Fuimos grandes aquel verano a pesar de que no empezamos con buen pie, en general. Nuestro partido inaugural del mundial Sudáfrica 2010, que acabaríamos ganando, lo perdimos ante Suiza en un gris y torpe debut. Hurtando atención a mi turno, me levantaba de mi silla en la sala de espera de la consulta de traumatología uno de los días previos a mi operación de menisco para asomarme a un monitor de televisión por el que otros pacientes seguían el encuentro. 1 - 0, pues sí que empezábamos bien!
Luego vendría la fiesta y paralelamente a ello mi progreso, paso firme y la vista clavada en la siguiente fase del mundial, por un lado y de mi vuelta a la pista de tenis, por otro. Todo en el mismo acto.
Por entonces la banda sonora del día a día estaba repartida entre dos canciones que sonaban ininterrumpidamente, a cada minuto y entre dos cantantes: el incombustible Bisbal -patada al aire y melena agitada- y Shakira -pies descalzos y vientre cimbreante-.
Lógicamente y hasta el beso final, espontáneo e inesperado, de Casillas a Carbonero, me decantaba por el insinuante baile de Shakira, su minúsculo cuerpo y su silueta y sonrisas pizpiretas. El efecto mimético de la canción y de su baile se adhirió en una buena parte de la población que tarareaba la melodía hasta la saciedad. Mi hija Ana (cinco años de edad ese verano) siempre atenta con sus alertados ojos a la realidad que la envuelve, enseguida adquirió con destreza la habilidad de hacer bailar su vientre mientras escuchaba el waka-waka en su minúsculo ipod. (guardo el video, existen pruebas 😜)
La semifinal contra Alemania la celebré con un salto irresponsable que podría haber echado por tierra la cirugía de mi rodilla. Nos esperaba la final contra Holanda y después la gloria, la danza de una selección española en torno a un inmenso Iniesta(zo) y una copa del mundo lanzada al cielo, el beso de Iker, los pies descalzos de Shakira y la fiesta de Colón.
Luego el central Piqué se zampó a la cantante o la cantante se zampó a Pique, o ambos se zamparon mutuamente y la pareja se hizo famosa en una Barcelona que celebraría con éxitos futbolísticos la buena salud de un club que empezaba a encadenar triunfos y que bailaba al ritmo, además, de The Killers o de Coldplay porque la música, cómo no, era un ejercicio permanente del coaching de Guardiola.
Piqué se convirtió en uno de los más mediáticos jugadores de un barça que exhibía en cada partido y en cada competición un concierto -Messi, Xavi, Iniesta- Cuando los jugadores contrarios descubrían el paradero del balón, este ya estaba o en el fondo de la portería o bajo la camiseta de Messi tras firmar un nuevo hat-trick.
Del declive de todo aquello y de la decadencia deportiva y económica del clú ya se ha escrito todo y ahora, como colofón y resumen de esa degradación total se nos diluye el waka-waka y shakiro ya no baila la danza del vientre. Solo falta su foto abrazando por el cuello a Shakira y la leyenda "se queda".
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