia a la autoridad. Y por supuesto, lo peor, muchos medios convenientemente engrasados, encargados de blanquearlo todo. 

La razón de todo eso, a mi juicio, es la falta de educación. La permanente cascada de distintos sistemas educativos de los últimos treinta años se ha centrado, si acaso, en la formación académica, cada vez mas edulcorada, descafeinada, asequible y en muchas ocasiones interesadamente sectaria por barrios. Entre otras carencias, la mayoría de esos sistemas, amparados por la correspondiente ley orgánica, ha abandonado por completo el aspecto más importante: la educación. Cosa de los padres, vale. ¿Pero quién educó a los padres?

Estigmatizada por una visión progre y blandiendo como argumento la libertad que antes faltaba (en general), nos hemos olvidado, entre otras cosas, del respeto a las personas mayores, de la corrección en el trato, en el uso del lenguaje, en la postura en la mesa, en la sala de estar, en los espectáculos públicos, en la calle, en el bar, en el trabajo, al volante....libertad mal entendida y daño irreparable a la sociedad porque todo ello atenta a la convivencia.

La crónica de sucesos crece día a día y ocupa un espacio cada vez mayor en los informativos y en el resto de medios de comunicación. Excesiva violencia en todas sus versiones, contra las personas, contra la propiedad, contra el medio ambiente, contra los animales. Quedan, a Dios gracias, pequeños reductos donde se conserva una mínima esencia y   -lo digo en serio- llega a conmover cuando alguien se desenvuelve en público o en privado con educación y conserva las mínimas formas de conducta en el trato cotidiano. 

En el triste y luctuoso suceso que ha costado la vida a un veterano oficial de la Guardia Civil se manifiesta el último extremo de la falta de educación que linda con la falta de respeto a las autoridades policiales (qué cabía esperar si quien es responsable máximo de ello pierde las ruedas en cualquier arcén). Decía que en la calle hay mucha chusma, mucho delincuente, cada vez más y más osados, menos temerosos de la prevención y de la corrección, mas inasequible la seguridad y mucha más vulnerabilidad. ¿Por qué? Pues porque no pasa nada, porque de un delincuente surge un héroe por su "valentía" en el desacato y en la desobediencia. En camiseta y vaqueros o con el cuello rígido de una buena camisa y una corbata de seda.

Para mí el auténtico héroe es ese Oficial, Jefe de su Unidad, que recibió el impacto insolente de un delincuente; un guardia civil más que no dudó en ser él -veterano profesional curtido en mil batallas- quien estuviera detrás de esa maldita puerta, en primera línea de fuego (nunca peor certeza) y no estar esperando en su despacho una llamada telefónica que le diera novedades. 

Mucha maldad y muchos héroes, pero de estos muy poquitos auténticos. 

 

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