lunes, 19 de julio de 2021

La buena vida

En circunstancias normales, a estas alturas de la semana, del mes, del año, podría haber pasado a formar parte de ese ingente grupo de ciudadanos plena y legalmente facultados para calzarse una gorra con visera, unas gafas de sol y entrelazarse los brazos por la espalda para empezar a pasear tranquilamente por la vida, inspeccionando obras de las vías públicas y opinando aquí y allá de lo que debería hacer cada uno con su propia existencia; jugar a entrenador de club de primera o calentarse un poquito más que otros en consideraciones políticas sobre al estilo de gobernar del baranda de turno.

Pero la vida me ha proporcionado la oportunidad de seguir marcando el paso (nunca más apropiado) y seguir disfrutando de mi trabajo; continuar empezando las semanas cada lunes un poquito antes de las seis de la mañana y trazar la jornada laboral como hasta ahora he venido haciendo desde hace más de cuarenta y tres años. Y no me pesa. Además de disfrutar del trabajo, con sus bocados variados; algunas veces agrios y amargos -las menos-, otras ácidos y más dulces y empalagosos, estoy encantado con el entorno que me rodea, en ocasiones exigente, pero en la certeza de saber que siempre hay a mano un botón del pánico para salir del atolladero.

Me preguntaba hace unos días un viejo conocido si no estoy ya cansado de levantarme tempranito todos los días de la semana para sentarme a primera hora en mi despacho y volver a encender el ordenador. De tener que leer las novedades para cada día y abrir los correos y resto de comunicaciones que marcan la agenda de cada nueva jornada. De abrir los boletines y tomar buena nota de lo que en ellos pueda publicarse y que alteren la rutina y la mecánica de lo que viene haciéndose de manera determinada. De cargar con dos teléfonos que pueden sonar, incluso simultáneamente, a cualquier hora.... 

No, no sólo no estoy cansado. Es que me lo paso hasta bien. 

Por contra he recibido el testimonio de algunos compañeros que me han precedido en ese tránsito de la situación de actividad a la de merecido descanso y hay opiniones para todos los gustos. Para algunos de ellos le faltan horas al día para disfrutar del ocio. Otros, por contra, dicen que ¿se aburren? 

No será el aburrimiento mi caso, creo, pero en cualquier caso tendré que esperar hasta más adelante para poder comprobarlo porque por el momento he decidido - plenamente convencido- seguir disfrutando con mi trabajo y de mi buena vida (laboral). 


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nombres que remueven la memoria

La primera que yo recuerdo fue una pequeña y coqueta Iberia blanca. Sobre una de las encimeras de la cocina, resultaba muy atractivo para in...