lunes, 27 de junio de 2022

Georgino

Se ha ganado a pulso, a cincel y martillo, tanto las filias como las fobias dependiendo, sobre todas las cosas, de los colores de la camiseta, del cristal con que se mira. Para sus más fieles seguidores, como vacas aplaudiendo al tren, todo lo que hace, luce, viste o conduce es sencillamente maravilloso. Por contra, para sus más recalcitrantes detractores, todo en él es apostura, gomaespuma, vanidad tóxica, egocentrismo, grrrrrr....

En su descargo y a su favor habrá que tener en cuenta que pese a no tener un talento natural en tan alto grado como otros futbolistas legendarios, se ha hecho a sí mismo y que lo que exhibe se lo ha currado salvajemente, ganándose su espacio entre el gimnasio y una portería de fútbol, horas, días, meses y años de sacrificio y entrenamiento sin tregua. Se le reconoce por ser extremadamente escrupuloso con su dieta alimenticia, por su total abstinencia en el consumo de alcohol y por vivir permanentemente enfrentado a un espejo que le dicta las repeticiones de series de cada uno de los grupos musculares acompasadas con frases, panegíricos y loas -todo en primera persona- a su belleza física.

Me da absolutamente igual lo que haga fuera de los terrenos de juego que es lo único por lo que yo le he considerado siempre. Se fue del Madrid (y se equivocó, creo) precipitadamente y quizá fue por culpa de ambas partes. Desde entonces a la actualidad, la nada. Un paso sin pena ni gloria por el fútbol italiano y una vuelta a casa a Manchester donde su equipo, el United, ha visto como los nuevos tiempos de este deporte viven más de la  explotación comercial de la camiseta que del historial deportivo de los clubes....y de la pasta gansa que ponga sobre la mesa el emir de turno.

Al margen de ello y regresando a georgino, superadas las estomagantes tardes en las que sus bicicletas y derechazos con el final feliz del gol precedían a un engominado reflejo frente a su espejito mágico le deseo -sin rencor- que le vaya muy bien, que sea muy feliz, que siga marcando muchos goles y que, además, extreme su cuidado respecto de su flota de vehículos ( y que no se los deje conducir a cualquiera, que 900 caballos pueden desbocarse con mucha facilidad)

lunes, 20 de junio de 2022

El verano es eso

No es que haga calor, no. Es que España tiene la fiebre muy alta. Encamada, con una bolsita de hielo sobre la frente y con calenturas en las comisuras de los labios. Esta es la imagen que refleja de sí misma, en el mapa de la información meteorológica, nuestra querida España. Lamentablemente lo peor en estas condiciones es el fuego que hace arder grandes extensiones forestales y no estamos precisamente para permitirnos ese lujo.

Una lengua incandescente, como la lava que brotaba hace unos meses del volcán de La Palma, se extiende desde el norte de África hasta los Pirineos. Tangencialmente, junto a lo más intenso del calor y del color, como si fueran zonas más frescas, en tono anaranjado, esa lengua alcanza el sur de Francia y parte del Mediterráneo hasta lamer el perfil de las Baleares.

Un perceptible escalofrío recorre nuestra espalda al echarle un vistazo, leve y seco, a los titulares de los informativos. Todos parecen ponerse de acuerdo al seleccionar la noticia del día. Como si no hubiera una guerra abierta entre rusos y ucranianos, como si el virus del mono hubiera dejado de atraer interés informativo, como si los argelinos nos hubieran invitado a participar en un certamen de juegos florales, como si no hubiera una encendida campaña electoral con insinuantes invitaciones a tocamientos de todo tipo....como si no hubiera otra tragedia más grave en el mundo que una terrorífica ola de calor.

Es una subida de fiebre, es un virus de temporada, aunque parezca la antesala del infierno a la que nos asomamos todos los años aunque, con mayor precisión en datos y con mejores medidores, podamos decir que nunca antes se habían alcanzado estas temperaturas. 

Será así, no voy a discutirlo, pero yo siempre digo lo mismo. Recuerdo los años de mi infancia en Barcelona, en agosto, en las horas centrales del día, en los que descalzos y con poco más que un pantaloncito corto nos estirábamos en el suelo, sobre las fresquitas baldosas de terrazo o nos asomábamos a la calima que envolvía la ciudad, a través de la escueta rendija entre las lamas de las persianas de madera (barniz crujido y áspero) bajada hasta el suelo que apenas permitía que entrara en las habitaciones un hilo de luz y un soplido espeso y flamígero que ardía en nuestras córneas...y noventa por ciento de humedad en el aire.

Calor dices. No, bonita, eso es fiebre. (ese mítico redoble de batería llegando al final de la canción)

lunes, 13 de junio de 2022

Shakiro ya no baila el waka-waka

Fuimos grandes aquel verano a pesar de que no empezamos con buen pie, en general. Nuestro partido inaugural del mundial Sudáfrica 2010, que acabaríamos ganando, lo perdimos ante Suiza en un gris y torpe debut. Hurtando atención a mi turno, me levantaba de mi silla en la sala de espera de la consulta de traumatología uno de  los días previos a mi operación de menisco para asomarme a un monitor de televisión por el que otros pacientes seguían el encuentro. 1 - 0, pues sí que empezábamos bien!

Luego vendría la fiesta y paralelamente a ello mi progreso, paso firme y la vista clavada en la siguiente fase del mundial, por un lado  y de mi vuelta a la pista de tenis, por otro. Todo en el mismo acto.

Por entonces la banda sonora del día a día estaba repartida entre dos canciones que sonaban ininterrumpidamente, a cada minuto y entre dos cantantes: el incombustible Bisbal -patada al aire y melena agitada- y Shakira -pies descalzos y vientre cimbreante-.

Lógicamente y hasta el beso final, espontáneo e inesperado, de Casillas a Carbonero, me decantaba por el insinuante baile de Shakira, su minúsculo cuerpo y su silueta y sonrisas pizpiretas. El efecto mimético de la canción y de su baile se adhirió en una buena parte de la población que tarareaba la melodía hasta la saciedad. Mi hija Ana (cinco años de edad ese verano) siempre atenta con sus alertados ojos a la realidad que la envuelve, enseguida adquirió con destreza la habilidad de hacer bailar su vientre mientras escuchaba el waka-waka en su minúsculo ipod. (guardo el video, existen pruebas 😜)

La semifinal contra Alemania la celebré con un salto irresponsable que podría haber echado por tierra la cirugía de mi rodilla. Nos esperaba la final contra Holanda y después la gloria, la danza de una selección española en torno a un inmenso Iniesta(zo) y una copa del mundo lanzada al cielo, el beso de Iker, los pies descalzos de Shakira y la fiesta de Colón.

Luego el central Piqué se zampó a la cantante o la cantante se zampó a Pique, o ambos se zamparon mutuamente y la pareja se hizo famosa en una Barcelona que celebraría con éxitos futbolísticos la buena salud de un club que empezaba a encadenar triunfos y que bailaba al ritmo, además, de The Killers o de Coldplay porque la música, cómo no, era un ejercicio permanente del coaching de Guardiola. 

Piqué se convirtió en uno de los más mediáticos jugadores de un barça que exhibía  en cada partido y en cada competición un concierto -Messi, Xavi, Iniesta- Cuando los jugadores contrarios descubrían el paradero del balón, este ya estaba o en el fondo de la portería o bajo la camiseta de Messi tras firmar un nuevo hat-trick.

Del declive de todo aquello y de la decadencia deportiva y económica del clú ya se ha escrito todo y ahora, como colofón y resumen de esa degradación total se nos diluye el waka-waka y shakiro ya no baila la danza del vientre. Solo falta su foto abrazando por el cuello a Shakira y la leyenda "se queda".

lunes, 6 de junio de 2022

Palma en el blue emt

No se puede circular por la vida sin darse cuenta de lo que pasa alrededor. Yo, por lo menos, no puedo. La lenta y procelosa recuperación funcional de mi brazo derecho, entre otras gracias, me niega la posibilidad, por el momento, de conducir y me veo obligado a emplear el blue emt para desplazarme por Palma, tanto hasta mi puesto en la trinchera como hasta la clínica de rehabilitación, donde un pelotón de ángeles, investidos de gracia y cordialidad, cuidan y miman a diario los cuerpos rotos de docenas de personas sujetas a una perseverante terapia de recuperación. Gracias!

El trayecto urbano recorre alrededor de las siete de la mañana una distancia suficientemente larga como para que un incesante relevo de ciudadanos suban y se apeen del bus en las distintas paradas de la línea. Estudiantes y trabajadores, mayoritariamente, son los usuarios a esa hora. Todos sujetos a su pantallita. Pelos de colores, perforaciones y tatuajes, dilataciones, camisetas ajustadas, escotes desinhibidos, zapatillas deportivas y mochilas abultadas.

El retrato sociológico se correspondería, para que se me entienda, con el reparto urbano de cualquier serie española del netflix. Nada chirría, es lo que hay. La pandilla de Entrevías o la tropa que se regocija con las peripecias de este lumpen tóxico de La Casa de Papel van subiendo y bajando del bus en un trayecto que enlaza dos barrios extremos de una ciudad que no acaba de desperezarse a primera hora del día pero que rebosa humanidad en las horas centrales. Los turistas no suben al bus pero colapsan las calles y terrazas del centro con sus ropas informales y veraniegas. Pocas bolsas (pocas compras) pero no se ven sillas libres en torno a las mesas de bares y restaurantes. Atiza ya el sol y las temperaturas en el interior sofocan el ánimo de algunos de los viajeros. En la ciudadanía de edad más avanzada se advierte la resignación de verse obligado a viajar sujeto a la barra mientras que muchos de los jovencitos rendidos al tiktok prefieren no alzar la mirada para no tener que ceder su asiento. Esto es así y piensa uno hasta dónde alcanzó y para qué sirvió aquella rutilante asignatura inventada por revolucionarios programas de enseñanza escolar y que se llama ( o se llamaba) educación para la ciudadanía. 

La mirada se extravía en las azoteas y cornisas de muchos de los edificios en los que uno no debe reparar cuando es quien conduce su coche. Ajeno ahora a ese deber de atención y concentración, me fijo en muchos de los edificios e inmuebles que se prestan a la contemplación relajada y distraída. Hay fachadas muy significativas que merecen mayor atención. También hay monstruosidades urbanísticas que claman piqueta, desde su proyección en décadas pasadas por algún urbagnóstico o porque el mal gusto y la dejadez del propietario y de alguna autoridad no tienen límites. Es ciertamente insaciable y no descansó nunca.

Todo pasa y siguiendo escrupulosamente la recomendación/autorización del cirujano, liberado del cabestrillo y con el brazo sin andamiaje, recupero el volante. 

Vuelvo al asfalto

Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...